Falacias
Rajoy debe de haberse exprimido excesivamente el cerebro para llegar a la sorprendente conclusi¨®n de que si hay menos personas en paro habr¨¢ m¨¢s personas trabajando
Leo un reportaje en este peri¨®dico que hace notar¨ªa de una evidencia escalofriante. Cuenta que a partir de los 35 a?os puede resultar milagroso que los parados encuentren trabajo. Aunque imagino que las empresas consideraran que algunos escogidos todav¨ªa podr¨ªan ser rentables si aceptan ser retribuidos en plan trabajo basura. Y tampoco est¨¢ claro que la mayor¨ªa de los que tienen menos de 35 a?os y est¨¢n en condiciones para realizar esa actividad tan ex¨®tica conocida como trabajo lo consigan. Segun las estad¨ªsticas un 55% de los que est¨¢n viviendo su supuesta edad de oro, solo conocen los lunes al sol, viven de sus familias, ni siquiera han palpado eso tan alentador y que en otros tiempos fuera tan normal de la primera oportunidad para ganarse la vida. La vida debe de ser algo muy angustioso, hostil y desesperante para todas esas personas. Con 25 a?os o con 50.
Y te preguntas qu¨¦ sienten cuando ven y escuchan a un se?or con barba, cuya profesi¨®n es servir a la comunidad y de paso salvarnos a todos del desastre, asegurando con gesto entre triunfalista y contrito que 2012 fue el a?o de los ajustes, el actual el de las reformas, pero que cuando comparezca en el pr¨®ximo para contarnos como anda el mercado laboral habr¨¢ menos personas en paro y m¨¢s personas trabajando. Por cierto, el enunciado de lo ¨²ltimo es una ofensa a la obviedad. Rajoy debe de haberse exprimido excesivamente el cerebro para llegar a la sorprendente conclusi¨®n de que si hay menos personas en paro habr¨¢ m¨¢s personas trabajando. Elemental, querido Watson.
El discurso navide?o del monarca, marcado por la inexplicable deserci¨®n de parte de sus amados s¨²bditos (ha registrado la peor audiencia en los ¨²ltimos 15 a?os), tambi¨¦n tuvo su punto gracioso. Su solidario y conmovido recuerdo de las vicisitudes de los j¨®venes, los parados, los ancianos, los desahuciados, los inmigrantes, etc¨¦tera, entraba dentro de lo previsible en el guion que le escriben sus humanistas asesores, pero lo de que como rey de Espa?a quiere trasmitirnos la seguridad de que asume las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad (ayer, al parecer, no) posee su miga. ?D¨®nde se estudian esas carreras de la ejemplaridad y la transparencia?
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