Teatro impertinente
Busca historias que le comprometan, que desnuden de alguna manera sus lugares m¨¢s secretos El teatro del argentino Claudio Tolchachir, impulsor de Timbre 4, nace de la necesidad de contar El pr¨®ximo jueves estrena en Madrid, en los Teatros del Canal, su cuarta obra, 'Emilia'
Su teatro hace que la vida explote en el escenario. Y, como en la vida, lo que uno encuentra all¨ª es peligro e imperfecci¨®n, riesgo y humanidad. Un latido de libertad y excitaci¨®n por el juego, un disparador contra la comodidad, un encuentro con la realidad, todo dentro de una b¨²squeda implacable de la felicidad. As¨ª es el teatro de Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1975), ese argentino que en plena recesi¨®n econ¨®mica en su pa¨ªs se atrevi¨® a abrir en un piso grande y destartalado una escuela de actores y una sala teatral de apenas 50 butacas, a la que se acced¨ªa apretando el timbre n¨²mero cuatro. Se recuerdan todav¨ªa las colas que se formaban al final de un pasillo largo de una calle en el barrio de Boedo, al sur de Buenos Aires, para vivir ese teatro impertinente de un grupo de desconocidos. De eso se han cumplido ya diez a?os y esas 50 butacas se han convertido en 200. Hoy su compa?¨ªa, Timbre 4, es ejemplo y est¨ªmulo para muchos grupos teatrales en Espa?a que buscan otros modos de salir a escena y de encontrar un hueco que les permita sobrevivir. Tras la sorpresa y el ¨¦xito de su trilog¨ªa ¡ªLa omisi¨®n de la familia Coleman, en torno a una destartalada familia con un pasado secreto, Tercer cuerpo, un paseo por la geograf¨ªa gris y l¨²gubre de una oficina, y El viento en un viol¨ªn, un retrato de madres desesperadas e hijos atormentados¡ª Tolcachir se presenta de nuevo en Madrid, el pr¨®ximo jueves, con su cuarta y ¨²ltima obra, Emilia, la primera que escribe en soledad, una historia de sacrificios, mentiras y miedos de la que ha realizado dos montajes teatrales, uno en Buenos Aires, con actores argentinos, y otro para Espa?a, con int¨¦rpretes espa?oles. Emilia,en Madrid, en los Teatros del Canal, estar¨¢ protagonizada por Gloria Mu?oz, Malena Alterio, Alfonso Lara, Daniel Grao y David Castillo.
Esa experiencia de doble montaje la hizo en el pasado con Todos eran mis hijos, el cl¨¢sico de Arthur Miller de 1947, pero es la primera vez que lo hace con un texto suyo. ¡°El teatro son los actores, son ellos los que le dan volumen al relato. Cada actor le regala a su personaje un color y una historia que lo hacen ¨²nico. Yo voy a los ensayos a descubrir. Llego repleto de preguntas y una inmensa curiosidad por encontrar lo que all¨ª puede suceder. Busco que nos entendamos, que podamos confiar y equivocarnos. Desde all¨ª, cada uno con sus experiencias personales, que son el verdadero puente entre las palabras escritas y los cuerpos, nace la construcci¨®n final y el car¨¢cter del espect¨¢culo¡±, explica Tolcachir, v¨ªa correo electr¨®nico desde Buenos Aires, antes de iniciar su viaje a Madrid.
¡°Voy a los ensayos a descubrir. Llego repleto de preguntas y una inmensa curiosidad por encontrar lo que sucede¡±
Son dos obras distintas las que han salido de Emilia y este dramaturgo, actor y profesor, que no oculta que su ¡°primer amor¡± fue la interpretaci¨®n, est¨¢ orgulloso de ello. ¡°Es toda una suerte. Son los actores los que hacen que, a pesar de ser la misma obra, al final sean diferentes. Ser¨ªa una tonter¨ªa perderse esta particularidad. Creo que el trabajo de todos es desaparecer en nuestra individualidad para desarrollar el todo. No ver un actor, ni una escenograf¨ªa, ni una puesta en escena, sino ver un universo vivo que parezca accidental desarroll¨¢ndose genuinamente frente a nuestros ojos¡±.
Su punto de partida a la hora de escribir una obra responde a una sencilla pregunta. ?De qu¨¦ quiero hablar? El dolor, la soledad y la fragilidad, los desencuentros, las familias al l¨ªmite, la necesidad de amar, el humor, siempre el humor, han sido constantes en ese camino de piedrecitas que ha ido jalonando este hombre del teatro, siempre a la b¨²squeda de nuevos procedimientos esc¨¦nicos. Y de lo que ha querido hablar en Emilia es de sus propios fantasmas personales, de recuerdos de infancia, de c¨®mo la memoria y la solidaridad se tornan fr¨¢giles e inc¨®modas. ¡°Probablemente Emilia sea una pregunta sobre c¨®mo entendemos el amor. Sus personajes est¨¢n enredados en un mecanismo amoroso que no los hace felices y del que, sin embargo, no pueden escapar. El amor se confunde con la gratitud, la culpa o la posesi¨®n¡±.
Est¨¢ claro que Tolcachir necesita excitarse, escribir lo que le conmueve, porque, asegura, ¡°las historias que cuento me comprometen, de alguna manera me desnudan en mis lugares m¨¢s secretos. Soy muy ego¨ªsta en mis b¨²squedas. Me acostumbr¨¦ a hacer lo que quiero y trato de ser fiel a esa elecci¨®n¡±.
Ah¨ª est¨¢ quiz¨¢s el secreto de Tolcachir, en hacer lo que uno quiere, lo que uno anhela, aquello que te quema por dentro. ¡°Timbre 4 naci¨® esencialmente de una necesidad. Busc¨¢bamos libertad para hacer lo que quisi¨¦ramos, busc¨¢bamos un refugio en medio de una crisis econ¨®mica y social desesperante, busc¨¢bamos desarrollar nuestra vocaci¨®n, perfeccionar, arriesgar, profesionalizar esa b¨²squeda. Y, sobre todas las cosas, quer¨ªamos estar juntos porque nos hac¨ªa felices. Esos objetivos se cumplieron y siguen siendo el motor para sostener ese espacio¡±.
Pero no solo de poes¨ªa y creaci¨®n vive el teatro, algo que tuvo claro desde el principio esta compa?¨ªa y es, sin duda, una de claves de su ¨¦xito. Es esa combinaci¨®n de artesan¨ªa y profesionalidad la que jalona su trayectoria. ¡°Desde el principio entendimos que ten¨ªamos que ser muy exigentes en las cuestiones organizativas, en el trabajo de producci¨®n y difusi¨®n, en la planificaci¨®n de las giras¡ En ese momento era un modelo extra?o esa mezcla de teatro independiente, pero que, al mismo tiempo, pretend¨ªa autoabastecerse y progresar tambi¨¦n en su estructura¡±.
Su teatro naci¨® de la crisis y quiz¨¢s influy¨® en el nacimiento de este tipo de propuestas sencillas, sin grandes alharacas, pero rechaza contundente ese estado de precariedad y de p¨¦rdida de derechos adquiridos. ¡°Ser¨ªa muy canalla defender eso¡±. Si cree que el teatro experimental, las b¨²squedas m¨¢s extremas o los espacios donde uno puede realmente investigar en su profesi¨®n no suelen ser los espacios formales, que tiene que existir un teatro diferente que no busque ¨²nicamente el r¨¦dito econ¨®mico ni responda a los par¨¢metros convencionales del ¨¦xito, que nazca de la necesidad de renovarse. ¡°Ah¨ª est¨¢ el latido del universo teatral¡±.
¡°El teatro que sirve, el que se queda pegado al cuerpo, es el que nace de la necesidad. Hay que experimentar, exponerse¡±
Un escenario que alberga diferentes espacios, algo oscuro, con fardos, maletas y enseres por medio. La familia acaba de mudarse de casa. No saben d¨®nde est¨¢ la vajilla ni tampoco encuentran la comida. Hay excitaci¨®n en el ambiente, no se sabe bien qu¨¦ pasa. Solo, la madre (Malena Alterio), descalza, est¨¢ como ausente, frente a la aparente buena sinton¨ªa del padre (Alfonso Lara) y el hijo (David Castillo), algo extra?a. Un misterioso personaje (Daniel Grao) espera sentado, fuera del marco del escenario. La angustia o la tragedia se masca en el ambiente. Aparece Emilia (Gloria Mu?oz), una mujer de edad que ha cuidado del padre cuando este era un ni?o. Empieza la funci¨®n de Emilia, de ese teatro de vida o muerte, sin prejuicios que no conoce espacios ni tama?os. No el m¨¢s chico tiene que ser mejor que el grande, dice. Lo que cambia es el compromiso, el no quedarse quieto ni derrumbarse. ¡°El teatro que sirve, el que se queda pegado en el cuerpo es que nace de la necesidad. Tenemos que hacer, tenemos que probar, exponernos, y, si las propuestas no vienen de fuera, tenemos que inventar y defender la alegr¨ªa y la libertad como bien fundamental de nuestra vida y de nuestra profesi¨®n. Un montaje espectacular puede ser inolvidable si tiene poes¨ªa, si vibra en su esencia, si est¨¢ bien realizado. Ojal¨¢ todas las formas de teatro crezcan y se alimenten entre s¨ª. No es inteligente legitimarse por la diferencia. Tenemos que encontrar nuestra propia identidad, de la manera m¨¢s honesta y humilde¡±.
?Qu¨¦ ofrece el teatro independiente frente al llamado comercial? ¡°El teatro independiente tiene que arriesgar, esa es su esencia, tiene que buscar formas nuevas, escapar de las convenciones. Esa es su marca y su responsabilidad. El ¨¦xito de una obra no es cu¨¢nta gente la vio, sino lo que pudo modificar a quienes participaron, artistas y p¨²blico. Ese es su triunfo¡±, dice este aut¨¦ntico fan¨¢tico de la serie de los Simpson, con la que creci¨® y de la que se sabe algunos cap¨ªtulos de memoria.
Se dice heredero de aquellos que hicieron teatro durante la dictadura argentina, de todo aquel movimiento de resistencia en el que el teatro se hac¨ªa como sea, pero se hac¨ªa. De ellos aprendi¨® la impertinencia y la capacidad de trabajo bajo cualquier circunstancia. Y ahora, al Estado le exige estimular, proteger y facilitar marcos de producci¨®n, pero, por encima de todo, ¡°no molestar¡±.
A Tolcachir le sigue gustando esa frase del dramaturgo George Kauffmann que dec¨ªa que el teatro en Argentina es ¡°el magn¨ªfico enfermo¡±. ¡°Es lo que corresponde. En cuanto nos acomodamos, nos estamos muriendo¡±.
Emilia. Texto y direcci¨®n: Claudio Tolcachir. Int¨¦rpretes: Gloria Mu?oz, Malena Alterio, Alfonso Lara, Daniel Grao y David Castillo. Teatros del Canal. Madrid. Del 9 de enero al 9 de febrero de 2014.
Tolcachir o el entusiasmo
Le vimos por primera vez como actor: era, ins¨®litamente, Irina en Un hombre que se ahoga, la sorprendente puesta de Veronese. Entre 2005 y 2011 vimos su trilog¨ªa como autor y director, que ha paseado por medio mundo: La omisi¨®n de la familia Coleman, Tercer cuerpo y El viento en un viol¨ªn. Luego lleg¨® su versi¨®n de Todos eran mis hijos, de Arthur Miller.
La semana pasada entr¨¦ en el portal de Facebook de Claudio Tolcachir. Hablaba de sus talleres de teatro en Buenos Aires, en su primera sala, Timbre 4, el apartamento de Boedo 640, y en la que abri¨® en 2011, conectada por un pasillo con la anterior, en M¨¦xico 3554. Me permito transcribir parte de lo que dice, porque creo que le define muy bien:
¡°Qu¨¦ alegr¨ªa profunda este diciembre de ensayos y de muestras. Lo que m¨¢s amo del teatro se une aqu¨ª: locura de trabajo, complicidad de equipo, excitaci¨®n de abismo. Todo mezclado: textos cl¨¢sicos y contempor¨¢neos, alumnos nuevos y antiguos, exalumnos, ni?os, viejos. Llevo un a?o de trabajo y eso se siente y emociona. Emociona la evoluci¨®n y reconocernos cada vez m¨¢s compa?eros. Abrir las puertas, armar la sala, limpiar los ba?os¡ Estas semanas en Boedo y M¨¦xico todo es teatro, absolutamente todo. Y es mi alimento para todo el a?o¡±.
Carlos Hip¨®lito quiso trabajar con ¨¦l desde que vio La omisi¨®n de la familia Coleman. Y fue Tolcachir quien le llam¨® para protagonizar Todos eran mis hijos. "Tolcachir es como Tint¨ªn, pero en alto. En muy alto. Y se acerca a los textos con la misma curiosidad aventurera", me cuenta. "Es uno de los directores con los que m¨¢s a gusto he trabajado. Y Todos eran mis hijos fue, igualmente, uno de los procesos creativos m¨¢s bonitos y enriquecedores que he vivido. Tengo much¨ªsimas ganas de repetir, porque es un director muy cercano a los int¨¦rpretes: porque es actor y por talante. No se comporta como un director. Es uno m¨¢s, un miembro del equipo que tiene una mirada de conjunto y se encarga de conseguir que la verdad fluya. Crea equipo de una forma instant¨¢nea, porque no adopta posiciones de poder. Y seas protagonista o tengas dos frases, te hace sentir, sin falsos halagos, que eres el ¨²nico actor en el mundo que puede hacer ese papel. A ¨¦l le da igual de qu¨¦ escuela vengas o c¨®mo te acerques al personaje. Lo verdaderamente importante para ¨¦l es que est¨¦s en contacto con los otros, porque sabe que de ah¨ª sale la verdad, y si hay verdad la frase sonar¨¢ bien, la pausa ser¨¢ justa¡ Cree, y yo tambi¨¦n, que el teatro es una ventana abierta hacia la vida, y eso es lo que quiere ver el espectador".
Hablo luego con Alfonso Lara, que junto con Gloria Mu?oz y Malena Alterio encabeza el reparto de Emilia, la nueva funci¨®n de Tolcachir, cuyo estreno en Madrid (Teatros del Canal) tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo 9 de enero de 2014. Sin saberlo, coincide plenamente con lo que me ha contado Hip¨®lito. "El trabajo con Claudio Tolcachir es muy placentero para un actor, porque sabe crear compa?¨ªa, esa formidable complicidad entre todos los integrantes de un equipo: nos ha dado mucho cari?o y se nos ha llevado al huerto, en el mejor sentido de la palabra. Yo llegu¨¦ a los ensayos con una sensaci¨®n de exigencia muy grande, porque ¨¦l es actor, y muy bueno, y el conocimiento de sus propios textos es enorme. No es un director de puestas aparatosas, con grandes efectos, ni, dir¨ªa, de muchas met¨¢foras esc¨¦nicas. Es, esencialmente, un director de actores, porque lo f¨ªa y lo deposita casi todo en ellos. Ese acto de suprema confianza supone, como digo, que el actor quiera d¨¢rselo todo a cambio, sin imposici¨®n alguna por su parte: su buen car¨¢cter, su sabidur¨ªa, su entusiasmo, y sobre todo el gran amor que tiene por su profesi¨®n, y que sabe transmitir, hace que las ganas de entregarse sean enormes".
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