Talento entre rejas

Cuando a los chicos de Netflix les dio por anunciar que iban a producir ficci¨®n para su canal, que emite por streaming para varios pa¨ªses del mundo, pero especialmente para Estados Unidos, su mercado primario, a muchos les dio por re¨ªrse. Algo parecido pas¨® con HBO a principios de los a?os 90 y todos sabemos c¨®mo acab¨® la historia.

Netflix, ajena al chascarrillo, y con una pol¨ªtica empresarial s¨®lida como el hormig¨®n (menos cuando les dio por alquilar DVD¡­ pero esa es otra historia) produjeron en primer lugar Lilyhammer, una serie hecha a medida para Steve Van Zandt, m¨²sico, actor y lo que se tercie (y que, recordemos, fue el primer candidato a interpretar a Tony Soprano, papel que ¨¦l mismo rechaz¨® por no considerarse lo suficientemente experimentado). La cosa pas¨® desapercibida pero prob¨® a la compa?¨ªa que la estructura de producci¨®n soportaba los dimes y diretes de la industria tradicional.

Lo siguiente, House of cards, remake de la serie brit¨¢nica del mismo nombre, ya no era ninguna prueba: producida por David Fincher, protagonizada por Kevin Spacey y dotada de un presupuesto de m¨¢s de 100 millones de euros, distaba mucho de ser un experimento. El resultado, uno de los mejores shows del a?o, aclamado cr¨ªticamente y comprado por televisiones de todo el mundo (entre ellas el Canal +) dej¨® claro que Netflix hab¨ªa llegado para quedarse y que su modelo de producci¨®n y distribuci¨®n era perfectamente viable.

Para apuntalar la apuesta la compa?¨ªa aprob¨® su mejor serie hasta la fecha: Orange is the new Black (OITNB). Considerada por muchos lo mejor del a?o (a nivel cat¨®dico), OITNB cuenta la historia ¨Creal- de Piper Kerman, una chica de ciudad, casada y con planes de futuro que ve c¨®mo un d¨ªa aparecen en su puerta un par de agentes federales para recordarle que a?os atr¨¢s particip¨® en un trapicheo de dinero y drogas y que su antigua c¨®mplice ha cantado La Traviata. Kerman, debe ¨Cpor consecuencia- pagar el crimen y pasar 15 meses en una c¨¢rcel de m¨ªnima seguridad.

Talento entre rejas

El libro de Kerman (que ser¨¢ publicado en Espa?a en 2014 por la editorial Ariel) cuenta la historia de una mujer normal y corriente obligada a adaptarse a un entorno que ni siquiera es hostil sino simplemente distinto, rudo, extra?o. La serie, adaptada con gracia y ¨Cmucho- talento por Jenji Kohan, es todo lo contrario a un drama carcelario de manual: es amarga en su dulzura, emocionalmente madura, extremadamente articulada en los perfiles de sus protagonistas y ¨Csobre todo- brillante en su ejecuci¨®n y desarrollo. No hay motines, ni salvajes escenas de ducha, ni tipas con punzones ense?ando qui¨¦n manda en el patio. El que busque c¨¢rceles con leyes del viejo oeste deber¨ªa repasar Oz y alejarse de Orange.

M¨¢s de veinte personajes se mueven en las orillas de OITNB y cada una de ellos (o quiz¨¢s ser¨ªa mejor decir ¡°de ellas¡±, en una serie rotundamente femenina) parece haber sido tallado en piedra y pulido despu¨¦s con el cari?o que uno pondr¨ªa en algo destinado a durar. No solo eso, cada mujer de OITNB tiene infinitos matices, que escapan de la l¨ªnea de tenues blancos y negros que el espectador engulle cada vez que entra en una prisi¨®n. Dec¨ªa Piper Kerman a EL PA?S que el secreto de OITNB es ¡°su capacidad para conectar con el espectador sin recurrir a los (manidos) trucos de siempre¡± y lo cierto es que el gran empuj¨®n de la ficci¨®n (porque finalmente es ficci¨®n, aunque la base sea real como la vida misma) es el respeto por la inteligencia colectiva y la obsesi¨®n por contar una historia que por momentos parece m¨¢s bien una reflexi¨®n. ?De qu¨¦ sirven las c¨¢rceles m¨¢s all¨¢ de almacenar vidas (unas rotas y otras menos) durante un tiempo para despu¨¦s expulsarlas de vuelta a un mundo -probablemente hostil? OITNB nunca da respuestas, para eso est¨¢n los expertos y los pol¨ªticos, pero pocas series se han hecho tantas preguntas. Si hay que escoger una serie de 2013, Orange is the new black tiene todas las papeletas.