Enriqueta Antol¨ªn, la voluntad de narrar
La escritora destac¨® como autora de relatos breves y cronista del mundo literario
Hab¨ªa en Enriqueta Antol¨ªn (Palencia, 1941) una voluntad ¨ªntima de querer y de contar. Aparec¨ªa en sus libros, pero sobre todo saltaba en su mirada, en su manera de relacionarse con los dem¨¢s. Querer y contar, estar cerca aunque estuviera lejos. Esa sutileza, que se expresaba en la ternura personal, se convert¨ªa en su escritura en una manera de ser rabiosamente literaria.
Entre la escritora y la persona no hab¨ªa apenas distancia. Se la quer¨ªa por lo que era, y se la quer¨ªa por lo que escrib¨ªa. Escribi¨® aqu¨ª, por cierto, muchas entrevistas y muchas cr¨®nicas y algunos cuentos; era una escritora de la intimidad y una periodista de aliento hondo, siempre buscando, en sus entrevistas y en sus cr¨®nicas, misterios y sue?os ajenos. Una vez (1992) public¨® un libro, La gata con alas; cuando estaba a punto de salir de la imprenta, Carmen Laforet declar¨® en una rara entrevista que ella acababa de so?ar que escrib¨ªa un libro y que este se llamaba La gata con alas.
Kety, como la llam¨¢bamos todos, era m¨¢gica, singular. Caminaba como si flotara al encuentro de los otros, y ten¨ªa la mirada y la voz sentimental, como si abrazara mirando, poniendo siempre una mano sobre el hombro del interlocutor, dici¨¦ndole ¡°aqu¨ª estoy¡±. Dec¨ªa: ¡°Tenemos que vernos, hablar¡±.
Fue la amiga de todo el mundo, en el universo literario, del que tanta cr¨®nica hizo, y en la vida com¨²n de la generaci¨®n en la que discurri¨® su vida. Eso es lo primero que surge de su recuerdo, la sensaci¨®n de la amistad que prodig¨®, cuando uno piensa en ella en el momento mismo en que recibe la triste noticia que nos dio ayer tarde Andr¨¦s Berlanga, su marido, periodista tambi¨¦n, escritor. Enriqueta Antol¨ªn muri¨® ayer tarde en Madrid, en el d¨ªa en que cumpl¨ªa 72 a?os, despu¨¦s de una enfermedad larga que ella sobrellev¨® con una incre¨ªble fortaleza. Ahora hab¨ªa reca¨ªdo, una vez m¨¢s. Cuando reaparec¨ªa hac¨ªa como que jam¨¢s se hab¨ªa ido.
Para ella, la literatura era ¡°un arte verdaderamente serio¡±, y as¨ª lo abord¨®, minuciosamente, sin atender jam¨¢s a la moda que impon¨ªa temas y verbos. Sus cuentos (Caminar de noche, por ejemplo) fueron maneras suyas de contar el misterio de lo oscuro, ¡°como caminar dentro de ti mismo, por las partes oscuras del yo¡±, dec¨ªa, ¡°para conocerse mejor¡¡± Ella buscaba la noche, la otra parte, para que la vida tuviera su d¨ªa completo. En ese tiempo oscuro se iban fabricando sus argumentos; ¡°como si estuvieran¡±, dijo aqu¨ª cuando public¨® Final feliz (2005), ¡°en alguna parte de mi cerebro esperando a que los redacte. Es como si tuviera un ba¨²l de im¨¢genes, recuerdos, experiencias, an¨¦cdotas que he visto en forma literaria¡±.
A ella le gustaba desconcertar a los lectores, ¡°a m¨ª me gusta jugar¡±. Y nosotros mismos, las mujeres, los hombres, ¡°somos un extra?o juguete, una broma de la naturaleza, interesante pero de muy dudoso gusto¡±. Su obra es un compendio de todos esos hallazgos, desde la citada La gata con alas a su ¨²ltimo libro publicado, Qu¨¦ escribes, Pamela, aparecido el a?o pasado; tambi¨¦n public¨® Mujer de aire, Caminar de noche, Cuentos con Rita¡ Es autora de un libro de conversaciones con Francisco Ayala, de quien, como de tantos escritores de todas las edades, fue a veces hermana menor y hermana mayor al mismo tiempo. Su literatura viv¨ªa del misterio del sue?o, de un delirio controlado por la raz¨®n y por la ternura.
Su adi¨®s, comunic¨® ayer tarde Andr¨¦s Berlanga, tendr¨¢ efecto este mediod¨ªa, a las 13.00 horas, en el tanatorio La Paz, donde se dispuso su duelo.
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