Ute Lemper y Neruda, pareja imposible

Ute Lemper es alemana (M¨¹nster, 1963), vivi¨® en Par¨ªs mucho tiempo, lleva 17 a?os instalada en Nueva York aunque no quiere o¨ªr hablar de pasaporte estadounidense, canta en alem¨¢n, en ingl¨¦s, en franc¨¦s, en italiano, ahora tambi¨¦n en espa?ol y pronto lo har¨¢ en portugu¨¦s. El chino y el ruso quedan lejos, pero ya ver¨¢n como todo se andar¨¢.

Se atreve lo mismo con las tormentas de Bertolt Brecht que con las locuras de Bukowski, lo mismo con las falsas ternuras de la chanson que con el aullido et¨ªlico del cabaret, lo mismo es Piaf que Brel, Leo Ferr¨¦ que Lotte Lenya, Celan que Neruda, igual le da Astor Piazzolla que Kurt Weill, Costello que Sondheim, transita con parecida comodidad entre la tristeza sonora del bandone¨®n que entre el jolgorio flamenquero de un buen caj¨®n. Ha sido la chica deseada por todos en fastuosos montajes de Cabaret o Chicago en Broadway o el West End, se encierra en teatros a la italiana de grandes capitales y en fr¨ªos auditorios de provincias de esos que alg¨²n concejal o consejero de Cultura supo sacarse de la chistera, mueve en el escenario su privilegiada estructura ¨®sea como si fuera la replicante de Blade runner, susurra y chilla, silba y se acaricia un hombro, deja entrever una pierna sin fin, gui?a un ojo, ense?a la espalda, reanuda sin freno el rito de la seducci¨®n, convierte el show en un h¨ªbrido de teatro, m¨²sica y acto sexual.

La gente es cada d¨ªa m¨¢s inculta, m¨¢s plana y m¨¢s maleducada¡±

Por si fuera poco, los posicionamientos del personaje contra las extremas derechas europeas (fue muy sonada en los noventa su personal cruzada contra Le Pen) y las injusticias sociales, y su visi¨®n del papel del arte, son de alto voltaje. Sobre esta ¨²ltima cuesti¨®n, por ejemplo, su pesimismo es elocuente: ¡°Hubo ¨¦pocas en las que el arte y el pensamiento influyeron profundamente en la pol¨ªtica; hablo de los a?os sesenta, Vietnam, el feminismo y todo eso, pero tambi¨¦n de los a?os veinte, un tiempo en el que el arte fue de verdad revolucionario y rompi¨® muchos resortes del conservadurismo. Hoy, el arte es un puro producto comercial y los artistas no asumen riesgos. Hoy el arte est¨¢ dormido, es como un mueble en un apartamento bonito, un mueble fr¨ªo que cumple una labor est¨¦tica y de puro entretenimiento. La consecuencia de ello es que la gente es cada d¨ªa m¨¢s inculta, m¨¢s plana, tambi¨¦n m¨¢s mal educada¡±.

Y todo eso es Ute Lemper, pero todo eso, pese a su emp¨ªrica e indiscutible capacidad de fascinaci¨®n, no es garant¨ªa de ¨¦xito. Tanto eclecticismo tiene sus peajes, porque no es lo mismo ver a la Lemper cantando en alem¨¢n la entartete musik (m¨²sica degenerada), que sulfuraba a los nazis, que asistir a su nueva aventura esc¨¦nico-discogr¨¢fica, una incursi¨®n musical por los poemas de amor de Pablo Neruda. Vasta misi¨®n. Pero ya se sabe, lo honorable de las misiones no tiene por qu¨¦ ir necesariamente acorde con el ¨¦xito del resultado.

La cantante arranc¨® el viernes por la noche en el Palau de la M¨²sica Catalana de Barcelona su gira por siete ciudades espa?olas para presentar su nuevo disco, Forever. Los poemas de amor de Pablo Neruda, un tributo personal al escritor y diplom¨¢tico chileno que gan¨® el Nobel en?1971.

Me daba bastante miedo banalizar su mensaje con mis canciones¡±

¡°Neruda fue uno de los pocos personajes capaz de unir con eficacia y belleza el arte y la pol¨ªtica, pero precisamente por eso mismo, me daba bastante miedo banalizar su mensaje con mis canciones. As¨ª que me concentr¨¦ en sus poemas de amor, que no son rom¨¢nticos, sino desgarradores, a veces violentos, siempre entre el deseo de felicidad y la imposibilidad de ser felices¡±, explicaba hace unos d¨ªas Ute Lemper desde su casa de Manhattan en una conversaci¨®n telef¨®nica con este diario.

Resulta conmovedora la irrefrenable gana de probar cosas nuevas por parte de esta artista. Ute Lemper asegura, y habr¨¢ que creerla, que este disco sobre Neruda se lo ha pagado ella, y que se ha gastado en ¨¦l un mont¨®n de dinero que, vaticina, no recuperar¨¢. ¡°Mire, yo me arriesgo, siempre. Y este proyecto de Neruda es la prueba. Me he gastado un mont¨®n de dinero para grabarlo, ya no se hacen discos as¨ª, de concepci¨®n tan compleja, con canciones hechas sobre la base de un material literario, con arreglos especiales en cada una de ellas, a caballo entre la world music, el jazz, el tango, la m¨²sica cl¨¢sica¡­ es un viaje, es un reto, pero me gustan los viajes complicados¡±.

La gira de Lemper / Neruda pone en marcha sobre el escenario una miniorquesta de seis voces que acunan a la maestra de ceremonias: bandone¨®n, guitarra ac¨²stica, piano, chelo, viol¨ªn y caj¨®n. Ute Lemper ha elegido 11 piezas del autor de 20 poemas de amor y una canci¨®n desesperada, y las interpreta, claro, a su manera.

El arte hoy es como un mueble fr¨ªo que cumple una labor est¨¦tica¡±

El esfuerzo es enorme, el resultado se queda en magma sin rumbo. El esp¨ªritu del poeta rojo y el mar profundo de la Isla Negra quedan bien lejos de todo esto. Tanto, que al final del espect¨¢culo ¡ªy a petici¨®n de los propios promotores de la gira¡ª, Lemper se tiene que poner el sombrero negro ahuevado y desgranar varios de los ¨¦xitos que hicieron de ella lo que en verdad es, y no otra cosa: una excelsa cantante de cabaret.

As¨ª, el viernes por la noche en el Palau cayeron Lili Marlene y Mackie Messer (Mackie el Navaja), la estrella hizo al p¨²blico silbar los estribillos y todo acab¨® entre algodones. Antes, con las versiones atormentadas (y tormentosas) de poemas nerudianos como Tus manos o El poema m¨¢s triste n¨²mero 20 todo hab¨ªa transcurrido m¨¢s bien en un clima de perplejidad.

El verbo espa?ol de Ute Lemper no es su verbo franc¨¦s, ni el ingl¨¦s, ni por supuesto el alem¨¢n, no acaba de captarse bien, la voz sigue embriagando, s¨ª, pero si hablamos de poes¨ªa de Neruda, lo ideal ser¨ªa que los versos se entendieran.

Bueno, no es tan grave, a Umberto Tozzi tambi¨¦n le sal¨ªa mejor Ti amo en italiano que Te amo en espa?ol. Eso s¨ª, Mis manos en tu cintura de Adamo era soberbia. Eso hay que reconocerlo.