¡°Tengo muchos puntos d¨¦biles¡±
Clooney dirige 'The monuments men', el filme que recrea el rescate de miles de obras de arte robadas por los nazis
Cuando George Clooney habla, todos le escuchan. Eso es lo que esta estrella de 52 a?os ha conseguido en sus d¨¦cadas como el hombre m¨¢s deseado (y envidiado) del cine. Actor, director, productor, guionista, benefactor, pol¨ªtico y guapo. Clooney lo tiene todo. Incluido el Oscar y una lista de amigos dispuestos a responder a su llamada. De ah¨ª el reparto de The monuments men: Matt Damon, Cate Blanchett, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Hugh Bonneville. Clooney les llam¨® y ellos acudieron a protagonizar un filme con ganas de mostrar esa otra cara de la II?Guerra Mundial, la que puso en peligro no solo el futuro de Europa, sino su pasado cultural. ¡°No fue solo llamarles. Fui a verles personalmente. A Inglaterra, a Francia, a Australia. Eso s¨ª que fue jet lag.Ir y volver en el d¨ªa¡±, bromea como suele hacer siempre.
No solo les convenci¨® para participar en esta producci¨®n de 70 millones de d¨®lares (cerca de 52 millones de euros, cifra no muy elevada para los est¨¢ndares de Hollywood), sino de que aceptaran cobrar una d¨¦cima parte de lo que acostumbran. Y de que luego digan, como afirma Goodman, que The monuments men es una de las mejores experiencias de su carrera. ¡°Trabajar entre amigos lo hace todo mucho m¨¢s f¨¢cil. Escrib¨ª pensando en ellos, les vi cargando con cajas durante el rodaje. Billy y John acud¨ªan hasta cuando no hac¨ªa falta, para darnos calor como los ping¨¹inos. Fuimos una gran familia y ya se sabe lo que tiene trabajar entre amigos: puedes robar sin problemas lo mejor de cada uno¡±, redondea sin evitar la broma.
Parece imposible hablar con Clooney en serio, alguien siempre afable, que sabe c¨®mo hacerte sentir c¨®modo, juguet¨®n en sus respuestas, relajado y charlat¨¢n, quiz¨¢ en ocasiones cansado y algo ojeroso, pero nunca osco ni grosero. ¡°Tengo muchos puntos d¨¦biles¡±, admite Mr. Perfecto. ¡°Y mis dudas. No hay momento en el que piense que lo tengo todo bajo control¡±, admite. ¡°Pero tengo que hacer ver que soy un poco m¨¢s competente de lo que soy, especialmente si estoy dirigiendo. Mi vida es as¨ª. Y estoy habituado. Al triunfo y al fracaso m¨¢s miserable. Por eso me sigue gustando el riesgo. Para ver qu¨¦ sale. Total, me van a tomar el pelo igual como hicieron a mi costa en los Globos de Oro¡±, a?ade ri¨¦ndose de s¨ª mismo.
Fue en esos premios cuando las humoristas Tina Fey y Amy Poehler recordaron que Gravity es ¡°la historia de c¨®mo Clooney prefiere desaparecer en el espacio antes que pasar un minuto m¨¢s con una mujer de su edad¡±. Tras una lista de amores cuya fecha de caducidad a su lado no supera los dos a?os, Clooney disfruta ahora de un periodo de calma junto a su perro Einstein, un chucho mezcla de cocker spaniel rescatado de la perrera que le sigue a todos lados. Han sido dos a?os de no parar. ¡°Por eso trabajo con mis amigos, porque les echo de menos. A ellos, a mi familia. No he estado m¨¢s de dos semanas en mi casa y llega el momento de tomarme un respiro¡±, dice so?ando con esa vuelta del Festival de Berl¨ªn, cuando disfrutar¨¢ del merecido par¨®n tras haber pasado tres meses en Oklahoma como productor de Agosto, tras sus idas y venidas como actor e incluso como guionista en la sombra de Gravity, sus otros nueve meses perdido por Alemania dirigiendo The monuments men contra las inclemencias de un clima nada amistoso y desde septiembre recorriendo el mundo como la estrella de Tomorrowland, pel¨ªcula de Brad Bird que le llev¨® hace unas semanas a Valencia.
Como Clooney es de los que disfruta contando batallas y de su rodaje en Valencia no puede hablar, enseguida asegura que una de sus posesiones m¨¢s preciadas es un cuadro que compr¨® durante su primer viaje a Madrid. No es nada del otro mundo, pero tampoco es un cartel taurino de los de ¡°ponga su nombre aqu¨ª¡±. Odia los toros. Y eso, dice, precia a los catalanes. Pero le tiene tanto aprecio como a esa colecci¨®n de cartas manuscritas que recibi¨® de gente como Paul Newman, Walter Cronkite o Gregory Peck o la bandera que cubri¨® el f¨¦retro de su t¨ªo George. ¡°?Arriesgar¨ªa mi vida por salvar cualquiera de estas piezas? No. Pero The monuments men no trata de eso. Habla de la sistem¨¢tica destrucci¨®n de una cultura, de una historia. Algo que est¨¢ a la orden del d¨ªa. Lo vemos en Siria. Y en Irak no lo hicimos nada bien. Lo he visto en Sud¨¢n. No se trata de acabar con la gente, sino de robarles su cultura. El tipo de cosas por las que este escuadr¨®n puso en peligro sus vidas¡±, recuerda ahora m¨¢s serio.
Clooney conoce bien la repercusi¨®n de ser una estrella. Por eso viste hoy una camiseta con el rostro de Yulia Tymoshenko. ¡°No creo que se hable lo suficiente de la que fue primera ministra de Ucrania, en la c¨¢rcel por oponerse al primer ministro actual¡±, dice ahora completamente en serio, como cuando le brind¨® el estreno mundial de su quinto filme como director a Phillip Seymour Hoffman, actor con quien trabaj¨® en Los idus de marzo y fallecido la semana pasada. Seriedad nunca re?ida con su humor. Como ese ¨²ltimo plano de The monuments men, cuando se ve a su padre, el periodista y pol¨ªtico Nick Clooney, desapareciendo en una iglesia. ¡°Me ech¨® la bronca porque lo primero que piensas durante el fundido a negro es ese ¡®en recuerdo de Nick Clooney¡¯. Como le dije, las pel¨ªculas llevan mucho tiempo y dinero y es mejor estar preparado para cualquier eventualidad. ?l mismo se acab¨® riendo de esta broma macabra¡±.
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