Roman Polanski: ¡°Solo el tiempo trae consuelo¡±
A sus 80 a?os, el director habla de su infancia en el gueto de Cracovia, del asesinato de su esposa Sharon Tate y de su abuso de una adolescente de 13 a?os en 1977
En su despacho parisiense, cerca de los Campos El¨ªseos, hay un sill¨®n Eames. El respaldo est¨¢ roto, pero ¨¦l le tiene cari?o a la vieja butaca. La compr¨® con Sharon Tate, su segunda mujer, asesinada en 1969. Su tr¨¢gica muerte es tan solo uno de los grandes infortunios de la vida de Polanski. El primero sucedi¨® durante su ni?ez en el gueto de Cracovia, cuando sus padres, jud¨ªos polacos, fueron enviados a un campo de concentraci¨®n. Su padre sobrevivi¨®, pero su madre muri¨® en Auschwitz.
En su juventud, Polanski tuvo dificultades para encontrar su lugar en el mundo. La tercera desgracia ocurri¨® ocho a?os despu¨¦s de que Tate fuese asesinada por los seguidores de la secta sat¨¢nica de Charles Manson, cuando Polanski abus¨® sexualmente de la adolescente de 13 a?os Samantha Geimer en Los ?ngeles. Fue juzgado en Estados Unidos y pas¨® 42 d¨ªas en prisi¨®n. Pero cuando hab¨ªa cumplido la pena, el juez se retract¨® del acuerdo alcanzado por el fiscal de distrito y los abogados de Polanski y Geimer, lo cual provoc¨® que el director huyese a Europa. Volvi¨® a ser detenido en Z¨²rich en 2009. En septiembre, en una entrevista con Der Spiegel, Geimer dijo que hac¨ªa mucho tiempo que lo hab¨ªa perdonado.
Polanski, nacido en Par¨ªs en 1933 y criado en Polonia, es el director de cine m¨¢s c¨¦lebre de Europa, famoso por cl¨¢sicos como El baile de los vampiros (1967), La semilla del diablo (1968) y Chinatown (1974). En 2003, gan¨® el Oscar a la mejor direcci¨®n por El pianista. Conserva la estatuilla en una repisa enfrente del sill¨®n Eames roto. Cumpli¨® 80 a?os en agosto. Su nueva pel¨ªcula, La venus de las pieles (que se estrena en Espa?a el 31 de enero), es la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de una obra teatral que a su vez se basa en una novela de Leopold von Sacher-Masoch, cuyo apellido dio origen al t¨¦rmino masoquismo. Emmanuelle Seigner, la actual esposa de Polanski, es la protagonista.
Pregunta. En la pel¨ªcula, la actriz le dice al director: ¡°T¨² eres el director. Tu trabajo es torturar a los actores¡±. ?Es en parte la voz del director la que habla?
Respuesta. Desde luego, a la larga he torturado a los actores. No intencionadamente, por supuesto. Pero a veces los actores tienen dificultades para aceptar su papel, en particular los hombres. A los hombres no les gusta en realidad aceptar ¨®rdenes. Cuando diriges a mujeres, ese problema no existe.
P. ?Es posible que se entienda mejor con las actrices porque hay una especie de tensi¨®n sexual entre ellas y el director?
R. Es posible.
Los primeros alemanes que vi fueron soldados desfilando¡±
P. Tambi¨¦n fue pareja de Nastassja Kinski, que por entonces era una adolescente, cuando rod¨® con ella Tess en 1979.
R. ?Lo ¨²nico que le interesa para su art¨ªculo son mis mujeres?
P. Es usted quien ha hecho una pel¨ªcula precisamente sobre la relaci¨®n entre un director y una actriz, y sobre sexo y poder. ?No est¨¢ justificado suponer que todo eso podr¨ªa tener algo que ver con usted y con su vida?
R. No trate de buscar falsas excusas para hacerme esas preguntas. Ya soy mayorcito. He mantenido relaciones estrictamente profesionales con la mayor¨ªa de las actrices. De hecho, pr¨¢cticamente con todas ellas, con la excepci¨®n de Emmanuelle, Sharon y tal vez Nastassja. Nastassja y yo ya no est¨¢bamos juntos cuando rod¨¦ Tess. No, solo ha habido dos mujeres en mi vida. Una vez tuve¡ Sabr¨¢ que Sharon Tate era mi esposa. La conoc¨ª durante el rodaje de El baile de los vampiros.
P. Y se enamor¨®.
R. Desde el primer momento, cuando est¨¢bamos rodando en los Dolomitas.
P. En su autobiograf¨ªa cuenta que tomaban LSD juntos y escuchaban m¨²sica, y que as¨ª fue como empezaron su relaci¨®n.
R. Eso fue antes de que empez¨¢semos a rodar. Por supuesto, no tomamos LSD durante el rodaje. No olvide que entonces el LSD todav¨ªa era legal. Pero a Sharon y a m¨ª no se nos concedi¨® un futuro juntos. No dur¨® mucho.
P. En agosto de 1969, varios miembros del grupo de Charles Manson asesinaron a su esposa y a cuatro amigos en su casa de Los ?ngeles. Tate esperaba un hijo suyo. Usted estaba en Londres desde poco antes, pero se qued¨® unos d¨ªas m¨¢s, y por eso no estaba all¨ª la noche del suceso.
R. Antes sol¨ªa preguntarme c¨®mo logr¨¦ superar esa ¨¦poca.
P. ?Ya sabe la respuesta?
R. Ya no pienso m¨¢s en ello. Ten¨ªa que llegar el momento en que dejase de pensar. Cuando ocurri¨®, mis amigos me dec¨ªan que ten¨ªa que volver al trabajo, pero es imposible trabajar en esa situaci¨®n. Eres incapaz de hacerlo. Solo el tiempo trae aut¨¦ntico consuelo. Nada m¨¢s.
P. ?Cu¨¢nto tard¨® usted?
R. Mucho. Poco despu¨¦s del asesinato, me vi con un amigo, un psiquiatra. Me dijo que tardar¨ªa al menos cuatro a?os hasta que pudiese funcionar otra vez con normalidad. Entonces me pareci¨® mucho tiempo, pero result¨® ser m¨¢s de cuatro a?os. Me pregunto c¨®mo un psiquiatra puede equivocarse tanto.
P. En su pel¨ªcula de 2002, El pianista, sald¨® las cuentas con sus recuerdos. Es usted uno de los ¨²ltimos testigos contempor¨¢neos que puede relatar las experiencias en el gueto de Cracovia. ?Habla usted de ello? ?Con sus hijos, por ejemplo?
R. Es complicado. Intento recordar mi relaci¨®n con mi padre. Despu¨¦s de que ¨¦l regresase del campo de concentraci¨®n de Mauthausen, a veces se reun¨ªa con otros supervivientes. Y entonces hablaban del horror y de c¨®mo sobrevivieron. De c¨®mo mi padre usaba el papel de los sacos de cemento para vendar sus heridas infectadas, de c¨®mo aguantaban el papel en su sitio con alambre para que no entrasen las pulgas. No me gustaban esas historias. Lo que menos me gustaba era cuando hablaban de los castigos.
P. ?Era consciente de lo que estaba ocurriendo cuando los alemanes invadieron Polonia?
R. Yo ten¨ªa seis a?os, pero s¨ª, era consciente. Los adultos llevaban a?os hablando de eso. De su miedo, del odio, de la resistencia patri¨®tica de Polonia contra los alemanes. Los primeros alemanes que vi eran soldados que marchaban por Varsovia. ?Recuerda la secuencia de El pianista? Es exactamente como yo lo viv¨ª. Los mir¨¢bamos, y muchos les volvieron la espalda. Mi padre estaba a mi lado y me dijo en polaco: ¡°Esos cabrones. Esos cabrones¡±.
P. Vio c¨®mo reun¨ªan a su padre y a otras personas para llevarlos a un campo de concentraci¨®n.
Cuando se pierde a alguien, ?qu¨¦ m¨¢s da c¨®mo te lo han arrebatado?¡±
R. Yo corr¨ª hacia ¨¦l. Pero ¨¦l me alej¨® diciendo: ¡°?Vete! ?Vete!¡±. S¨¦ que estaba intentado salvarme la vida. Por instinto, yo quer¨ªa mantenerme al lado de mi padre. Habr¨ªa usado cualquier excusa posible para estar con ¨¦l. Un cr¨ªo es optimista por naturaleza; cree que todo acabar¨¢ bien. Sin embargo, yo sab¨ªa lo que hab¨ªa en juego. En ese momento, la muerte estaba al acecho, as¨ª que hui. As¨ª es como mi padre me salv¨® la vida.
P. Para entonces ya hab¨ªan deportado a su madre. ?Ustedes sab¨ªan que ya no estaba viva?
R. No. Sab¨ªamos que la hab¨ªan llevado a un campo de concentraci¨®n, a Auschwitz. Yo cre¨ª siempre que volver¨ªa alg¨²n d¨ªa. Despu¨¦s de la guerra, cuando mi padre ya hab¨ªa vuelto, segu¨ªa creyendo que mi madre estaba viva. Me parece que mi padre ni siquiera entonces sab¨ªa que el transporte del que ella formaba parte hab¨ªa ido directamente a las c¨¢maras de gas. Mi hermana tambi¨¦n estuvo en Auschwitz. Ella sobrevivi¨®.
P. ?C¨®mo se enfrenta uno a todas esas cosas? Usted sobrevivi¨® al gueto, su madre muri¨® y su padre estuvo en un campo de concentraci¨®n. Y luego, m¨¢s tarde, unos dementes asesinaron salvajemente a su esposa embarazada... ?No perdi¨® toda la fe en la humanidad?
R. No creo que usted filosofara sobre ello si le hubiese ocurrido algo similar. Se toma como algo personal. No te das cuenta del efecto que est¨¢ teniendo en ti. No piensas en el mundo. ?Por qu¨¦ a m¨ª? Tal vez sea porque fue algo tan fuera de lo normal. No solo para m¨ª, sino para cualquiera.
P. ?Fantase¨® con vengarse? ?Tuvo deseos de matar a la persona que se lo hab¨ªa hecho?
R. Por supuesto que se fantasea con la venganza. Si me hubiese encontrado con uno de ellos inmediatamente despu¨¦s, probablemente habr¨ªa reaccionado justo de esa manera. Pero dentro de m¨ª tambi¨¦n est¨¢ la voz racional, mis convicciones. Siempre he estado en contra de la pena capital. Aunque entonces me enfrentaba a la pregunta de si esa gente deber¨ªa ser condenada a esa pena, y qu¨¦ se conseguir¨ªa con eso. Para el mundo fue un acontecimiento, pero, ?qu¨¦ pasaba conmigo? Mi amor se hab¨ªa ido. Al final, ?qu¨¦ m¨¢s daba c¨®mo me lo hab¨ªan arrebatado, si por un c¨¢ncer o por un ataque al coraz¨®n? Cuando se pierde a alguien, se pierde a alguien. Las circunstancias se suman a la tragedia, pero solo para los extra?os, no para la persona afectada personalmente.
P. Despu¨¦s de eso dej¨® Los ?ngeles y se fue a vivir a Europa. Sin embargo, cuatro a?os m¨¢s tarde, en 1973, volvi¨® a Hollywood y rod¨® Chinatown.
R. No quer¨ªa volver nunca. A Bob Evans, el jefe de Paramount, le cost¨® mucho convencerme, igual que a Jack Nicholson. Pero una vez que estuve all¨ª, empec¨¦ a vivir de nuevo: fiestas, amigos, chicas. Entonces era otro planeta. Cuando hoy pienso en esa ¨¦poca, me parece como si hubiese vivido en otro planeta. La atm¨®sfera y la gente eran diferentes. La gente se divert¨ªa precisamente porque la alegr¨ªa de los sesenta se hab¨ªa acabado. La gente era feliz. Y, por supuesto, no hab¨ªa sida. M¨¢s tarde, el sida termin¨® con todo eso.
P. En esa ¨¦poca, Jack Nicholson y usted se hicieron amigos.
R. Hizo el papel protagonista en Chinatown. Pero ya ¨¦ramos amigos antes. A menudo ven¨ªa a visitarme a mi casa de Gstaad. Le ense?¨¦ a esquiar.
P. Fue en la casa de Nicholson en Los ?ngeles donde tuvo lugar el siguiente suceso que condicion¨® su vida.
R. Uf.
P. Samantha Geimer, de quien usted abus¨® sexualmente en casa de Nicholson cuando ella ten¨ªa 13 a?os, acaba de escribir su autobiograf¨ªa. Gran parte del libro est¨¢ dedicada a usted.
R. Estoy casi seguro de que probablemente no ser¨¢ como yo lo recuerdo.
P. ?Ha le¨ªdo el libro?
R. No, pero lo conozco, por supuesto.
P. Dadas las circunstancias, habla muy amablemente de usted.
R. Ah, ?s¨ª?
P. Hace poco tuvimos un encuentro con Geimer. No le guarda rencor. Pero, por supuesto, usted ya lo debe de saber.
R. S¨ª, lo s¨¦. Todo lo que puedo decir es que siento de verdad lo que le ha pasado todos estos a?os y la manera en que ha sido arrastrada por los medios de comunicaci¨®n. Yo siempre intent¨¦ mantener su nombre al margen hasta que todo esto se difundi¨®. Creo que ya no tengo nada m¨¢s que decirle sobre el tema. Leer¨¦ el libro cuando se publique aqu¨ª, en Francia.
P. Escribi¨® una carta a Geimer en 2009 y por fin le pidi¨® disculpas.
R. Porque la hab¨ªa visto en televisi¨®n. Para m¨ª fue importante verla por fin.
P. ?No podr¨ªa haber pedido disculpas antes y no 32 a?os despu¨¦s del incidente?
R. No hab¨ªa motivo. Todos intentamos simplemente olvidarlo. No voy a hablar de ello.
P. ?Es posible que ahora que usted tiene una hija de 20 a?os vea de otra manera el abuso de una chica de 13 a?os?
Una entrevista es algo desagradable. ?Por qu¨¦ deber¨ªa someterme a eso?¡±
R. Mire, yo tuve a mi hija muchos a?os despu¨¦s del incidente. Ya han pasado m¨¢s de 35 a?os. D¨ªgame solo una cosa: ?le parece que ya he estado bastante tiempo en libertad condicional? Si usted fuese el supervisor de mi libertad condicional, ?dir¨ªa que ya est¨¢ bien?
P. Puede ser que s¨ª. Pero lo cierto es que no ha podido viajar libremente durante d¨¦cadas. Poco despu¨¦s de rodar El escritor fue detenido en Suiza por el?caso Geimer. En la vida real ha tenido que sufrir consecuencias similares a las que se enfrentaba el personaje de su pel¨ªcula.
R. S¨ª, y estoy cargando con las consecuencias. Esa es una raz¨®n por la que intento evitar a la prensa. Para m¨ª una entrevista es algo desagradable. ?Por qu¨¦ deber¨ªa someterme a eso? Desde luego, sumergirme de nuevo en las tragedias de mi vida con usted, que es la persona dominante en la entrevista, es desagradable para m¨ª. La historia del incidente con Samantha no tiene fin. Y ahora est¨¢ su libro. Nunca se acaba. ?Por qu¨¦ demonios, despu¨¦s de 30 a?os viviendo como una persona libre, de repente me preguntan por mi detenci¨®n?
P. Hab¨ªa un fiscal de distrito de Los ?ngeles que quer¨ªa convertirse en fiscal general de California. Detenerle a usted debi¨® de ser una buena publicidad para ¨¦l.
R. Me convert¨ª en su caballo de batalla.
P. ?C¨®mo fue la experiencia de pasar dos meses en una c¨¢rcel suiza en 2009, seguidos por siete meses de arresto domiciliario?
He llegado a ser feliz, aunque en alg¨²n momento no lo pudiese imaginar¡±
R. Gracias por preguntarlo. ?C¨®mo piensa usted que fue? Fue malo para mi familia, en particular para mis hijos. Sufrieron mucho. Perder casi un a?o a tu padre es terrible a esa edad. Y yo ten¨ªa que terminar el montaje de El escritor. No poder entregar una pel¨ªcula es lo peor que puede suceder. Las vidas de cientos de personas y un mont¨®n de dinero dependen de ello. Ten¨ªa un viejo ordenador en la c¨¢rcel, pero no hab¨ªa Internet.
P. Es que era la c¨¢rcel.
R. Por eso me enviaron el premontaje a la c¨¢rcel en un DVD. Anot¨¦ lo que se ten¨ªa que editar. Luego le di las notas a mi abogado, que se las tuvo que ense?ar a la polic¨ªa. Por supuesto, a ellos les importaba una mierda. Por fin, el abogado pudo enviar las notas a mi editor, que aplic¨® los cambios. Fue muy complicado. En un momento dado habl¨¦ con el director de la prisi¨®n. Casi se avergonzaba de tener que mantenerme encerrado. Me dijo que no hab¨ªa problema, que mi montador pod¨ªa venir a la c¨¢rcel y traerse sus ordenadores de montaje. De esta manera, nos sentamos en una habitaci¨®n donde los presos normalmente pelaban cebollas y editamos la pel¨ªcula. Hab¨ªa un olor a cebollas tremendo. El alcaide y yo nos hicimos amigos.
P. ?Cree que, de alg¨²n modo, las penalidades de su vida han hecho de usted el artista que es ahora?
R. As¨ª que usted es de los que creen que un artista tiene que sufrir. ?Quiere decir que ha sido una suerte para m¨ª pasarlo tan mal?
P. Eso suena un poco c¨ªnico.
R. No soy c¨ªnico.
P. A pesar de todo, al final, ?ha llegado a ser feliz?
R. S¨ª, a pesar de que, en algunos momentos de mi vida, no me lo hubiese podido imaginar.
P. Debe de ser una persona optimista.
R. De lo contrario, hoy no estar¨ªa aqu¨ª con usted. Dudo que hubiese sobrevivido si fuese un pesimista.
? 2013 Der Spiegel. Traducci¨®n de News Clips.
Babelia
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