Elige el Oscar de los Oscar: la final
'El padrino', 'Alas' y 'El apartamento', elegidas por los lectores de EL PA?S. Vota tu pel¨ªcula favorita hasta las doce del mediod¨ªa de hoy
La pel¨ªcula que m¨¢s admiran los aficionados (El padrino), la mejor comedia de todos los tiempos (El apartamento), y el primer filme que gano la ansiada estatuilla, la b¨¦lica Alas. Ya solo quedan estos tres t¨ªtulos en la final para elegir, desde ahora y hasta el viernes a las 12.00 del mediod¨ªa, al Oscar de los Oscar.
El padrino: Nunca te pongas en contra de la familia
por Jordi Costa
La cabeza de caballo ensangrentada que descubre el productor cinematogr¨¢fico Jack Woltz (John Marley) en su lecho, al despertar, se erigi¨® en una de las im¨¢genes ic¨®nicas de la pel¨ªcula que hizo de Francis Ford Coppola el cineasta m¨¢s rico de su generaci¨®n. Depositada por orden del consejero Tom Hagen (Robert Duvall) para conseguirle un papel en Hollywood a Johnny Fontane (Al Martino), la cabeza cortada era una alusi¨®n directa a las injerencias de la mafia en una industria del espect¨¢culo que, entre otras cosas, utiliz¨® al crimen organizado como uno de sus grandes temas desde que Josef von Sternberg rodase su fundacional La ley del hampa (1927). Durante la producci¨®n y el rodaje de la pel¨ªcula de Coppola, la Asociaci¨®n de Amistad Italoamericana, a cuyo mando estaba el capo mafioso Joe Colombo, intent¨® impedir el acceso a algunas localizaciones y amenaz¨® de manera directa tanto al director como al productor Robert Evans. Un foco de tensi¨®n m¨¢s en un proceso creativo que fue largo y tenso y durante el cual nadie parec¨ªa apostar por lo que aguardaba al final del camino: una obra maestra que marcar¨ªa un radical punto y aparte en el tratamiento de la Mafia en el cine.
Tras a?os de tradici¨®n en los que la figura del g¨¢ngster cinematogr¨¢fico permanec¨ªa encerrado en las din¨¢micas narrativas de la ascensi¨®n y ca¨ªda ¨Cla saga mafiosa como versi¨®n perversa del sue?o americano, El Padrino, a partir del best-seller de Mario Puzo, se adentraba en un territorio in¨¦dito: la intimidad del clan de poder, con su crepuscular figura patriarcal gestionando sus favores como un Papa criminal, bajo la luz tenebrista de un Gordon Willis que se gan¨® el apodo de Pr¨ªncipe de la Oscuridad por su arriesgada direcci¨®n de fotograf¨ªa. Aqu¨ª ya no hab¨ªa ca¨ªda y castigo, sino una mirada obsesiva a los c¨®digos internos de un universo claustrof¨®bico, puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo, con la lealtad como concepto rector y la traici¨®n como pecado capital. Coppola dibuj¨® la Mafia como una realeza en la sombra, con sus protocolos internos; articulando, a partir de los conceptos de herencia y l¨ªnea sucesoria, una narrativa de la corrupci¨®n y la degradaci¨®n del ideal como destino tr¨¢gico inevitable.
El contraste entre la celebraci¨®n de la boda y las reuniones de Don Vito Corleone (Marlon Brando) en el interior de su despacho y el montaje paralelo entre el bautizo y la masacre ordenada por el heredero al trono Michael Corleone (Al Pacino) fueron dos de las colosales pruebas de fuerza que orquest¨® un Francis Ford Coppola que lleg¨® al proyecto sin confianza en el mismo: su supuesta vocaci¨®n comercial supon¨ªa para ¨¦l una traici¨®n a sus principios como cineasta que se contemplaba a s¨ª mismo como autor capaz de formular la respuesta americana a la Nouvelle Vague. Sus credenciales como director hasta el momento tampoco supon¨ªan una total garant¨ªa para su valedor Rober Evans, que m¨¢s tarde se atribuir¨ªa los m¨¦ritos de El Padrino por sus sugerencias en la fase de montaje. Tampoco confiaban los productores ni en un Marlon Brando que arrastraba fama de hurac¨¢n incontrolable, ni en un Al Pacino que no parec¨ªa tener carne de estrella. Todos se equivocaron. El Padrino permanece.
Alas: amor¨ªos en los congestionados cielos de la Primera Guerra Mundial
por Gregorio Belinch¨®n
Que Alas haya llegado a la final no tiene que ver probablemente con su calidad (la tiene), sino m¨¢s con que es la primera pel¨ªcula que gan¨® el Oscar, y por tanto la primera de la lista, o incluso con una colosal gamberrada interna¨²tica.
Y qu¨¦. Es una pel¨ªcula de William A. Wellman, un estupendo realizador, el director de El enemigo p¨²blico, Ha nacido una estrella, Incidente en Ox-box, Beau Geste y de una pel¨ªcula que marc¨® una ¨¦poca en Espa?a, Caravana de mujeres. Fue delincuente juvenil, viajante, jugador de hockey sobre hielo, actor, aviador en la I Guerra Mundial ¡ªun detalle enjundioso para Alas¡ª, y apadrinado por Douglas Fairbanks, empez¨® como int¨¦rprete en Hollywood hasta que choc¨® con Raoul Walsh. Por eso decidi¨® ponerse detr¨¢s de la c¨¢mara, y comenz¨® as¨ª a dirigir westerns y comedias.
En 1927 Paramount ¡ªel estudio que ten¨ªa bajo contrato a Wellman¡ª quer¨ªa realizar una pel¨ªcula ¨¦pica sobre la I Guerra Mundial, y ten¨ªan un guion, Alas, perfecto. Wellman sab¨ªa de aviones, hab¨ªa sobrevivido a la gran guerra, hab¨ªa derribado aeronaves alemanas. A su disposici¨®n 3.500 soldados, 65 pilotos y 165 aviones. El rodaje, con Wellman luchando por rozar la perfecci¨®n y siendo despedido y recontratado uno y otro vez, dur¨® un a?o. Adem¨¢s, como director, Wellman era del g¨¦nero ¡°abroncoactores¡±, con lo que no era muy querido en los plat¨®s. Pero Alas es prodigiosa, espectacular. Aunque la trama sea algo boba (el amor de dos hombres, uno rico, otro de clase media, por una misma mujer, la gran Clara Bow, y c¨®mo el enfrentamiento continua en el frente b¨¦lico cuando se convierten en pilotos), los duelos a¨¦reos son ¨¦picos, tal y como Wellman los recordaba. Los dos actores protagonistas llegaron a pilotar los aviones, y el resultado, esos 144 minutos gloriosos, fue un bombazo en taquilla, justo en los a?os en los que Lindbergh era el gran h¨¦roe americano.
Alas encierra varias an¨¦cdotas. Fue el primer t¨ªtulo que gan¨® el Oscar a la mejor producci¨®n, es decir el actual Oscar a la mejor pel¨ªcula, pero en aquella primera edici¨®n tambi¨¦n se dio el Oscar la producci¨®n con mejor cualidad art¨ªstica¡ y ese se lo llev¨® Amanecer, de Murnau. Ha sido durante m¨¢s de ochenta a?os la ¨²nica pel¨ªcula muda en ganar la gran estatuilla de Hollywood, hasta que tambi¨¦n lo logr¨® The artist. Y hay un actor que solo aparece unos minutos y que acab¨® liado con Clara Bow, que en poco tiempo se convirti¨® en un grande: Gary Cooper.
Durante a?os, Alas se consider¨® una joya perdida hasta que se encontr¨® una copia del filme en la Cinemateca francesa. Puede que sea el momento de otro rescate.
El apartamento: La mejor comedia de todos los tiempos
por Javier Oca?a
Una escena de la parte inicial de El apartamento ejemplifica a la perfecci¨®n el genio de Billy Wilder y la brillantez de una pel¨ªcula hermosa y rastrera, elegante y demoniaca, sensible y procaz. En ella, C. C. Baxter, tras esperar aterido de fr¨ªo en la puerta de su vivienda a que su en¨¦simo jefe acabe sus horas de farra con la pen¨²ltima conquista, sube finalmente a casa y va recogiendo ceniceros y vasos sucios, intentando ordenar la mierda de una existencia coja, desesperada e irredenta. Esos momentos, lejos de las tragicomedias facilonas en las que a una secuencia tr¨¢gica sigue una c¨®mica, algo relativamente f¨¢cil de componer y de resolver, est¨¢n presentado una situaci¨®n c¨®mica y tr¨¢gica... al mismo tiempo, lo que, teniendo en cuenta los subtextos de la pel¨ªcula, llevan a la escena hasta el territorio de la comedia negra. Ver al Baxter interpretado por Jack Lemmon apurando los culos de los vasos es, repetimos, a la vez, pat¨¦tico y desternillante.
Pel¨ªcula sobre la soledad, el arribismo, la degradaci¨®n, el sometimiento del de arriba y, hasta cierto punto, el auto-sometimiento del de abajo, El apartamento es simplemente la comedia humana. De Woody, de usted y de m¨ª. Porque, ?qui¨¦n no ha sido un poco C. C. Baxter en alg¨²n momento de su vida, ya sea por convicci¨®n, por mesura o por falta de car¨¢cter? Las miserias m¨¢s mundanas, las del amor, el trabajo y la amistad, escritas con una m¨¢quina de escribir que en realidad no era sino una navaja de afeitar. Cortante, como el drama y la comedia. De nuevo a trav¨¦s del gran tema de todo su cine, los personajes que se venden a s¨ª mismos, como una suerte de prostituci¨®n m¨¢s o menos literal, Wilder nos coloca ante el espejo y nos hace reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestra dignidad. Para que se nos caiga una l¨¢grima, quiz¨¢ de pena, quiz¨¢ de risa, quiz¨¢ de miedo. Seguro que de todo al mismo tiempo.
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