Islas donde huir (o enviar a Wert)
Enorme oferta literaria y competencia feroz de cara a la campa?a navide?a
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Existe el Para¨ªso, pero est¨¢ en este mundo. Como tambi¨¦n el Infierno. Ambos pueden estar contenidos en las islas: esos espacios en los que hist¨®ricamente se han proyectado ideas de regeneraci¨®n, de nuevo comienzo, de experimentar con la Utop¨ªa en un ¨¢mbito donde, por fin, sea posible la felicidad: las islas, dec¨ªa Paul Morand, son el reducto de las almas aristocr¨¢ticas. Claro que tambi¨¦n pueden ser teatro del mal, del alejamiento, del exilio forzoso de enemigos y rivales: Primo de Rivera ¡ªnuestro dictator antecessor¡ª confin¨® a Unamuno en la des¨¦rtica Fuerteventura; Napole¨®n se pudri¨® en Santa Elena; el despiadado capit¨¢n Flint abandon¨® en La isla del tesoro a Ben Gunn por no haber hallado el escondrijo del bot¨ªn pirata. Y el Creador, que todo lo puede, conden¨® a Crusoe a vivir en una isla desierta para castigar su desobediencia e iniciarlo en las virtudes morales del capitalismo, de modo que el mism¨ªsimo Dios se halla en el origen del muy fecundo subg¨¦nero de la robinsonada. En todo caso, las islas son tambi¨¦n conceptos po¨¦ticos lindantes con la metaf¨ªsica: ¡°una isla es una porci¨®n de tierra rodeada de Deseo por todas partes¡±, asegura S¨¢nchez Robayna. Las islas, por tanto, constituyen territorios simb¨®licos donde todo es posible y en los que la vida se condensa, como ocurre en la novela o en el cine, de ah¨ª su enorme atracci¨®n. Islas, por otra parte, las hay de muchas clases: fantasiosas, como las que pueden encontrarse en la Gu¨ªa de lugares imaginarios, de Manguel y Guadalupi (Alianza), o en la recient¨ªsima Historia de las tierras y los lugares legendarios, de Umberto Eco (Lumen). Pero tambi¨¦n est¨¢n ¡ªy quiz¨¢s son mucho m¨¢s literarias¡ª las islas reales y remotas, como las que pueblan cada p¨¢gina del estupendo Atlas de las islas remotas,de Judith Schalansky, un libro coeditado por dos hermanos y buenos editores independientes: Diego (N¨®rdica) y Daniel Moreno (Capit¨¢n Swing). Islas habitadas o desiertas esparcidas por los oc¨¦anos (la capital de una se llama ¡°Edimburgo de los Siete Mares¡±); islas paradisiacas ¡ªcomo Pukapuka¡ª, o condenadas, como Clipperton, donde el farero (Victoriano ?lvarez, dicen que se llamaba) se volvi¨® loco y viol¨® a sus mujeres hasta que fue asesinado por ellas a martillazos. Islas de desolaci¨®n, como Napuka, llamada ¡°de la Decepci¨®n¡± porque no fue capaz de ofrecer nada a los exhaustos marinos de Magallanes. Drama y comedia, enfermedad y crimen, escenario de experimentos ut¨®picos (Trist¨¢n de Acu?a) o letal campo de tiro nuclear (Fangataufa). Cincuenta islas para huir del mundo o para enviar a descansar al inefable se?or Wert (con pasaje pagado). Todas primorosamente cartografiadas y literariamente comentadas en uno de los libros m¨¢s atractivos de la temporada (23,95 euros). Pena que en ¨¦l no figure Redonda, la ¨²nica isla en cuyo ilusorio Gobierno ocupo un cargo (por designaci¨®n).
La extra
La noticia de que este a?o los funcionarios recuperar¨¢n la paga extra ¡ªuna inyecci¨®n al consumo de 5000 millones de eurillos¡ª, que les arrebat¨® este gobierno al que tanto queremos y tanto nos quiere, ha puesto a todos los que venden cosas a cruzar los dedos y a esperar, como Danae, la jupiterina lluvia de oro. Tambi¨¦n a los editores y a los libreros, que saben que con que una peque?¨ªsima parte de esos milloncejos se gastasen en libros el sector podr¨ªa darse con un canto en los dientes. Percibo el clima expectante porque las novedades se multiplican y me sepultan, y porque los libros de regalo proliferan con un entusiasmo como de ¨¦poca de vacas gordas. Hasta el asiento de mi ya ajado sill¨®n de orejas est¨¢ ocupado por una pesada e inestable pila de libros de gran formato ¡ªlo que los bibliotecarios angl¨®fonos llaman oversized¡ª, de modo que me veo obligado a escribir de pie, como hac¨ªa el pobre Hemingway en su Smith Corona # 3, cuando no estaba masacrando animales en la sabana de Serengeti. Son tantas las novedades que, si se mantiene el ritmo prenavide?o, todav¨ªa podr¨ªamos escalar a¨²n m¨¢s en el ranking mundial de libros por mill¨®n de habitantes, en el que ya ocupamos la segunda posici¨®n, con 1692 t¨ªtulos, s¨®lo por debajo de los brit¨¢nicos (2459 por mill¨®n de habitantes), y muy por delante de franceses (1321), alemanes (1115) y estadounidenses (1080), seg¨²n los datos del informe anual de la International Publishers Association. Esa enorme y, en mi opini¨®n, desproporcionada cantidad de novedades y reediciones tambi¨¦n tiene su parte buena: la abundancia de oferta, es decir, la bibliodiversidad. L¨¢stima que la edici¨®n espa?ola no se encuentre tan arriba en el palmar¨¦s en lo que se refiere a su valor de mercado, donde tiene que conformarse con el puesto n¨²mero 8 (2890 millones de d¨®lares, por debajo de Italia). De modo que, para estas Navidades, enorme oferta y competencia feroz. Tanto que todos parecen afinar su mercadotecnia con objeto de obtener una parte mollar del bot¨ªn de la extra. Incluso hay alg¨²n librero malpensado que ya empieza a pensar que en esa l¨ªnea todo vale. ¡°Ah¨ª tienes, por ejemplo¡±, ¡ªme dice¡ª ¡°lo del noviazgo libresco del a?o: la novia, exministra y finalista del ¨²ltimo show planetario; el novio, conspicuo editor y arist¨®crata in pectore (por ese orden); y la madrina o celestina, una de las m¨¢s astutas agentes del mundo mundial¡±. Conste que a m¨ª la pareja me cae la mar de bien, pero no me extra?ar¨ªa que, a este paso, el tr¨ªo acabara saliendo en S¨¢lvame Deluxe. Algo que, por cierto, disparar¨ªa las ventas de El buen hijo, que es, sintom¨¢ticamente, el t¨ªtulo que la dama ha puesto a su primera novela.
Salamanca
Acud¨ª a Salamanca a celebrar el vig¨¦simo cumplea?os de la Biblioteca P¨²blica Casa de las Conchas, una m¨¢s entre las muchas de su clase que ha sabido trascender su funci¨®n de depositaria de la memoria impresa para convertirse en centro cultural multiuso perfectamente integrado en la comunidad a la que sirve. Impresiona ver el gran n¨²mero de actividades programadas con imaginaci¨®n y exiguo presupuesto, as¨ª como el trasiego silencioso de gente que tan pronto ojea revistas y lee libros en los dos soportes, como busca material audiovisual para llevarse a casa el fin de semana, acude a un club de lectura o recaba informaci¨®n en Internet. Si alguna vez han estado verdaderamente vivas las bibliotecas de este pa¨ªs es precisamente ahora, a pesar de los aberrantes recortes que se les ha impuesto desde Cultura, a cuyo actual titular, por cierto, tambi¨¦n se le podr¨ªa aplicar la irritada segunda interrogativa de la (primera) Catilinaria: ¡°?Cu¨¢nto tiempo todav¨ªa se burlar¨¢ de nosotros esa locura tuya?¡±. Complet¨¦ mi estancia en Salamanca con una visita a la diminuta exposici¨®n La imprenta del convento de San Esteban, que recoge ¡ªen menos de 10 metros cuadrados¡ª una interesante muestra de la actividad de la imprenta fundada all¨ª en 1584 por fray Domingo B¨¢?ez, que se trajo a los hermanos Renaut, procedentes de Francia, para hacer libros con tipos m¨®viles. Luego, cuando baj¨¦ al claustro, me sent¨¦ en el confesionario de Santa Teresa con la esperanza de que los muros me revelaran al o¨ªdo sus pecados. Lo hicieron, cr¨¦anme, pero no encontr¨¦ entre ellos nada rese?able.
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