Operaci¨®n Fracaso
Un ¡®talent-show¡¯ australiano que celebra a los perdedores cuestiona junto a varios libros recientes el concepto de triunfo
En el libro Tom Waits, conversaciones, entrevistas y opiniones (de Marc Montadon y editado aqu¨ª por Global Rhythm), el muy bromista afirma, quiz¨¢ en el descanso de uno de esos conciertos con entradas a 120 euros, que no le tiene miedo a nada. ¡°De hecho, s¨®lo hay unas pocas cosas que me asustan¡±, matiza, ¡°Me da miedo ir andando un d¨ªa por Los ?ngeles y caerme en una alcantarilla y encontrarme ah¨ª abajo con 500 m¨²sicos de bossanova en paro que van a tocarme La chica de Ipanema hasta matarme¡±.
Y, sin embargo, ?qu¨¦ culpa tiene ese medio millar de m¨²sicos? Si bien es cierto que los cantantes versionadores de gorgorito y v labiodental (esos que pronuncian la ¡°uve¡± como si fueran sacerdotes pret¨¦ritos) son dif¨ªciles de soportar, existe todo un universo de m¨²sicos abnegados que llevan d¨¦cadas tocando sin m¨¢s ¨¢nimo que pasar buen rato. Esos que hacen m¨²sica por el placer de tocar como fin y no por las beneficios genitales y econ¨®micos que esa actividad podr¨ªa reportarles (esto es, el concepto de triunfo como lo conocemos) no van a dejar de hacerlo jam¨¢s. A ellos, a esas bandas de amigos del colegio que tocan en sus pisos, en el garaje del padre y que ofrecen grandes giras en fiestas de cumplea?os de la zona alta, en centros de salud y en marquesinas de comercios va dirigido el programa de la ABC australiana Exhumed. Un talent show que empatiza con esos grupos que no escuchar¨ªas en bucle pero que inspiran cierta ternura libre de condescendencia, como suced¨ªa con el Michael Jackson de Mister Lonely, la pel¨ªcula de Harmony Korine (¡°?Quer¨¦is vivir para siempre?¡±, les preguntaba a los ancianos de un asilo, mientras uno de ellos se amartillaba la cabeza con un piolet).
Auspiciada por James Valentine, saxo de bandas profesionales nuevaoleras de pelo cardado como Models, la idea arranc¨® como programa de radio. El m¨²sico redescubri¨® la magia de las salas peque?as tocando en un cuarteto de jazz en el pub Double Bay, ¡°pero lo hac¨ªa por el placer, no para ganarme la vida. Mi actitud no es muy diferente a la de las bandas que han participado en el programa¡±. Exhumed fue un ¨¦xito, as¨ª que pronto se convirti¨® en formato televisivo (es de recibo apuntar que cinco de los diez programas m¨¢s vistos de la televisi¨®n australiana est¨¢n relacionados con la m¨²sica).
Cuando abri¨® la convocatoria, Valentine esperaba que se presentaran cuatro gatos sin pericia alguna, pero lo hicieron hasta 1.400 participantes que quer¨ªan asomar la cabeza en alguna de las cinco entregas del programa, que acababa hace unos d¨ªas. ¡°No estamos diciendo que intentemos encontrar a la mejor banda de mediana edad de Australia¡±, explic¨® en su d¨ªa a la prensa de su pa¨ªs, ¡°Hay colegas tocando desde hace 30 a?os. Lo hacen por el hecho de tocar, les importa much¨ªsimo la m¨²sica, lo hacen con pasi¨®n¡±. De hecho, a diferencia de Factor X, La Voz o cualquier otro talent show en la estela de Operaci¨®n Triunfo, aqu¨ª no hay premio: ni se promete un contrato con una multinacional (como s¨ª hace Masterpiece, el reciente reality italiano para escritores, otra idea at¨ªpica) ni tampoco existe recompensa econ¨®mica (lo m¨¢s parecido aqu¨ª, y dista mucho de parecerse en algo, ser¨ªa Generaci¨®n Rock, presentado por el redimido ¨C¡°el chocolate que m¨¢s me pone¡±- Melendi).
Esta banda tiene tu vida
Valentine comparte apellido con Jonny Valentine, protagonista de la reci¨¦n publicada novela de Teddy Wayne, en la que un trasunto de Justin Bieber alcanza la fama desde Youtube (propulsi¨®n directa a la fama). Pero su idea de ¨¦xito es otra: ¡°Queremos contagiar ese esp¨ªritu a los televidentes, que se animen a tocar¡±.
Ese esp¨ªritu, si bien en bandas con una vocaci¨®n art¨ªstica algo m¨¢s ambiciosa, recorre otro libro de no-ficci¨®n que lleg¨® hace poco a las librer¨ªas: Nuestra banda podr¨ªa ser tu vida, de Michael Azerrad (Editorial Contra). All¨ª, Calvin Johnson explica que la m¨²sica de su grupo Beat Happening era as¨ª de sencilla porque planteaba una situaci¨®n de gana-gana: si es tan f¨¢cil, hazlo t¨² mejor, te animo; si no lo haces, c¨¢llate la boca. El t¨ªtulo del libro, de hecho, est¨¢ tomado de un verso de la canci¨®n History Lesson Pt II, firmada por Minutemen, un combo que, seg¨²n sus componentes, se esmeraba tanto en tocar ¡°como lo puede hacer un reponedor de productos de supermercado muy motivado¡± (su obsesi¨®n era ser normales, si bien anotaban que les encantaba la gente normal, aunque parte de ella era ¡°idiota por culpa del sistema¡±).
Para los ¡®nunca fueron¡¯
Exhumed era un concurso ¡°no para los has been, no para los wanna be, sino para los never were¡±. Las ¨²nicas condiciones eran que los miembros tuvieran m¨¢s de 30 a?os y que ninguno fuera profesional.
Entre los m¨¢s destacados, figuraban Amnesia Blues Band (un treinta?ero entusiasta a la bater¨ªa junto con algunos se?ores m¨¢s vetustos aullando temas sobre la pena y pas¨¢ndolo en grande en su garaje); unos imitadores de los Beatles, The Deccadents, bautizados en homenaje a la discogr¨¢fica que dijo que no a los fab four, o The Deloreans, tres nerds eternos en el pisito de unos padres tocando con bater¨ªa digital y con (ojo a ese rasgo indiscutible) con keytar (o guitarra teclado) el riff (dificilito) de Sweet Child Of Mine.
Tambi¨¦n descollaron Jon Johnson & The Johnson, cuyo tope de aforo hab¨ªan sido unas 50 personas y The Glitter Gang, con varios cincuentones ba?ados en purpurina y bordando hits de glam rock, el m¨¢s vilipendiado de los subg¨¦neros musicales (el glam rock de pub, no el de Bolan o Bowie). Estamos hablando de un programa que mostraba el arte de cantantes que interrumpen su ensayo para sacar leche a las vacas y que se ganan la vida empacando alfalfa¡. ¡°Uno de los ¨¦xitos ha sido descubrir otras zonas m¨¢s rurales, m¨¢s all¨¢ de Brisbane, por ejemplo, donde se vive la m¨²sica al m¨¢ximo¡±, explicaba James Valentine cuando estren¨® este proyecto que podr¨ªa tener algo de El sem¨¢foro o de Todo el mundo es bueno, si no fuera porque no hay pizca de iron¨ªa en sus palabras.
La final, celebrada en una sala de fiestas entre seis bandas, se cerr¨® con una versi¨®n entre todos, ir¨®nica y divertida, de Long Way to the Top. ¡°Estos grupos tocan en barbacoas de colegas y en escuelas locales, as¨ª que el sitio era perfecto. Viendo estas bandas querr¨¢s beber cerveza, y ellas tambi¨¦n, as¨ª que no ten¨ªa sentido hacerlo en el Opera House¡±, recapitul¨® Valentine. El exitoso show se convirti¨® el ant¨®nimo exacto del reality musical dist¨®pico de la serie Black Mirror en el que ten¨ªas que jugarte la vida (o darla) para abrazar el triunfo (una ficci¨®n, por otro lado, que se queda corta ante otros formatos reales como el Factor X de Indonesia)
La medalla de los perdedores
La fascinaci¨®n por artistas perdedores de toda ¨ªndole viene de lejos y est¨¢ presente en antih¨¦roes literarios recientes como el Cochise Jones de la novela Telegraph Avenue, de Michael Chabon, o el Barrett Rude Junior, ex cantante acabado de nothern soul en La fortaleza de la soledad, de Jonathan Lethem. Su onda expansiva po¨¦tica alcanza a outsiders como Wesley Willis, The Shaggs o Michael Yonkers, y a profesionales que se pasaron a la vida normal como Vic Godard (leyenda punk, ahora en activo pero tambi¨¦n como cartero) o Bill Withers. Incluso a los m¨²sicos de tarot (el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena alimenticia musical: los ponen al final del plano trasteando una guitarra para cobrar derechos de autor) o a la moda de recuperar discos caseros autoeditados del siglo XX, editados en el tomo Enjoy the experience: homemade records 1958-1992, editado hace unos meses por Sinecure y distribuido aqu¨ª por Resistencia.
Pero Exhumed tiene m¨¢s que ver con la poes¨ªa de las bandas de bar, que se desga?itan, inasequibles al desaliento, interpretando algo m¨¢s que Sweet Home Alabama, Sweet Caroline, American Pie y el Cadillac Solitario. O que La Chica de Ipanema.
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