Solo t¨²
Espa?a busca h¨¦roes, pero los h¨¦roes no existen, siempre son un malentendido
Espa?a busca h¨¦roes y los h¨¦roes no existen. Siempre son un malentendido. Cuando los mirones arracimados frente a los juzgados de Palma de Mallorca en los que se recib¨ªa a la infanta imputada aclamaban al juez Castro, confund¨ªan a una persona normal con un h¨¦roe. La salvaci¨®n de las instituciones reside en las personas que las sostienen. Un se?or aplicado a hacer su trabajo se ha convertido en una rareza. As¨ª de mal nos vemos a nosotros mismos como pa¨ªs. De ah¨ª el aplauso, que surge de una carencia. Tambi¨¦n la instituci¨®n judicial est¨¢ en entredicho si un profesional tiene que o¨ªr cuando acude al trabajo expresiones admirativas como esa de "ya solo nos quedas t¨²".
Los cientos de miles que salieron a aclamar a los novios en la boda de la infanta en Barcelona, algunos a?os atr¨¢s, tambi¨¦n confund¨ªan folclore con admiraci¨®n. Buscaban h¨¦roes de foto, ideales de perfecci¨®n, y se encontraron otra cosa. A lo mejor hasta se encontraron a ellos mismos, con su declaraci¨®n de renta fraudulenta amparada en que todos lo hacen, ?no? El error puede que estuviera en aquella b¨²squeda, incapaces de apreciar a la gente normal, a ellos mismos, a la portera de su edificio que criaba a dos hijos con un sueldo rid¨ªculo, a la china del colmado que aprend¨ªa el castellano con cada frase de un cliente. Servir¨ªa de m¨¢s ayuda pararse a reflexionar sobre esta deriva catastr¨®fica del pa¨ªs, vengativa a ratos, pero justificadora cuando conviene, exactamente la misma que se ejemplifica en cada elecci¨®n donde un pol¨ªtico envuelto en esc¨¢ndalos de corrupci¨®n mejora su resultado en las votaciones.
Un pa¨ªs que espera a la loter¨ªa para fundamentar su entusiasmo se?ala hacia el camino m¨¢s corto y menos costoso para lograr sus sue?os. Obsesionados como andamos por el ¨¦xito y el triunfo, nos importan bastante poco las maneras y el proceso para alcanzarlo, siempre que no te pillen. Los medios tienen una curiosa responsabilidad, porque no saben retratar la normalidad. Tienden a la exageraci¨®n para bien y para mal. Al eterno recurso del h¨¦roe y del villano. Y no, est¨¢ todo mucho m¨¢s cerca, al alcance de la mano, en decisiones y actitudes nuestras tan sencillas como repetidas mil veces a lo largo de un d¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.