Shirley, de servicio en Praga
Relato sobre la figura de Shirley Temple durante la Revoluci¨®n de Terciopelo en Praga
STB eran las siglas que m¨¢s pod¨ªan quebrar un cuerpo en la antigua Checoslovaquia: el servicio secreto de la Seguridad del Estado. Y sin embargo, fueron las de la apertura al mundo, aquel verano y oto?o de 1989, cuando el presidente Bush padre nombr¨® a Shirley Temple Black, la celeb¨¦rrima ni?a-pastel, para uno de los frentes ¨¢lgidos de la Guerra Fr¨ªa.
¡°He servido m¨¢s en la funci¨®n p¨²blica que bajo los focos¡ pero sigo siendo aquella actriz¡±, suspiraba Temple, todo asumido, pero rodando a¨²n los ojos como hab¨ªa hecho en aquel modo c¨¦lebre que captur¨® a una generaci¨®n. ¡°La una ayuda a la otra, sin duda¡±, agreg¨® risue?a al grupo de corresponsales, en su barroco despacho, frente al buc¨®lico jard¨ªn del Pet?¨ªn.
La antigua actriz era la nueva embajadora estadounidense en Praga y la Revoluci¨®n de Terciopelo acababa apenas de comenzar. Al presidente Hus¨¢k le hab¨ªa dicho directamente, al presentarle credenciales, que ella hab¨ªa estado en Checoslovaquia durante la Primavera que, en 1968, ¨¦l hab¨ªa tramado aplastar. ¡°Los actores tenemos memoria fotogr¨¢fica¡±, dec¨ªa como su principal talento diplom¨¢tico.
Temple recordaba haber salido en un convoy de autom¨®viles, sobre el que nadie sab¨ªa si los sovi¨¦ticos disparar¨ªan. Era el segundo d¨ªa de la invasi¨®n y los hermanos del Pacto disparaban de verdad. Tal era el riesgo que los americanos hab¨ªan preferido organizar un tren secreto, de acuerdo con los checos. Sali¨® y decidi¨® que, lo del a?o anterior, por un esca?o en un distrito de California, hab¨ªa sido en broma; ahora la pol¨ªtica hab¨ªa empezado en serio.
De cerca, Temple era todo menos lo que usted se esperar¨ªa: pod¨ªa haber sido la huerfanita, la mascota, la peque?a coronela, la princesita o la miss Broadway, frecuentemente en edulcorado tr¨¢nsito de pobrecita a se?orita; pero a la vez, todo eso estaba en ella, en aquella carrera de la m¨¢s modesta California, a las cumbres de la Guerra Fr¨ªa, pasando por el cine dorado.
Era afable, seria y lista ante todo, seg¨²n Paul Hacker, responsable de la legaci¨®n americana en Eslovaquia: "Amablemente, pero no se le escapaba una". Hab¨ªa sentido ambici¨®n pol¨ªtica ya en su treintena y, tras perder alguna elecci¨®n con los republicanos, Nixon la envi¨® a las Naciones Unidas. Despu¨¦s fue la primera Jefe de Protocolo y embajadora en ?frica. Entonces pensaba que ¡°lo importante era el servicio p¨²blico, no la pol¨ªtica. Pero por supuesto que importa¡±
Roma o Viena habr¨ªan sido regalos para figurar, pero no as¨ª los puestos que ansi¨® Temple. Tuvo un sinn¨²mero de puestos no lucrativos, del consejo de la universidad de Stanford al Council on Foreign Relations, y estuvo al frente de la Comisi¨®n para la Unesco o para las Relaciones Sino-Americanas ¡°Siempre que pod¨ªa insist¨ªa que en estar a disposici¨®n de la funci¨®n p¨²blica¡±. Bush padre la oy¨® y la envi¨® a Praga, meses antes de la ca¨ªda del bloque oriental.
Europa entera parec¨ªa desperezarse de una larga pesadilla y era habitual verla con Havel y sus amigos m¨²sicos y actores, con los Stones o con Frank Zappa y Koc¨¢b. En los Pa¨ªses Checos y Eslovaquia, Temple gozaba y todav¨ªa goza de un reconocimiento que iba much¨ªsimo m¨¢s all¨¢ de su papel diplom¨¢tica: Aqu¨ª es ?irlejka. Un floristero eslovaco hab¨ªa bautizado una nueva variante de gladiolo con su nombre ?ya en 1935! La idea de unos rizos dorados sobre la neblinosa decadencia de Praga era entonces la imagen de una repentina puerta a Hollywood.
Temple estaba orgullosa de su embajada, en el palacio Sch?nborn en la Mal¨¢ Strana, levantado por los Colloredo y que hab¨ªa decorado Santini. En el edificio, explicaba, hab¨ªa vivido Kafka. Fue en 1917, durante la Gran Guerra; all¨ª escupi¨® sangre por primera vez, una noche, y supo de su tubercul¨®sis; all¨ª empez¨® a escribir sus Diarios.
Al verme yo destinado a Praga durante la revoluci¨®n, ese hist¨®rico del cine llamado Enrique Herreros quer¨ªa de cualquier modo que le llevara un mensaje suyo a la embajadora. Temple, sorprendida y afectuosa, tom¨® la carta entre sus manos; la palp¨® sin abrirla: ¡°Creo que es una foto¡±, dijo como una travesura, y ¡°no creo que deba abrirla ante usted¡±. No cuesta imaginarse la travesura de Herreros, que se ha fotografiado literalmente con todo el mundo del cine mundial.
Ramiro Villapadierna es director del Instituto Cervantes en Praga.
Babelia
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