Recortes sociales a base de asesinatos
'Vitalicios', de Sanchis Sinisterra, reflexiona sobre la posibilidad de elecci¨®n del individuo La s¨¢tira, dirigida por Yayo C¨¢ceres, plantea una sociedad de ajustes presupuestarios extremos
Vicepresidencia Cuarta de Recortes Sociales. Es el nombre de la por ahora improbable subsecci¨®n de la administraci¨®n que se ha instalado en la sala madrile?a Mirador. En ella, tres grises funcionarios que ya se han visto obligados a meter la tijera en pensiones o cultura tratan de disminuir el n¨²mero de Premios Vitalicios de arte, que aseguran una paga al autor durante toda su carrera. ?C¨®mo se recorta en galardonados para toda la vida? Evidentemente, procurando su muerte. A esta tenebrosa actividad se dedican los personajes de Vitalicios, un texto del Premio Nacional de Teatro Jos¨¦ Sanchis Sinisterra dirigido por Yayo C¨¢ceres que estar¨¢ en las tablas madrile?as del 20 de febrero al 2 de marzo.
¡°La obra se resume con la siguiente escena. Uno de los personajes le pregunta a otro: ¡®Basilio, ?t¨² c¨®mo tienes eso de la moral?¡¯. Y el otro le responde: ¡®As¨ª as¨ª, ?por qu¨¦?¡¯. Si alguien es capaz de preguntar eso y responder eso, es que no estamos muy bien como sociedad¡±. Las palabras de C¨¢ceres van al hueso de este ¡°sainete negro¡±: la posibilidad de elecci¨®n del individuo ante la fuerza arrolladora del poder. Ricardo Reguera, Basilio en la obra, da en la diana: ¡°No deja de ser algo que lleva sucediendo toda la historia de la humanidad: unos t¨ªos al servicio de un aparato mayor que impone unas reglas y del que acaban formando parte. Al final la decisi¨®n la toma uno: se sacrifica o sirve¡±.
Trailer de 'Vitalicios', de Jos¨¦ Sanchis Sinisterra.?
Vitalicios fue parida en 2010 por Sinisterra y sacada de un caj¨®n ante ¡°la necesidad imperiosa¡± de los actores (Ricardo Reguera, Candela Fern¨¢ndez y Cecilia Solaguren, con la colaboraci¨®n de Juan Diego Botto, encargado de la programaci¨®n de la sala) de escaparse del paro. Ahora ve por primera vez la luz tras un preestreno en la sala Kubik Fabrik y su paso por el certamen Madferia, m¨¢s cerca, si cabe, de la realidad dist¨®pica que el dramaturgo propone. La obra sucede en la sala independiente a Ejecuci¨®n hipotecaria ¡ªsobre el drama de los desahucios¡ª y se inscribe en una cierta corriente de teatro pol¨ªtico que recorre la cartelera. Para C¨¢ceres (premio Max 2013 a la mejor producci¨®n privada con su compa?¨ªa Ron Lal¨¢), un fen¨®meno ¡°imprescindible¡±: ¡°El teatro siempre es necesario, pero lo es a¨²n m¨¢s cuando las cosas est¨¢n complicadas. Y particularmente ciertas obras¡±.
El texto tuvo un olorcillo a realidad desde el principio. El Premio Vitalicio de Sanchis Sinisterra tiene un referente real: el Municipal de Teatro de Buenos Aires, que otorga un subsidio vitalicio al ganador (y que se cobra de manera irregular desde el a?o 2000, seg¨²n los creadores). No es la ¨²nica pincelada porte?a que tiene el montaje. La escenograf¨ªa est¨¢ presidida por un gran tabl¨®n al que los fieles funcionarios van a?adiendo las fotograf¨ªas de los artistas clasificados: ¡°Ernesto Lapido Barata. Dominio art¨ªstico: fotograf¨ªa. Vitalicio n¨²mero: 54Y-0056-NN. ?S¨ª, no, interrogante?¡±. ¡°La idea la propuso Ricardo, y de inmediato me remiti¨® a la dictadura militar¡±, explica el argentino Yayo C¨¢ceres. A esa evidencia del control de un ente superior se suma el montaplatos, un t¨®tem a un lado del escenario, gui?o evidente a la obra de Harold Pinter y una ¡°gran l¨ªnea que comunica con el poder¡± en palabras de Reguera.
Pese a las sombr¨ªas referencias, Vitalicios no deja de ser comedia. La ¡°mala leche¡± del texto se camufla tras la risa, herramienta de distanciamiento utilizada con soltura por el teatro pol¨ªtico desde Brecht. ¡°Siempre es dif¨ªcil tomar distancia¡±, admite Reguera, ¡°pero espero que esto sea un azote con vaselina. Con humor pasa mejor¡±. Por eso lo m¨¢s dif¨ªcil fue tomarle el pulso al texto de Sinisterra: ¡°?Cu¨¢l es la forma en que podemos contar desde la comedia este tema, que no se puede banalizar, sin que resulte un sainete sin m¨¢s?¡±, se preguntaba el actor. La respuesta estaba en el m¨¦todo. Reguera dio el salto desde su psicologismo de escuela al trabajo de cuerpo de C¨¢ceres. El director se plantea la creaci¨®n como ¡°un juego¡±: ¡°Yo siempre digo sal ah¨ª, di el texto y vamos a comer sopa. El trabajo del actor no es algo serio, serio es operar a coraz¨®n abierto¡±.
El teatro es, junto a los recortes sociales, la otra diana de la acidez de Vitalicios, que aprovecha para lanzar alg¨²n dardo contra un arte premiado por el poder, y por lo tanto a su servicio. Hacerlo desde la escena independiente parece, a la vez, l¨®gico y sencillo. Pero ellos aspiraban a escocer desde el centro mismo del teatro grande. ¡°Lo grand¨ªsimo hubiera sido que un Teatro Espa?ol se hubiera interesado y hubiera hecho autocr¨ªtica. Ese hubiera sido el foro ideal, y nuestro apunte inicial¡±, explica Reguera. Pero no hubo suerte. Yayo C¨¢ceres da la puntilla: ¡°Est¨¢ bien re¨ªrse de la profesi¨®n. Flaco favor nos hacemos diciendo que somos todos maravillosos¡±.
Babelia
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