Estrellas en la noche de los esclavos
No he visto a¨²n una obra maestra sobre esa infamia que es la esclavitud Lamento la indiferencia hacia ¡®El lobo de Wall Street¡¯
No ocurri¨® nada especialmente memorable en una gala presidida por la rutina, el tono amable y los premios previsibles. Le¨ª en alg¨²n sitio que la tatarabuela de Michelle Obama fue esclava. Aunque esta poderosa mujer no trabaje en la industria del cine se supone que el cargo de su marido y la continua y trascendente presencia p¨²blica de ambos la obliga a interpretar, a crear una imagen conveniente, a asumir diversos papeles. Lo hace muy bien, su naturalidad resulta convincente, puede otorgar luminosidad a cualquier fiesta. No hubiera sido raro que ella o su cimematogr¨¢fico marido hubieran entregado el Oscar a la mejor pel¨ªcula al descarnado retrato de aquella larga e intolerable aberraci¨®n titulado 12 a?os de esclavitud. Pero Michelle Obama hab¨ªa estado en la ceremonia el a?o anterior y debi¨® de parecerle abusivo a ella y a la Academia repetir presencia tan significativa.
Brad Pitt, ese guaperas con cerebro y personalidad, que al igual que George Clooney nunca se ha limitado a explotar su irresistible figura, es un hombre que se compromete con el cine y las causas en las que cree, ha recibido el primer oscar de su carrera por haber producido 12 a?os de esclavitud. Me alegro. Y solo me parece una buena pel¨ªcula, no lo mejor que he visto este a?o. Le sobra realismo, le falta sutileza, le falta sentido de la elipsis. Para sentir la barbarie que supone la esclavitud y mostrar el sadismo de terratenientes sin alma no necesito ver detalladamente c¨®mo desgarran con infinitos latigazos el cuerpo de las v¨ªctimas. No hace falta ser tan expl¨ªcito para transmitir el horror. Todav¨ªa no he visto en el cine una obra maestra describiendo esa infamia. Pero llegar¨¢. Su director Steve McQueen aseguraba que Hollywood hab¨ªa realizado miles de pel¨ªculas sobre la Segunda Guerra Mundial y solo una veintena sobre la esclavitud. Esta sigue esperando en el cine que le hagan un retrato genial.
Hay gente que me comenta su decepci¨®n ante Gravity. Tambi¨¦n me aclaran que la han visto en la pantalla del ordenador. Y deduces que tal vez cambiar¨ªan de opini¨®n si hubieran sido testigos de esa lucha por sobrevivir en la soledad espacial en una gran pantalla, en una sala a oscuras, reconociendo el sentido de que Alfonso Cuar¨®n la haya rodado en tres dimensiones. A m¨ª me fascin¨® cuando la vi en esas condiciones para las que fue concebida. Su sabidur¨ªa t¨¦cnica, su imaginaci¨®n, la audacia del reto, la humanidad, el miedo y la desesperaci¨®n que transmiten dos astronautas flotando en el espacio merecen reconocimiento y respeto. Los siete oscars que recibi¨® no son gratuitos.
Admito que la intensidad y el histrionismo de Leonardo DiCaprio puedan caerle mal a muchos espectadores. Pero incluso los m¨¢s reacios a su personalidad tendr¨¢n que reconocer que su interpretaci¨®n en El lobo de Wall Street es asombrosa. Tambi¨¦n que no puede ser casual que le reclamen continuamente los mejores directores del cine estadounidense. Pero no hay forma de que la Academia de Hollywood bendiga ese incontestable talento. Le han concedido el Oscar a Matthew McConaughey por dar vida con notable arte y veracidad a un enfermo de sida. Adem¨¢s de que su interpretaci¨®n sea muy meritoria, Hollywood siente debilidad al otorgar sus premios de interpretaci¨®n por aquellos actores y actrices que se transforman para meterse en la piel y en el coraz¨®n de personajes aquejados de taras f¨ªsicas o mentales. Se valora m¨¢s el sufrimiento que la alegr¨ªa. A diferencia de Di Caprio, que siempre fue un actor superdotado (compru¨¦benlo revisando su conmovedor trabajo en ?A qui¨¦n ama Gilbert Grape? cuando solo ten¨ªa 18 a?os), McConaughey es alguien que ha aprendido mucho, se ha convertido en un actor excelente, pero durante mucho tiempo sus interpretaciones fueron olvidables y en algunos casos sonrojantes. Por cierto, no entend¨ª demasiado bien lo que pretend¨ªa decir en su disparatado discurso de agradecimiento. Cre¨ª entender que el ¨²nico h¨¦roe que ha tenido nunca es ¨¦l mismo y que Dios gu¨ªa todos sus pasos. Qu¨¦ envidia me dan sus inquebrantables convicciones. Que le duren ambas.
Cate Blanchett interpreta con seguridad y clase a la desquiciada protagonista de Blue Jasmine. Mi problema es que me interesa muy poco esa pel¨ªcula de Woody Allen y me provocan alergia todos sus personajes.
Me alegra mucho que hayan reconocido con el Oscar al mejor guion la sensibilidad y la imaginaci¨®n de Spike Jonze en la turbadora Her. Y lamento que la emotiva y agridulce Philomena y su formidable protagonista Judi Dench se vayan con las manos vac¨ªas. O la indiferencia hacia el hipn¨®tico y torrencial trabajo del maestro Scorsese en El lobo de Wall Street. O que reconocieran el lirismo y la gracia de la irregular Nebraska en la que aparece mi personaje favorito del a?o. S¨ª, esa anciana gru?ona y secretamente comprensiva que se levanta la falda en un cementerio y le dice al difunto: ¡°Mira lo que te has perdido por ser tan aburrido¡±.
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