Notario de lo que nadie quiere ver
Dos exposiciones re¨²nen en Par¨ªs el trabajo del fot¨®grafo-detective Mathieu Pernot
La exposici¨®n del Jeu de Paume empieza con una caravana ardiendo a la ca¨ªda de la noche; junto a esa imagen, se ven seis retratos de una familia de gitanos iluminados por el fuego. Es un ritual de los roman¨ªes franceses: la familia se despide del pariente que acaba de morir incendiando su casa rodante. Pero la imagen tiene otra lectura: muchos gitanos vivos est¨¢n viendo desaparecer sus casas en los ¨²ltimos tiempos a causa de ataques de vecinos o polic¨ªas. Mathieu Pernot (Fr¨¦jus, Costa Azul, 1970) tom¨® esa fotograf¨ªas en 2013 para completar la retrospectiva que le dedica ahora el Jeu de Paume. Al mismo tiempo, la Maison Rouge cuelga las fotos que Pernot realiz¨® y encontr¨®, con la ayuda del historiador Philippe Arti¨¨res, en el hospital psiqui¨¢trico de Picauville, cerca de Cherburgo.
El peculiar ojo de Pernot trabaja en varias direcciones, formatos y tiempos, y ofrece una elocuente mirada, entre la ternura y la denuncia, sobre los gitanos, las prisiones mentales y f¨ªsicas y los m¨¢rgenes invisibles de la sociedad. El artista retrata realidades actuales ocultas, y recupera la memoria hist¨®rica de la marginaci¨®n a trav¨¦s de viejas im¨¢genes buscadas o encontradas y la conecta con la actualidad. Documentalista n¨®mada de iconograf¨ªas y asuntos, notario de lo que nadie quiere ver, historiador de los olvidados, la obra de Pernot explica con rara sutileza el fracaso de un modelo econ¨®mico y social, y la pervivencia del racismo y la persecuci¨®n.
Toda la obra de este fot¨®grafo-detective parece estar relacionada: en su serie m¨¢s reciente, titulada El fuego, los retratos de los gitanos iluminados por las llamas est¨¢n cerca de otra serie en blanco y negro, fechada en los a?os noventa, que ense?a las im¨¢genes de fotomat¨®n de una veintena de ni?os roman¨ªes. Pernot curs¨® en Arles sus estudios de fotograf¨ªa, y ayud¨® a los gitanos a hacerse las fotos que necesitaban para sus documentos. En paralelo, el artista narra la biograf¨ªa de Giovanni, uno de aquellos ni?os, mezclando fotos de familia y retratos que le fue haciendo ¨¦l durante casi dos d¨¦cadas.
Esta fidelidad a sus personajes, que los mete en el hilo del tiempo, marca tambi¨¦n su visi¨®n del urbanismo, la periferia y las c¨¢rceles. Primero el artista recoge, ampl¨ªa y cuelga unas postales de las colmenas construidas durante los Treinta Gloriosos (1950-1980); la serie se titula El mejor de los mundos. Luego, fotograf¨ªa las voladuras de esas viviendas a principios del siglo XXI: Implosiones. Una tercera serie, Pan¨®ptico, muestra las celdas vac¨ªas donde se retiene a los inmigrantes... Al lado vemos las ventanas de unas viviendas a punto de ser demolidas, y en los retratos de Los Gritadores, los presidiarios que intentan comunicarse con el exterior a voces.
Despu¨¦s, el visitante se zambulle en un viaje sepia por los archivos y los supervivientes de Saliers, campo de concentraci¨®n para gitanos construido por Vichy que fue usado como instrumento de propaganda entre 1942 y 1944. Pernot viaj¨® hasta el lugar, situado en la Camargue, la regi¨®n m¨¢s gitana de Francia, y rescat¨® docenas de documentos. Consigui¨® varios carnets antropom¨¦tricos ¡ªque todav¨ªa est¨¢n en vigor, aunque fueron declarados inconstitucionales en 2012¡ª, y las fichas y fotos de frente y de perfil que la polic¨ªa realizaba a los bohemios (as¨ª se llamaban a s¨ª mismos los gitanos europeos desde el siglo XV). Luego, localiz¨® a supervivientes, los fotografi¨® y entrevist¨®. Unos dibujos, titulados El ¨²ltimo viaje, reconstruyen los trayectos que hicieron aquellos gitanos antes de ser encerrados. Pernot sigue el rastro de sus carn¨¦s, que deb¨ªan forzosamente sellar en cada pueblo por el que pasaban.
El fot¨®grafo resume as¨ª la historia no escrita del Holocausto de los mal llamados n¨®madas, y a la vez la historia pulcramente anotada y disimulada de la Administraci¨®n de la Francia nazi: ¡°Las familias internadas en Saliers, como las de los dem¨¢s campos franceses, perdieron a menudo todos los bienes que pose¨ªan antes de entrar all¨ª¡±, explica el fot¨®grafo. ¡°A veces perdieron tambi¨¦n a algunos de los suyos. ?Qu¨¦ obtuvieron como respuesta a esos a?os pasados tras las alambradas? Solamente el desprecio de una sociedad que contin¨²a rechazando la singularidad de su modo de vida y negando una Historia cuyas consecuencias duran todav¨ªa hoy¡±.
Una ¨²ltima serie sin rostros muestra las fotos brillantes de varios inmigrantes afganos durmiendo en la calle, tapados con mantas o s¨¢banas, y la desolaci¨®n de La Jungla, el bosque de Calais donde duermen los inmigrantes que intentan cruzar de Francia a Gran Breta?a. Junto a las fotos est¨¢n los cuadernos que escribi¨® el afgano Jawad en lengua farsi para narrar su epopeya desde Kabul a Par¨ªs. Al lado, la libreta escolar donde su compa?ero Mansour apuntaba las palabras francesas que iba aprendiendo.
La muestra del Jeu de Paume estar¨¢ abierta hasta el 18 de mayo. La de la Maison Rouge ense?a hasta el 11 de ese mes el presente y el pasado de un psiqui¨¢trico y de sus pacientes desde 1930 hasta hace un par de a?os. Las dos forman un recorrido hist¨®rico y po¨¦tico por la marginaci¨®n, ahora que los gitanos y otros miserables vuelven a ser, como en los treinta, el chivo expiatorio de la crisis econ¨®mica y moral de Europa.
Babelia
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