Movimiento nacional
El fil¨®sofo Hans Blumemberg fue el mejor estudioso del papel de la met¨¢fora en nuestro comercio intelectual con lo real. En su gran obra La legibilidad del mundo (Paid¨®s) consagra le lectura como ¡°la met¨¢fora para la totalidad de lo experimentable¡±, lo que le agradezco a t¨ªtulo personal. Tambi¨¦n se ocup¨®, ocasionalmente, de las met¨¢foras pol¨ªticas y me hubiera gustado conocer su opini¨®n sobre algunas de las que hoy se repiten en Espa?a respecto a la relaci¨®n del gobierno estatal y los nacionalismos disgregadores. Una de las m¨¢s frecuentes es la del ¡°choque de trenes¡± para caracterizar el enfrentamiento con los nacionalistas catalanes, que ha vuelto ahora a complementarse con el estribillo de ¡°los separadores y los separatistas¡±, tan apolillado y falso que lo cre¨ªamos definitivamente arrumbado hasta verlo reanimado por Susana D¨ªaz. Nos repiten ¡°choque de trenes, choque de trenes¡±, creyendo hacer un diagn¨®stico y dar la alarma cuando en realidad se limitan a convertir un mal de tontos en consuelo de muchos.
Lo peor de ciertas met¨¢foras es que se dejan al nivel simpl¨®n de la impresi¨®n visual, sin proseguirlas consecuentemente hasta sus implicaciones menos obvias y m¨¢s reflexivas. Por ejemplo, lo del choque de trenes. Si dos trenes van uno contra otro por la misma v¨ªa, eso nunca quiere decir que ambos maquinistas han perdido el rumbo. Uno de ellos va por su camino debido y autorizado, mientras que el otro comete un tr¨¢gico error y puede estar loco o borracho. ?Que eso da igual y lo importante es evitar la colisi¨®n? S¨ª pero no. Sabiendo cual es el maquinista que va por d¨®nde no debe, tenemos una primera indicaci¨®n del tren que debe ser desviado a una v¨ªa muerta en cuanto se pueda por las autoridades ferroviarias. Adem¨¢s, como ambos trenes llevan pasajeros y no solo maquinista, fogonero y revisores, es bueno que aquellos sepan quienes son los que les conducen al desastre para que se rebelen y le pongan remedio en lugar de pensar ¡°aunque nuestro tren lo pilotan los insensatos, ya se encargar¨¢n los sensatos de salvarnos¡±. Y luego, si por desgracia hay descarrilamiento, conocer qui¨¦n iba en la direcci¨®n indebida ayudar¨¢ a establecer con justicia las responsabilidades civiles del accidente.
Ferrocarriles aparte, otra met¨¢fora popular es la del movimiento o, mejor, el inmovilismo achacado al gobierno. Rajoy no se ¡°mueve¡±, se limita a repetir la letan¨ªa de la legalidad y evidentemente las leyes son precisamente lo inm¨®vil (es Espa?a a veces tiritan, eso s¨ª) para que lo dem¨¢s pueda moverse por cauces seguros. Pero ellos reclaman que el gobierno se mueva: el oso debe bailar, ya que los nacionalistas tocan el pandero. Dudo mucho que Rajoy sepa lo que hay que hacer en este trance, pero estoy seguro de que quienes le pidan que se lance de una vez a actuar no lo saben mejor que ¨¦l: esperan que se decida por fin a la v¨ªa de los hechos para luego cantar a coro: ¡°?no es eso, no es eso!¡±. Resulta que tal es a veces la perversi¨®n de las met¨¢foras, juzgar perentoriamente all¨ª donde faltan elementos de buen juicio.
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