Inflamable
La concesi¨®n del Mundial de f¨²tbol a Catar para 2022 obliga a revisar las condiciones de trabajo en la luz p¨²blica si no queremos que la sombra del deporte sirva para encubrir la indignidad
Las noticias que llegan de Ucrania, Tailandia o Venezuela hacen evidente que la historia es una pelea perpetua por los derechos b¨¢sicos, que no son aquellos que los Gobiernos dibujan como prioridad, sino aquellos otros, a veces distintos y complementarios, incluso los considerados in¨²tiles o caprichosos, que las personas reclaman para su uso cotidiano. Puede que alguien desde el poder confunda a su favor la parte por el todo, y crea que deja satisfechos a quienes en realidad condiciona y degrada, por eso los levantamientos ciudadanos demuestran que esos atajos solo llevan al descontento en un corto o largo plazo. Sin embargo, ¨²nicamente hay una cosa peor que el ruido y el desorden, y es el silencio, ya ocultaci¨®n, de los problemas. Con bastante regularidad nos llegan noticias sobre la explotaci¨®n de emigrantes en los pa¨ªses ¨¢rabes m¨¢s ricos, en esas envidiadas petrodinast¨ªas del lujo. Sus condiciones de trabajo son un viaje a siglos atr¨¢s.
La concesi¨®n del Mundial de f¨²tbol a Catar para 2022 obliga a revisar esas condiciones en la luz p¨²blica si no queremos que, una vez m¨¢s, la sombra del deporte sirva para encubrir la indignidad. Seg¨²n fuentes oficiales, las muertes de indios y nepal¨ªes durante las obras de construcci¨®n de los estadios de f¨²tbol que ser¨¢n sede mundialista ya supera los varios centenares. Salarios min¨²sculos para esfuerzos may¨²sculos, que incluyen las extenuantes jornadas de trabajo bajo unas condiciones clim¨¢ticas de infierno. Todos esos infartos y fallecimientos se compensan de manera urgente con la repatriaci¨®n de los cuerpos y una paga extra para las familias. Consuelo y mordaza en un mismo plan de jubilaci¨®n y extinci¨®n que suena al regreso de la esclavitud si es que alguna vez desapareci¨® del todo.
En el elaborado desprestigio de cualquier solidaridad obrera, la cultura del triunfo y el progreso individual casa muy bien con la ejemplar relevancia deportiva. Es como si hubi¨¦ramos aceptado un tremendo darwinismo social, pero adornado con medallas. Pues aunque no lo queramos escuchar, debajo de situaciones de este cariz late un drama, que tarde o temprano, vendr¨¢ a incendiar la plaza p¨²blica. Entonces correremos a explicarnos que los incendios siempre nacen de un foco de calor que se inflama hasta las llamas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.