La genialidad no muere

La genialidad es un bien escaso. A sus 83 a?os, a punto de cumplir 84, Lorin Maazel la posee. A ratos, desde luego, pero la tiene. Es el Curro Romero, valga la comparaci¨®n taurina, de la direcci¨®n de orquesta en la actualidad. Su interpretaci¨®n el lunes en Madrid, pongamos por caso, de la Segunda sinfon¨ªa de Sibelius va a ser algo muy dif¨ªcil de olvidar. Dif¨ªcil, no: imposible. Ya en la primera parte del concierto hab¨ªa llevado con correcci¨®n y serenidad dos obras de Brahms, con un enfoque parsimonioso muy meritorio de las Variaciones sobre un tema de Haydn y una lectura ajustada del Doble concierto para viol¨ªn y violoncello que posibilit¨® el lucimiento de los solistas, Lorenz Nasturica y Daniel Muller-Schott, refrendada por la passacaglia de Johan Halvorsen, que ofrecieron como propina. Hasta aqu¨ª todo encajaba en lo previsible. Lo excepcional estaba por llegar. Y lleg¨® con Sibelius. Fue una lecci¨®n magistral de c¨®mo se construye un universo sonoro con una orquesta. Desde el punto de vista t¨ªmbrico, desde el desarrollo de ese concepto tan idealizado que se conoce por tensi¨®n, desde la fantas¨ªa musical dosificada para conseguir la seducci¨®n.

Maazel se recrea en los tiempos lentos, en la b¨²squeda de la esencia

Est¨¢ Lorin Maazel en el ecuador de su periodo de tres a?os como titular de la Filarm¨®nica de Munich. Es la orquesta de Celibidache, en su periodo de esplendor, y m¨¢s recientemente de Thielemann, antes de que partiese para Dresde. Escogen los muniqueses con criterio a sus titulares, desde luego. Maazel se recrea en los tiempos lentos, en la b¨²squeda de la esencia del sonido. Tiene una t¨¦cnica portentosa, con una mano izquierda que maneja con precisi¨®n en busca de la sutileza. Y as¨ª el segundo d¨ªa cumpli¨® con Sibelius ¡ªVals triste¡ª y Schumann ¡ªCuarta sinfon¨ªa¡ª, y volvi¨® a cautivar en la segunda parte, esta vez con la compleja Sinfon¨ªa Alpina, de Richard Strauss, en el a?o del 150? aniversario de su nacimiento, y con la orquesta principal de la ciudad natal del compositor.

Con Sibelius dio una lecci¨®n de c¨®mo se construye un universo sonoro

De la Finlandia de Sibelius hab¨ªamos pasado en pocas horas a la Baviera de M¨²nich, subrayando los mismos conceptos, desde la b¨²squeda constructiva de la globalidad hasta la abundancia de peque?os detalles enriquecedores. La orquesta, sin un sonido especialmente bello al principio, acab¨® cautivando por su disciplina, concentraci¨®n y sentido de lo que es hacer m¨²sica colectivamente. Aplaudieron a su director titular, y Lorin Maazel les correspondi¨® con su reconocimiento. Dos grandes conciertos. Ayer estuvieron en Barcelona. En Madrid, desde luego, han dejado huella.