Amante de ballenas... y cuervos
Philip Hoare, autor de ¡®Leviat¨¢n¡¯, regresa con otro libro asombroso, ¡®El mar interior¡¯, miscel¨¢nea de maravillas que mezcla ensayo y literatura de viajes
Cuando llego a entrevistar a Philip Hoare (Southampton, 1958) el escritor viste bermudas ¡ªy eso que hace un fr¨ªo que pela¡ª y sostiene sobre sus rodillas un enorme y lustroso cuervo que parece estar graznando ¡°nevermore¡±. Es en realidad, el ave, una reproducci¨®n en pl¨¢stico que acaba de comprarse en Vin?on (por duplicado), pero desde luego el autor, que fue parte del movimiento punk londinense de los setenta y logr¨® tras su pase a la literatura un enorme ¨¦xito con su apasionado libro sobre las ballenas Leviat¨¢n (?tico de los Libros, 2010), ofrece una notable imagen de exc¨¦ntrico. Para rematarla, explica que ha estado ?nadando en el puerto! ¡ªHoare nada por el mundo como el Burt Lancaster de El nadador lo hac¨ªa por las piscinas de Connecticut¡ª. Dif¨ªcilmente, pienso, habr¨¢ tenido aqu¨ª la posibilidad de vivir una experiencia como la que cuenta en su nuevo libro, El mar interior¡ª¡±artefacto literario sobre animales, ideas y todo lo que me gusta¡±, dice¡ª, tan fascinante como el primero, y que publica ahora la misma editorial. En Nueva Zelanda, Hoare nad¨® junto a una manada de doscientos delfines de Fitzroy, un ¡°torbellino¡± en el cual ¨¦l permanec¨ªa flotando embargado por una extra?a calma.
Para Hoare, verdadero Ismael punk, las ballenas y los cet¨¢ceos en general son el no va m¨¢s de la creaci¨®n, la ¡°tentaci¨®n definitiva¡±. El suyo no es un amor meramente plat¨®nico, pues descubre en ellos una fuerte carga er¨®tica y sexual. As¨ª, explica que mientras ve¨ªa pasar a los delfines a su alrededor muchos de estos iban apare¨¢ndose. Recuerda que las hembras pueden copular con tres machos distintos en cinco minutos y se las ha visto, como tr¨ªbadas marinas, montando una encima de otra con la aleta de la primera metida en la abertura genital de la segunda; por su parte los machos en saz¨®n son capaces incluso, dice, de insertar sus penes en los caparazones de las tortugas o hasta en el trasero de los tiburones, algo que parece no solo asombroso sino muy osado.
Las ballenas y sus primos, pues, vuelven a aparecer en la nueva obra de Hoare, como lo hacen de nuevo su biograf¨ªa personal y toda una procesi¨®n de escritores, naturalistas y diversos personajes m¨¢s o menos estrafalarios o definitivamente chiflados (¡°quiz¨¢ porque yo mismo lo soy¡±, r¨ªe). Le digo que mi favorito ¡ªaparte de ¨¦l¡ª es la capitana Valentina Orlikova, que durante la Guerra Fr¨ªa surcaba los mares al mando de su ballenero Storm como una Ahab sovi¨¦tica, y que enamor¨® a Ana?s Nin. En El mar interior el inter¨¦s se dispara, sin embargo, hacia muchos otros puntos ¡ªcomo las aves¡ª en una deliciosa dispersi¨®n en la que el lector sigue a duras penas el hilo argumental (en realidad el asunto es el propio Hoare y su fascinaci¨®n por la belleza y el misterio de la vida) nadando gozosamente en una miscel¨¢nea de erudici¨®n y maravillas.
¡°El libro es sobre la relaci¨®n entre la cultura humana y los animales, el punto en que se encuentran y c¨®mo se influyen mutuamente¡±, se?ala Hoare. ¡°Hay ciencia, poes¨ªa, mito y leyenda¡±. Es tambi¨¦n, reconoce, autobiograf¨ªa ¡ªexplica cosas tan personales c¨®mo la vez que ahog¨® por compasi¨®n a un erizo enfermo en un balde de agua¡ª y literatura de viajes. ¡°He visitado sitios incre¨ªbles, como la isla Taprobane, junto a Sri Lanka, adquirida por Paul Bowles; voy siempre rastreando historias y leyendas¡±. El escritor admite la influencia de Bruce Chatwin en sus libros.
Hoare tiene un flaco por los cuervos, ¡°la m¨¢s lista de las aves, capaz de duelo¡±, lo que le lleva a Poe, y por los ostreros, que, dice, son leales y siempre miran hacia el mar.
En las p¨¢ginas de El mar interior nos encontramos temas como la extinci¨®n (o no) del tigre de Tasmania, la suerte de los restos mortales de la reina Truganini ¡ª una Negro de Banyoles de las Ant¨ªpodas¡ª, los curiosos experimentos del cirujano y anatomista del XVIII John Hunter, la teor¨ªa del primate acu¨¢tico o la relaci¨®n de Tennyson con las collalbas. Ah, tambi¨¦n asistimos a la autopsia de una marsopa.
Hoare parece coleccionar rarezas como otros nutr¨ªan sus gabinetes de curiosidades. ¡°Es cierto, es como ir recogiendo objetos de la playa, adoro esa ¨¦poca en que un cient¨ªfico era tambi¨¦n un artista y un poeta¡±. Hoare a?ade a sus variados intereses una cuesti¨®n que atraviesa como una corriente subterr¨¢nea todo el texto: ?qu¨¦ significa la palabra hogar?, ?d¨®nde est¨¢ verdaderamente nuestra casa? Su libro, dice, habla de un paisaje externo pero tambi¨¦n del paisaje interno que se crea con la memoria y las experiencias, las cicatrices y fantasmas que componen un itinerario del alma. ¡°Recorriendo la historia de mis antepasados y siguiendo sus viajes y vicisitudes trato de entender de d¨®nde vengo¡±. En eso, las ballenas ayudan. ¡°Ellas no tienen hogar, su hogar en realidad son las otras ballenas¡±, reflexiona acariciando su cuervo de pl¨¢stico. ¡°Quiz¨¢ nuestro hogar no es sino nosotros mismos¡±.
Babelia
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