Amos Gitai: Herencia y resistencia
H¨¦roe de guerra que aborrece la ¨¦pica, el cineasta israel¨ª trabaja desde sus recuerdos familiares Una exposici¨®n en el Reina Sof¨ªa refleja la tensi¨®n entre historia y memoria
La memoria que heredamos de nuestros padres es como ese t¨®tem africano que representa a un hombre cargando a hombros a otro hombre y as¨ª sucesivamente hasta construir una escalera infinita de huesos, carne y relatos. Una imagen figurada que le sirve al cineasta israel¨ª Amos Gitai para explicar la tensi¨®n que mantiene con su pasado y la tarea que ha emprendido para reencontrarse con la historia de sus padres, el arquitecto jud¨ªo polaco Munio Weinraub Gitai y la jud¨ªa de Tel Aviv Efratia Munschick Margalit.
El extenso material de su archivo (cartas, fotograf¨ªas, dibujos, viejas pel¨ªculas de Super 8, maquetas, planos¡) se dispone ahora en un viaje que circula desde las ramas de su ¨¢rbol geneal¨®gico a las ra¨ªces de su pueblo, capas de historia y de microhistoria superpuestas sistem¨¢ticamente en su ya larga y muy reconocida filmograf¨ªa (40 pel¨ªculas entre cortos, documentales y ficciones, la mayor¨ªa arraigadas en el conflicto ¨¢rabe y palestino) y que ahora, de manera m¨¢s excepcional, se extiende a una singular exposici¨®n, Las biograf¨ªas de Amos Gitai, que se inaugura el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en el Reina Sof¨ªa de Madrid y que viene a ilustrar con su presencia otra exposici¨®n del museo, Formas biogr¨¢ficas. Construcci¨®n y mitolog¨ªa individual. As¨ª, la vida y la obra de Gitai se convierten en un ejemplo pr¨¢ctico sobre c¨®mo la identidad personal se revela en f¨¦rtil material art¨ªstico en permanente reconstrucci¨®n.
Amos Gitai naci¨® en Haifa en 1950. Su padre muri¨® en 1970, cuando Amos ten¨ªa 20 a?os, y su madre, en 2004, cuando ¨¦l ya era un hombre maduro. ¡°Vivi¨® hasta los 95 a?os, era una mujer de una enorme vitalidad¡±, cuenta ¨¦l mostrando las fotos de una mujer de frente despejada y pelo negro y rizado. Munio y Efratia se conocieron en un cine ¡ª¡°ya ve, todo estaba escrito¡±¡ª de Haifa. ?l acababa de llegar a Israel desde Alemania, de donde huy¨® de los nazis en 1933, a?o en el que Hitler cierra la Bauhaus de Dessau y procesan a un grupo de los alumnos de arquitectura de Mies van der Rohe y de Hannes Meyer por traici¨®n al pueblo alem¨¢n. Uno de ellos era Munio, un jud¨ªo polaco que llega a mediados de los a?os treinta a Israel. ¡°Mi padre se paseaba con sombrero y traje por un pa¨ªs donde la gente iba en sandalias. Siempre fue diferente¡±, recuerda su hijo. Eterno extranjero pese a que se convirti¨® en uno de los arquitectos m¨¢s relevantes de Israel. Su huella pervive hoy en algunas de las m¨¢s importantes construcciones p¨²blicas y privadas del pa¨ªs.
La herencia recibida de padre y madre transcurre de manera paralela, sin apenas tocarse. ¡°Mi padre jam¨¢s me habl¨® de la Bauhaus. Pero cuando supo que iba a morir me llev¨® a la construcci¨®n por primera vez con ¨¦l para ense?arme c¨®mo trabajaba con los artesanos, c¨®mo los implicaba en las tareas hasta que sintieran pasi¨®n por su trabajo. Pose¨ªa una dimensi¨®n social de la arquitectura que hoy se ha perdido. Mi padre era un hombre que no encajaba en su entorno mientras que mi madre, que hab¨ªa nacido en Israel, fue una verdadera adelantada a su tiempo, una mujer muy moderna e inquieta, de fuertes convicciones izquierdistas¡±. En los a?os treinta, siendo joven, la madre viaja a Viena para estudiar psicoan¨¢lisis. Tiene tres hijos, pero el mayor muere a los dos a?os. En los a?os sesenta, decide irse a Londres para seguir su formaci¨®n. Amos, el m¨¢s peque?o, es enviado a un kibutz mientras su madre viaja a Europa. ¡°Yo nac¨ª cuando ella ten¨ªa 43 a?os, algo excepcional entonces¡±.
Las dos ¨²ltimas pel¨ªculas de Gitai, Carmel (2009) y Lullabuy to my father (2011), est¨¢n dedicadas respectivamente a su madre y a su padre. Para hablar del padre echa mano de la amplia documentaci¨®n que existe de sus a?os en la Bauhaus y de su propia obra arquitect¨®nica en Israel, mientras que para la madre acude a una ¨²nica fuente, un excepcional legado: los centenares de cartas que ella escribi¨® sin interrupci¨®n a su marido, a sus dos hijos y a su padre, y que recorren casi un siglo de historia personal y de Israel. Gitai no solo utiliz¨® las cartas como material de su filme, sino que tambi¨¦n las ha editado en un libro (Gallimard) que recoge una selecci¨®n redactadas entre 1929 y 1994. La madre escribe y escribe mientras el hijo mantiene vivo el relato. ?l la sigue escuchando. ¡°A diferencia de mi padre, ella tuvo toda su vida para construir su narrativa¡±.
Un a?o despu¨¦s de la muerte de su padre por leucemia, Gitai ingresa en la Facultad de Arquitectura. Pero dos accidentes truncar¨¢n esa primera vocaci¨®n: su madre le regala una c¨¢mara de Super 8 y un a?o despu¨¦s, en 1973, se alista en una unidad de rescate de la guerra de Yom Kipur. Un misil sirio derriba su helic¨®ptero, mueren varias personas y el joven aspirante a arquitecto, convertido en h¨¦roe nacional, filma su primera pel¨ªcula: su traje militar ra¨ªdo y ensangrentado dando saltos como un tentetieso.
La pieza de Super 8 forma parte de la exposici¨®n del Reina Sof¨ªa. El traje parece bailar solo en una de las nueve salas dedicadas al cineasta. En la primera, familia e infancia resumidas en una alfombra dise?ada por su padre en la Bauhaus y que hac¨ªa de tapiz en la casa familiar de Haifa. Tambi¨¦n hay un m¨®vil hecho con materiales de hierro por el propio cineasta y fotos de los padres. Gitai se doctor¨® en arquitectura en Berkeley, pero su vocaci¨®n ya hab¨ªa cambiado de rumbo y en 1980 rueda su primera pel¨ªcula, el mediometraje La casa.
El filme ilustra eso que el director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel, llama ¡°la tensi¨®n humana entre herencia y resistencia¡±. Tambi¨¦n ilustra la ruptura del cineasta con su pa¨ªs. Narra el conflicto a trav¨¦s de una casa del Jerusal¨¦n occidental que, abandonada durante la guerra de 1948 por su due?o, un m¨¦dico palestino, pasa a manos del Gobierno israel¨ª. Gitai entrevista a los nuevos propietarios y a los obreros (palestinos) que trabajan en la casa. Prohibieron el documental y su madre le retir¨® el saludo por la ofensa. Despu¨¦s de 18 a?os el cineasta volvi¨® a la misma casa para rodar Una casa en Jerusal¨¦n y conocer a los nuevos habitantes del inmueble, jud¨ªos de clase media que ya no sab¨ªan nada de quien hab¨ªa vivido all¨ª antes. La casa, explica Gitai, fue su manera de hablar de un conflicto evitando ¡°esas generalizaciones que no conducen a ning¨²n lugar¡±. ¡°Yo vengo de un lugar muy expuesto medi¨¢ticamente, del que casi todo el mundo cree saber algo, por eso yo deb¨ªa posicionarme de otra manera, y esa manera fue buscar un microcosmo capaz de contar algo muy concreto. El plano secuencia, muy habitual en mi cine, tambi¨¦n fue otra manera de posicionarme en ese relato. En un mundo marcado por la fragmentaci¨®n, de la que hacen uso y abuso los medios de comunicaci¨®n, yo quer¨ªa utilizar un arma cinematogr¨¢fica capaz de captar todas las contradicciones, porque solo desde las contradicciones se puede llegar a una verdadera comprensi¨®n del problema¡±.
La casa, explica Gitai, fue su manera de hablar de un conflicto evitando ¡°esas generalizaciones que no conducen a ning¨²n lugar¡±.
Gitai cree que un cineasta debe ser un extranjero en su propio pa¨ªs para tomar la debida distancia. A ¨¦l, despu¨¦s de la censura a La casa, no le qued¨® m¨¢s remedio. Mientras se cerraban las puertas de Haifa se abr¨ªan las de Par¨ªs. Hoy, vive entre las dos ciudades. ¡°La situaci¨®n en la actualidad est¨¢ enquistada. No hay malos ni buenos, ni ¨¢ngeles ni demonios, y eso bloquea cualquier salida¡±. El cineasta habla mientras el equipo del museo empieza a dispersar por los casi novecientos metros expositivos el material (500 piezas entre las que se encuentra toda la documentaci¨®n del proceso de los nazis contra su padre o los proyectos de Munio de edificaci¨®n en los territorios ocupados) seleccionado por ¨¦l mismo y por el comisario, Jean-Fran?ois Chevrier: "El relato subjetivo de un relato subjetivo", dice sonriente. En las paredes hay recortes de peri¨®dico que reflejan la pol¨¦mica de La casa, fotos suyas, y las proyecciones ¡ªde entre cinco y diez minutos¡ª de cada pel¨ªcula seleccionada. Desde una sala dedicada al mito de Esther a r¨¢fagas de todo su cine. No vemos toda la dimensi¨®n de sus pel¨ªculas, solo paseamos sobre una panor¨¢mica de breves di¨¢logos y largos planos.
¡°Hay muchas biograf¨ªas de Amos Gitai¡±, dice Jean-Fran?ois Chevrier. ¡°La del hombre y la del artista, que no son la misma. Y la de sus padres, que no es la suya aunque ¨¦l sea un producto de ambos¡±. Para Chevrier lo excepcional del cineasta es su negaci¨®n del relato oficial de la historia nacional a trav¨¦s de relatos de vida. ¡°Las ideas de arquitectura de Gitai no son las de su padre, ni las pol¨ªticas son las de su madre, que era una mujer m¨¢s sionista que ¨¦l. De alguna manera ¨¦l representa a la aristocracia de Israel, pero en su trabajo busc¨® la voz de la gente m¨¢s sencilla. Y esa es una de las funciones m¨¢s importantes del intelectual pol¨ªtico: buscar y apoyar las palabras de los que no tienen voz, sin hablar en su nombre pero reflejando su silencio. A la historia oficial le gustan los h¨¦roes. Amos fue uno de ellos en la guerra de Yom Kipur, pero ese papel fue precisamente el que le hizo romper con todo al negarse a estar en la tradici¨®n de la ¨¦pica¡±.
En una carta enviada desde Londres, Efratia le escribe a su hijo de 10 a?os que se mantenga fuerte en el kibutz, le pide que se construya una coraza para que nadie sepa qu¨¦ siente. Pero nada est¨¢ m¨¢s lejos de esa coraza que toda la obra posterior del hijo: ¡°Me pone muy triste saber que me echas tanto de menos. Querido, nosotros somos shutzniks [se refiere al movimiento de izquierdas Hashomer Hatzair], demasiado apasionados y dependientes del amor. Es hermoso, pero tenemos que luchar contra esta dependencia. Es natural que una madre quiera y a?ore a su hijo, pero un hijo debe querer menos que una madre. Tiene que ser inmune, un hombre fuerte. No debe pensar mucho en su madre, debe trabajar, estudiar, y no estar pendiente de los dem¨¢s para no depender nunca de sus reacciones. Que digan lo que quieran, que hagan su vida mientras t¨² haces la tuya. A la gente le gusta hacer da?o a los que no protegen su coraz¨®n y sus emociones. Es as¨ª de triste, querido m¨ªo. Y no quiero que te hagan da?o. As¨ª que no muestres a nadie que me echas tanto de menos. S¨¦ fuerte y heroico, como tu padre. ?De acuerdo, Amos?¡±.
Las biograf¨ªas de Amos Gitai. Museo Reina Sof¨ªa. Madrid. Del 5 de febrero al 19 de mayo. Incluye el ciclo de cine Biograf¨ªa, historia, territorios. Nueve pel¨ªculas de Amos Gitai. Entre el 6 y el 26 de febrero.
Babelia
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