Siete pecados para acabar el a?o
La avalancha de libros de gastronom¨ªa y diet¨¦tica es tal que se corre el riesgo de saturar el mercado
La bibliograf¨ªa acerca de los siete pecados capitales, ¡°cabeza¡± de todos los dem¨¢s, es inabarcable. Fijado su n¨²mero definitivamente en el siglo VI por san Gregorio Magno, que asimil¨® el de tristeza (tristitia) a la pereza, los te¨®logos medievales se ocuparon de analizar sus causas, consecuencias y remedios con una apabullante exhaustividad que tambi¨¦n puede rastrearse en las m¨¢s diversas manifestaciones de la cultura popular. Lo que s¨ª ha variado es su orden de prevalencia y su jerarqu¨ªa maligna. En el Libro de buen amor (del que acaba de publicarse en la estupenda Biblioteca Castro la edici¨®n de Jacques Joset), por ejemplo, el conjeturable Juan Ruiz vincula la gula a la lujuria ¡ªno iba descaminado el mos¨¦n¡ª, pero considera que el peor de todos es la avaricia: ¡°de todos los pecados es ra¨ªz la Cobdicia:?/ esta es tu fija mayor; tu mayordoma, Ambicia:?/ esta es tu alf¨¦rez, e tu casa oficia; esta destruye el mundo, sostienta la justicia¡±. Como ven, es como si el de Hita estuviera predicando hoy en Wall Street. A lo largo de los siglos, los escritores han utilizado los siete pecados capitales para trazar pretendidas tipolog¨ªas nacionales: en Espa?a se convirti¨® en un sonado superventas de su ¨¦poca El espa?ol y los siete pecados capitales (Alianza, 1966), de Fernando D¨ªaz-Plaja (1918-2012), que ampli¨® posteriormente su mirada a estadounidenses, italianos, franceses y hasta a uruguayos. Savater, desde un punto bastante m¨¢s serio, cuestionaba en su ensayo Los siete pecados capitales (Debolsillo, 2005) su posible vigencia como referente ¨¦tico en el siglo XXI. Pero, adem¨¢s, y por su car¨¢cter num¨¦rico limitado, los pecados capitales se prestan estupendamente para armar series editoriales cerradas en las que cada pecado se encarga a un escritor para que lo desarrolle. As¨ª, Paid¨®s public¨® hace algunos a?os la traducci¨®n de la serie The Seven Deadly Sins, publicada originalmente por Oxford University Press, de la que recuerdo con gusto el volumen dedicado a la Lujuria, a cargo del fil¨®sofo Simon Blackburn. Y ahora La Balsa de la Medusa se ha lanzado a publicar en castellano la serie italiana (de Il Mulino) I sette vizi capitali, cuyos dos primeros vol¨²menes son La avaricia, pasi¨®n por tener, de Stefano Zamagni, y La ira, pasi¨®n por la furia, de Remo Bodei. El ¨²nico que he podido leer hasta la fecha es el ¨²ltimo, que me ha interesado especialmente por trazar una fenomenolog¨ªa de esa pasi¨®n (no siempre condenada por la Iglesia o la moral: hay iras ¡°justas¡±) a trav¨¦s de algunas manifestaciones literarias: desde la Biblia (Yahv¨¦ se muestra a menudo la mar de cabreado) o la Il¨ªada (que canta la c¨®lera de Aquiles), a Dante (con sus airados sumergidos en el fango negro de la Estigia) o Shakespeare (la ira enloquecida de Lear).
Recetas
A juzgar por los escaparates de las librer¨ªas, se dir¨ªa que los espa?oles estamos aprendiendo a comer. La avalancha de libros de gastronom¨ªa y diet¨¦tica (incluidos los de enzimas m¨¢gicas) es tal que el mercado corre peligro de saturarse, con la consabida secuela de excedentes que regresar¨¢n a los almacenes para permanecer en letargo hasta que, dentro de un par de a?os, reaparezcan devaluados en las rebajas estacionales. Como a nadie se le escapa, la proliferaci¨®n de libros gastron¨®micos y afines tiene mucho que ver con algunos programas y espacios televisivos con presencia de chefs y cocineros en ciernes que han conseguido audiencias antes impensables. Hace unos a?os ese segmento de la producci¨®n editorial era discreto, pero ahora estamos sepultados bajo un alud de libros de chefs, cocineros y mindundis cocinillas de toda laya. Algunos funcionan comercialmente mejor que otros, como S¨ª, chef (Espasa), que contiene las recetas del jurado de MasterChef; Tapas, la cocina del Tickets (RBA), de Albert Adri¨¤ (que de paso publicita su ¡°gastrobar¡± barcelon¨¦s), o el muy vendido La boutique de pasteler¨ªa (Blume), de Peggy Porschen, cuyas recetas de cupcakes (otra moda importada) circulan vertiginosamente por las redes sociales. Bueno, reconozco que a m¨ª esos libros me interesan muy poco, pero hoy he estado salivando mientras hojeaba No m¨¢s recetas de mam¨¢ (Plaza & Jan¨¦s), un original recetario con comentarios autobiogr¨¢ficos, cuyos autores son tres antiguos ¡°erasmus¡± (Marc Castellv¨ª, Adri¨¤ Pifarr¨¦ y Carlos Rom¨¢n) a los que les dio por comer bien en Manchester ¡ªdonde no es f¨¢cil hacerlo¡ª y que, m¨¢s tarde, desarrollaron sus experiencias en un blog muy visitado. Como la cabra tira al monte, la receta que m¨¢s me ha gustado es la del Kentucky Fried Rabbit (conejo), pero siguiendo su consejo acerca de que las ¡°recetas est¨¢n para salt¨¢rselas¡±, decido hacer un viaje a una cercana franquicia del Colonel Sanders y conformarme con el original a base de pollo. Para chuparse los dedos.
Historia
Importantes novedades a cargo de historiadores e hispanistas angl¨®fonos. El se?or del mundo (Planeta), de Hugh Thomas, completa la trilog¨ªa iniciada con El imperio espa?ol: de Col¨®n a Magallanes (2003) y continuada con El imperio espa?ol de Carlos V (2010). El nuevo volumen se centra en Felipe II (el ¡°gran procrastinador¡±) cuando ya hab¨ªa finalizado la fase m¨¢s expansiva del Imperio y los conquistadores hab¨ªan dejado paso a los gobernadores, administradores y bur¨®cratas. La trilog¨ªa de Thomas ¡ªun historiador que siempre ha sabido interesar al lector no especialista¡ª constituye una de las m¨¢s completas y ¨¢giles panor¨¢micas del periodo, por m¨¢s que en ella puedan encontrarse algunas simplificaciones y ciertas carencias que su p¨²blico primario, el lector culto angloamericano, no echar¨¢ de menos. Particularmente interesante es la caracterizaci¨®n del monarca como ¡°d¨¦spota ilustrado¡± y exageradamente piadoso, capaz de mantener a la vez una biblioteca de m¨¢s de 14.000 vol¨²menes y una colecci¨®n de casi 7.000 reliquias. La armada invencible (Pasado y Presente), de Robert Hutchinson, incorpora y reelabora con sentido cr¨ªtico y amenidad las m¨¢s recientes investigaciones de historiadores brit¨¢nicos y espa?oles en torno a un acontecimiento anteriormente contaminado por las pulsiones nacionalistas de historiadores de ambos bandos, lo que ha provocado la persistencia de mitos en el imaginario colectivo de los dos pa¨ªses. El tambi¨¦n brit¨¢nico Geofrey Parker (que se ha ocupado en reiteradas ocasiones de los mismos temas que Thomas y Hutchinson) explora en El siglo maldito (Planeta) el conjunto de desastres que se sucedieron en el globo durante la segunda mitad del siglo XVII ¡ªhambrunas, invasiones, sequ¨ªas, guerras, asesinatos pol¨ªticos¡ª y la influencia que en el desarrollo de la econom¨ªa y la sociedad europeas tuvieron las profundas alteraciones clim¨¢ticas ¡ª¡°la peque?a edad de hielo¡±¡ª que concurrieron en la primera mitad del siglo y contribuyeron decisivamente a la duraci¨®n de las crisis. En el ep¨ªlogo del libro (¡°es el clima, est¨²pido¡±), Parker encuentra ciertos paralelismos entre los desastres clim¨¢ticos del XVII y los de la actualidad, afirmando que de producirse hoy una secuencia de cat¨¢strofes naturales de similares proporciones ¡°acabar¨ªa con la vida de miles de millones de personas¡±.
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