Yves Bonnefoy: ¡°La sociedad sucumbir¨¢ si la poes¨ªa se extingue¡±
El poeta, ensayista y traductor franc¨¦s, recuerda a los 90 a?os su descubrimiento del lenguaje como creador de la realidad Literatura y arte conviven en este hombre que asegura que ¡°la sociedad sucumbir¨¢ si la poes¨ªa se extingue¡± Su libro El territorio interior, reci¨¦n traducido, es un viaje inici¨¢tico
Cualquiera pensar¨ªa que los cientos de j¨®venes que lo escuchaban atentos le hab¨ªan impregnado energ¨ªa, m¨¢s ganas de vivir; pero fue al rev¨¦s. Fue ¨¦l, Yves Bonnefoy, con sus 90 a?os, quien irradiaba fervor por la vida y la realidad. Hablaba de poes¨ªa, hablaba de palabras, del aliento vivificador que hay en ellas y de su capacidad de crear el mundo. De cambiarlo, incluso. Hilos de murmullos aqu¨ª y all¨¢ desprend¨ªan los mil estudiantes mexicanos mientras escuchaban al poeta, ensayista, traductor y cr¨ªtico expresarse en su franc¨¦s de reminiscencias antiguas mientras ellos con sus cascos escuchaban la traducci¨®n del que les hab¨ªan dicho era uno de los escritores m¨¢s importantes de Francia.
¡°Los poemas no tienen significado. Cuando se lee uno hay que preguntar a la propia experiencia, a la memoria. Y a partir de ah¨ª buscarle la interpretaci¨®n¡±.
Eran las cinco y media de la tarde del lunes 2 de diciembre de 2013. Era el auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara hasta donde hab¨ªa ido Bonnefoy (Tours, 1923) para recibir dos d¨ªas antes el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Ten¨ªa a los estudiantes hechizados. Antes de su llegada todo era algarab¨ªa, pero una vez empez¨® a hablar su voz trajo el silencio, el silencio al murmullo intermitente y una hora despu¨¦s otra vez la algarab¨ªa. Tal vez no entendieran muy bien todo lo que el poeta les dec¨ªa, pero preguntaban y se les ve¨ªa contentos.
Yves Bonnefoy, sin pretenderlo, hab¨ªa creado el mejor escenario y ejemplo de lo que siempre ha dicho y pensado respecto a la funci¨®n y cometido de las palabras y la poes¨ªa. Y su influjo en la vida de cada uno como lo cuenta en su libro de ensayo El territorio interior (Sexto Piso). Palabra oral y escrita donde se celebra el derrumbe de la Torre de Babel que permiti¨® la proliferaci¨®n de las lenguas y con ellas el caleidoscopio de la realidad, de que cada cosa tiene un nombre y ese nombre es multiforme porque suena distinto en cada lengua y a su vez su historia var¨ªa en cada individuo de acuerdo con la biograf¨ªa y huella que haya dejado en cada persona. Bonnefoy hablando franc¨¦s ante una muchedumbre, alguien traduciendo en un espa?ol mexicano y los muchachos interpretando o adaptando dichas palabras a su propio mundo.
¡°En una conversaci¨®n cotidiana, las palabras sirven para que nos entendamos, pero desaparecen. En cambio, en la poes¨ªa esas mismas palabras reaparecen en su verdadera realidad y son nombres propios que se?alan o designan las cosas como son para mostrarnos la realidad¡±.
La poes¨ªa debe decir: ¡®Existe una Realidad¡¯. La poes¨ªa es aquello que exige la existencia del mundo
¡°?Espl¨¦ndido!¡±. As¨ª recordar¨ªa Bonnefoy la experiencia con los mil muchachos, al d¨ªa siguiente, en el estand de EL PA?S en la FIL, sentado en una silla, delante de una portada de Babelia titulada: ¡®Verdi. Maestro de la vida¡¯. Ahora est¨¢ bajo la mirada de la A¨ªda verdiana este poeta de obras como Las tablas curvas, Principio y fin de la nieve y Del movimiento y la inmovilidad de Douve; de los ensayos La nube roja, La traducci¨®n de la poes¨ªa, Donde la flecha cae o El artista del ¨²ltimo d¨ªa; traductor de maestros como Shakespeare y explorador de mitos como se refleja en su Diccionario de las mitolog¨ªas. Serio y con sus cabellos blancos, menos alborotados que el d¨ªa anterior, la voz del autor suena baja en medio del rumor de la feria.
¡°La palabra, las palabras, est¨¢n en el centro de todo. Son el embri¨®n que no solo describe y se?ala y nombra el mundo sino que lo ordena y puede salvarlo, reordenarlo. La palabra es nuestra principal conexi¨®n con la realidad y la poes¨ªa su mejor v¨ªa. Por eso es necesario que las liberemos de ese yugo en el cual las hemos metido¡±.
Con las manos entrecruzadas sobre la mesa de cristal, Bonnefoy deja claro que el poeta no deja nada al azar. Se esmera por buscar el t¨¦rmino preciso que se aproxime a la realidad f¨ªsica o no que quiere contar, transmitir. Lo atisb¨® desde muy ni?o cuando empez¨® a leer y not¨® la intensidad de las palabras y supo lo que quer¨ªa escribir.
¡°Yo no he elegido la literatura, sino la poes¨ªa. No son la misma cosa. La literatura es una posibilidad de la lengua, la poes¨ªa es una manera de despertar la palabra. Y debemos hacer una distinci¨®n fundamental entre la lengua y la palabra. La lengua es un conjunto de nociones que nos permiten encontrar diferentes aspectos de la realidad, la literatura es la construcci¨®n que hacemos de ella por medio del lenguaje. Todas las experiencias est¨¢n aqu¨ª permitidas, todas las distracciones e irresponsabilidades. La poes¨ªa es la respuesta que se lanza en direcci¨®n a la lengua, cuando nos preguntamos acerca de nuestras necesidades fundamentales. No es un lugar para divertimentos, ni de la experimentaci¨®n existencial: es el lugar de la exigencia de la responsabilidad¡±.
La literatura es una posibilidad de la lengua, la poes¨ªa es una manera de despertar la palabra
Sus ojos azules se agrandan para ir a los d¨ªas en que aprendi¨® a leer. Tendr¨ªa unos cinco a?os. Fue con esos libros para ni?os en los que junto a una palabra est¨¢ su dibujo. Supo que no se trataba solo de letras. Vio un ¨¢rbol a los pies de la palabra ?RBOL, una rosa junto a la palabra ROSA, un perro haciendo compa?¨ªa a la palabra PERRO.
¡°Recuerdo que fui golpeado profundamente por la relaci¨®n que aparec¨ªa entre la palabra y la cosa. Ten¨ªa la sensaci¨®n de que la palabra era la embajadora de la cosa, su representante entre nosotros. Es mi primer recuerdo sobre la experiencia del lenguaje. En ese momento comprend¨ª que la poes¨ªa ejerc¨ªa esta relaci¨®n con la palabra. Despu¨¦s encontr¨¦, en los poemas que nos hac¨ªan leer, que exist¨ªa un ritmo, una m¨²sica dentro de los poemas, que no era inherente a las conversaciones, sino que exist¨ªa solo en la poes¨ªa. As¨ª consider¨¦ que mi destino era practicar ese ritmo que hac¨ªa que las palabras entraran en contacto con el mundo¡±.
Convencido y emocionado, Bonnefoy dice que la palabra tiene vida; es un mundo, y crea un universo. Y su encadenamiento con otras palabras, su combinaci¨®n para crear frases transforma y altera su esencia, su significado. Para ¨¦l las palabras cotidianas se usan sin darles el valor que merecen.
¡°La poes¨ªa est¨¢ para recordarnos que todas las palabras, incluidas las que usamos autom¨¢ticamente, o tanto que parecen gastadas y poco relevantes, son las responsables de la realidad. Para nosotros es importante la existencia de una tierra, suficiente, ben¨¦fica, que nos permita dar un sentido a nuestra existencia, que nos permita estar unidos en un lugar donde exista la vida, aunque por momentos resulte surreal. Dir¨ªa que la poes¨ªa habla solo acerca de eso, en esencia. Fundamentalmente la poes¨ªa debe decir: ¡®Existe una Realidad¡¯, debemos ser parte del mundo, no debemos dejarnos llevar por esa distracci¨®n que nos hace aceptar nuestras existencias como algo abstracto, o resignado a la irrealidad. ?La poes¨ªa es aquello que exige la existencia del mundo!¡±.
El escritor, con el ce?o fruncido, se inclina hacia delante. El murmullo de la feria ahoga su voz. Sus o¨ªdos est¨¢n cansados. Sonr¨ªe al ver delatados sus desgastes. Y lamenta que cada vez se lea menos poes¨ªa.
¡°El medio ambiente de la Tierra vive amenazado. La lectura de poes¨ªa nos regresa a la capacidad fundamental, una apertura si se puede llamar as¨ª, de recentrar nuestra atenci¨®n sobre el lugar terrestre como tal. Ahora en que muchas de las especies desaparecen, en que el aire est¨¢ contaminado, en que la poblaci¨®n es tan numerosa que no hay suficientes recursos, es necesario tomar conciencia de nuestro papel, y el papel de la poes¨ªa es facilitar esta toma de conciencias. Necesitamos una voz prof¨¦tica que anuncie los desastres y despierte la conciencia¡±.
Lo dice con una sombra de tristeza y esperanza. Como cuando habla de la falta de motivaci¨®n de las instituciones para que la gente lea poes¨ªa. Algunas personas que pasan por ah¨ª se detienen a escucharlo.
En las dudas de Hamlet, en sus angustias, es donde la modernidad encontr¨® su suelo m¨¢s f¨¦rtil
¡°Lo que ha ocurrido es que el sistema educativo ha tenido una preocupaci¨®n sociol¨®gica, cient¨ªfica y psicol¨®gica que ha desviado la atenci¨®n de esta relaci¨®n que la palabra po¨¦tica establece con el mundo. Se ha cambiado la experiencia po¨¦tica directa por la explicaci¨®n del poema y esa reflexi¨®n acad¨¦mica ha dado paso a una situaci¨®n en la cual la poes¨ªa no puede respirar. He ah¨ª el problema con la recepci¨®n de la poes¨ªa¡±.
Sentir. Sin temor. Expresar, sin miedo. Dar rienda suelta a la memoria para poder interpretar los versos que cobran nueva vida en cada lector. Algunas personas siguen ah¨ª, asomadas en silencio a lo que dice ¨¦l, ahora entre lo finito y lo infinito. Pastorea el Tiempo donde est¨¢ inmerso el ser humano y con el que debe aprender a relacionarse.
¡°La poes¨ªa hace acercamientos m¨¢s profundos a la condici¨®n humana, a lo que sabemos y est¨¢ detr¨¢s. Las grandes obras de la poes¨ªa se han arriesgado mucho antes por los laberintos de la conciencia nuestra. En las dudas de Hamlet es donde la modernidad encontr¨® su suelo m¨¢s f¨¦rtil¡±.
La realidad con sus encrucijadas est¨¢ presente en El territorio interior: ¡°Existir, pero de otra forma, y no en la superficie de las cosas, en el meandro de los caminos, en el azar: como un nadador que se sumergiese en el porvenir para emerger luego cubierto de algas, y m¨¢s ancho de frente, y de espaldas¡±. Ir m¨¢s all¨¢ de las quimeras es su invitaci¨®n, dar a cada cosa su lugar y funci¨®n. ¡°Es la relaci¨®n con el otro la esencia del pensamiento moral¡±. Considera que la poes¨ªa es el origen de la preocupaci¨®n ¨¦tica o filos¨®fica. No duda en soplarnos que ¡°la sociedad sucumbir¨¢ si la poes¨ªa se extingue¡±.
Palabras e ideas embajadoras en poemas como La rapidez de las nubes:
En mi sue?o de ayer
El grano de otros a?os ard¨ªa a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua l¨ªmpida.
?Oh amiga m¨ªa,
Qu¨¦ distancia tan d¨¦bil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese all¨ª buscado en vano lugar para vencer!
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