Y el medio tumb¨® al mensaje

En un tiempo en el que las obras se afanan por generar miles de lecturas, como si la rayuela fuera el ¨²nico juego posible, es una sorpresa situarse frente a las piezas de Dan Shaw-Town (Reino Unido, 1983). Representa una de esas j¨®venes generaciones formadas en los pupitres de la ¨¦lite art¨ªstica mundial (Goldsmiths, Londres) que han sabido construir un curr¨ªculo perfecto (ha expuesto en la galer¨ªa Marianne Boesky de Nueva York y en la londinense Lisson), pero sin caer en la tentaci¨®n de lo comercial. El creador brit¨¢nico es un verso suelto.

Hasta el 25 de enero, presenta en la galer¨ªa madrile?a Maisterravalbuena por primera vez su trabajo en Espa?a. A lo largo de su carrera, Dan Shaw-Town se ha interesado por las cualidades f¨ªsicas de los materiales industriales (vinilo, grafito, aluminio) y su transformaci¨®n a trav¨¦s de medios artesanales. Para esta serie madrile?a ha colocado p¨¢ginas del peri¨®dico The New York Times sobre una superficie de aluminio que antes ha rescatado de vallas publicitarias. Con una plancha aplica calor a las hojas del diario, lo que produce que la tinta del papel libere xileno provocando que el negativo de la p¨¢gina quede impreso sobre la superficie del metal. Cuanto mayor calor se aplica m¨¢s se difuminan las im¨¢genes hasta, en ocasiones, hacerlas desaparecer. El resultado se enmarca con una estructura de hierro.

?Y de qu¨¦ nos hablan esas im¨¢genes que aparecen y desaparecen? El artista brit¨¢nico obvia las ex¨¦gesis. Lo suyo es una indagaci¨®n sobre los materiales por los materiales. Subvierte las ideas de soporte e imagen y, por tanto, el concepto de representaci¨®n. El argumentario de T¨¤pies anda bien cerca. As¨ª como las t¨¦cnicas m¨¢s cl¨¢sicas del grabado.

La obra m¨¢s rotunda est¨¢ concebida por dos planchas de aluminio y una barra de acero de lado a lado, que unen los paneles ¡ªcon esas im¨¢genes a la fuga¡ª en un mismo plano. A su vera, otro panel de metal; y, en el suelo, casi escondido, un pasamanos anclado al solado con im¨¢genes transferidas sobre el aluminio. Reivindicando la sensaci¨®n t¨¢ctil de lo representando. Reivindicando el trampantojo de algo que parece ser escultura, pero que, de verdad, nos lleva a la pintura. O, tal vez, a ninguna de las dos. Un trampantojo al cuadrado. Es el gran acierto de esta exposici¨®n.