Traumas de la historia polaca
El intelectual y antiguo disidente polaco Adam Michnik repasa en una colecci¨®n de ensayos los logros y tropiezos de su pa¨ªs
Cuenta Adam Michnik, de 67 a?os, que durante una visita a la Universidad de Columbia, en Nueva York, se le acerc¨® un profesor que hablaba muy bien polaco. Cuando le dijo que se apellidaba Welisz, Michnik se dio cuenta de que era el mismo apellido que encontr¨® escrito en la puerta de la que hoy es su casa, a la que se mud¨® con sus padres cuando era peque?o. As¨ª descubri¨®, muy lejos de Polonia y mucho tiempo despu¨¦s, el pasado de su casa: ¡°Los alemanes se la hab¨ªan quitado a la familia de este profesor jud¨ªo, los comunistas se la confiscaron a los alemanes y yo vivo en ella¡±, explica el antiguo disidente y hombre clave de la transici¨®n del comunismo a la democracia en su pa¨ªs.
La historia de Polonia est¨¢ salpicada de traumas y paradojas que, a veces, alcanzan el presente. Michnik, de ra¨ªces jud¨ªas ¡ª¡°me considero polaco, pero cuando me pregunta un antisemita digo que soy jud¨ªo¡±, afirma¡ª, indaga en los debates principales de la memoria colectiva polaca y entra en sus zonas conflictivas. Por eso habla hoy de las muchas casas que hubo como la suya y del antisemitismo, un tema todav¨ªa inc¨®modo ¡ª¡°Est¨¢ mal visto por las ¨¦lites, pero a¨²n es una l¨ªnea divisoria entre polacos¡±¡ª, al que dedica dos de los diez ensayos que componen En busca del significado perdido (Acantilado), el libro que ha venido a Espa?a a presentar.
En el sal¨®n de la habitaci¨®n donde se aloja en Madrid hay un mont¨®n de gente y de aparataje. Un equipo de televisi¨®n est¨¢ haciendo un documental sobre ¨¦l y tiene desplegados micros, c¨¢maras, pantallas. Michnik es un intelectual influyente que ha participado en varios momentos decisivos del pasado reciente de Polonia. Fue uno de los l¨ªderes de Solidaridad, el sindicato que torci¨® el brazo a la dictadura comunista. Estuvo en prisi¨®n varias veces y particip¨® en las conversaciones de la Mesa Redonda, la negociaci¨®n que alumbr¨® la democracia, y dirige el peri¨®dico de referencia de su pa¨ªs, Gazeta Wyborcsza, nacido en 1989.
Tiene varias entrevistas por delante esta ma?ana. Est¨¢ en el balc¨®n haci¨¦ndose unas fotos. Entra. La gente se va callando. Se sienta y saca un cigarrillo electr¨®nico del que exhala con frecuencia un vapor que no huele a nada. En el libro, Michnik teje el clima que se viv¨ªa alrededor de los acontecimientos hist¨®ricos de los que habla, como la influencia de la revoluci¨®n h¨²ngara de 1956 en la disidencia polaca, la ley marcial de 1981 o la transici¨®n pac¨ªfica. Pero adem¨¢s, los relaciona con otras ¨¦pocas y con el presente para ir d¨¢ndole forma a las distintas percepciones sobre los logros y tropiezos del pa¨ªs, la identidad nacional o la memoria sobre la dictadura. Por eso se echa de menos en la edici¨®n la fecha en la que cada ensayo se public¨® por primera vez. Eso ayudar¨ªa a situar las alusiones del autor al ¡°hoy¡±, que nunca va m¨¢s all¨¢ de 2006.
Para Zapatero, la memoria hist¨®rica fue un arma pol¨ªtica¡±
Por las p¨¢ginas del libro desfilan poetas, estudiantes, obreros, pol¨ªticos, opositores, militares, y tambi¨¦n la voz pol¨ªtica con la que la Iglesia cat¨®lica polaca ha hablado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Michnik dice estar inquieto por la de ahora, que discrepa de la del papa Francisco: ¡°Parece que para los obispos polacos es m¨¢s importante luchar contra la fecundaci¨®n in vitro que contra la pedofilia dentro de la iglesia¡±, afirma.
La idea de renuncia al dogmatismo planea sobre los textos, llenos de matices y pliegues. ¡°Los procesos de memoria hist¨®rica son muy complejos, por eso hay que acercarse a ellos con un escalpelo. Si se usa un hacha, nos exponemos a un conflicto grave¡±, comenta Michnik. Esto ¨²ltimo es lo que ocurri¨® con mayor intensidad en Polonia cuando los gemelos Kaczynski llegaron al poder (2005) y se lanzaron a limpiar el pa¨ªs de todo resto comunista y a escudri?ar los archivos policiales de la dictadura en busca de gente que colabor¨® con el r¨¦gimen, muchos de ellos acusados en falso. Michnik cree que esto es revanchismo. ¡°No tengo nada en contra de que esos archivos sean investigados por historiadores, pero no me parece bien que se usen como arma en la lucha pol¨ªtica. Ni en Portugal ni en Espa?a se hizo. De este tema habl¨¦ con Jorge Sempr¨²n, Felipe Gonz¨¢lez y [Manuel] Fraga Iribarne, quien me dijo: 'Si en Espa?a nos pusi¨¦ramos a buscar culpables del pasado, aparecer¨ªan en cada pueblo, y eso convertir¨ªa el pa¨ªs en un infierno¡±. Tras recordarle que los que abogan en Espa?a por la memoria hist¨®rica aspiran b¨¢sicamente a identificar y exhumar a las v¨ªctimas enterradas en fosas y a un reconocimiento de los cr¨ªmenes del franquismo, afirma: ¡°Para Zapatero, la memoria hist¨®rica fue una operaci¨®n pol¨ªtica¡±.
Michnik, que define su filiaci¨®n pol¨ªtica como la ¡°extrema derecha de la socialdemocracia¡±, bromea sobre la dificultad de compaginar su ¡°temperamento oposicionista¡± con su apoyo al actual Gobierno, el del liberal proeuropeo Donald Tusk, con el que el pa¨ªs ha ganado peso en la Uni¨®n y ha consolidado su econom¨ªa aunque atraviese turbulencias. Pero el populismo que acecha en toda Europa ¡ªy es m¨¢s evidente en Europa Central y del Este, donde ¡°las instituciones democr¨¢ticas son m¨¢s d¨¦biles¡±, constata Michnik¡ª, tambi¨¦n tiene un hueco en Polonia: ¡°Ley y Justicia [la formaci¨®n de Jaroslaw Kaczynski, la principal de la oposici¨®n] es el equivalente polaco del partido de Orb¨¢n [el primer ministro h¨²ngaro, acusado de autoritarismo]. Es euroesc¨¦ptico, xen¨®fobo, hom¨®fobo, clerical, est¨¢ a favor del aislamiento... y parece que est¨¢ ganando popularidad¡±, advierte.
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