La emboscada del fantasma ruso
El escritor polaco, nacido en una ciudad ucrania, alerta sobre el conflicto en la zona Zagajewski repasa su vida, reflexiona sobre la funci¨®n de los poetas y la financiaci¨®n de la cultura
La sombra del fantasma imperialista ruso ha empezado a sitiar no solo a Ucrania sino a Polonia y alrededores. Adam Zagajewski la percibe, la siente. Conoce lo que es estar bajo ese manto. Sus poemas y sus narraciones dan fe de ello desde los a?os sesenta. Pens¨® que todo aquello era ya historia de libros y abuelos, y de ¨¦l mismo contando a los dem¨¢s, pero¡
¡Otra vez las rodillas vuelven a apretar las tapas rebeldes de las maletas. Sobre todo en poblaciones como Lvov, al occidente de Ucrania y pegada a Polonia, donde tambi¨¦n el conflicto con Rusia avanza desde hace varios meses. All¨ª naci¨® Adam Zagajewski el 21 de junio de 1945 cuando el pueblo pertenec¨ªa a Polonia. El verano de la paz. De all¨ª lo sacaron a los cuatro meses cuando su familia, como otras miles, decidi¨® huir del comunismo en vista de que la Uni¨®n de Rep¨²blicas Socialistas Sovi¨¦ticas se anexaba su ciudad con la complicidad de ¡°tres caballeros de edad provecta que se hab¨ªan dado cita en Yalta¡±.
Los Zagajewski, de antepasados amantes de la cultura y profesores de primaria y secundaria en Lvov y varios kil¨®metros a la redonda, no vieron otra salida. Con sus maletas regordetas y un beb¨¦ que a¨²n no gateaba, llegaron hasta Gliwice, que aunque estaba en Polonia, y quedar¨ªa bajo la influencia de la URSS casi medio siglo, la vida all¨ª les parec¨ªa menos asfixiante. ?l se har¨ªa novelista, poeta y ensayista de prestigio que debi¨® soportar la prohibici¨®n de sus libros. Hasta que en 1982 se exili¨® en Par¨ªs empujado por el r¨¦gimen comunista. Despu¨¦s ir¨ªa a Estados Unidos donde ha dado clases en varias universidades. Descubri¨® lo que era ser un feliz poeta sin hogar. A lo que puso fin en 2002 al instalarse en Cracovia con su familia.
Me preocupa el imperialismo ruso, ese fantasma que est¨¢ amenazando. Una especie de angustia existencial para un pa¨ªs como Polonia donde experimentamos casi 50 a?os el dominio sovi¨¦tico
Entre unas paredes rojas y blancas de la Casa del Lector, de Madrid (donde dio una charla sobre literatura y ciudades), Zagajewski comprueba que el pasado es un torbellino taimado y loco que nunca se sabe el rumbo que tomar¨¢. Su postura frente al conflicto ucranio, y en especial lo que vive Lvov, ¡°no es esencialmente diferente a lo que piensan los otros polacos, aunque vivo todo con m¨¢s intensidad¡±. As¨ª como reconoce que la estabilidad de Ucrania es de importancia nacional para su pa¨ªs, tambi¨¦n admite que no tiene suficiente imaginaci¨®n pol¨ªtica para avistar los derroteros. Lo que s¨ª le preocupa ¡°es el imperialismo ruso, ese fantasma que est¨¢ amenazando. Una especie de angustia existencial para un pa¨ªs como Polonia donde experimentamos casi 50 a?os el dominio sovi¨¦tico¡±.
?Acaso su extrema discreci¨®n y aura de adolescente desamparado es la herencia imborrable de aquellos a?os umbr¨ªos? El sentimiento por Rusia es contradictorio en ¨¦l. Por un lado rechaza su pol¨ªtica y ansias de dominio y por otro se rinde a su cultura. Aunque denuncia que se trata de un Estado al que no le ha temblado el pulso para ocultar o condenar su arte o satanizar a sus creadores como Mandelstam, Tolstoi y otros tantos que fueron perseguidos por Stalin. ¡°Es de los pa¨ªses con una larga tradici¨®n de persecuci¨®n a las artes¡±, y su mirada completa su desaprobaci¨®n.
El rumor de botas y dudas ha vuelto para vislumbrar a refugiados...¡°encorvados por una carga que a veces es visible, otras no,avanzan por el barro, o arena del desierto, inclinados, hambrientos,¡± (de Tierra del fuego, Acantilado).
Son momentos poco propicios para la poes¨ªa. Pero no solo en Rusia, advierte Zagajewski. ¡°Es por la ¨¦poca de modernidad que ha tergiversado tantas cosas, incluida la libertad¡±. El enemigo de la poes¨ªa, ha lamentado varias veces ¨¦l, es que no participa de la fuerza intelectual de su ¨¦poca. Y hoy se nota m¨¢s. Eso no significa que no haya poetas activos en el debate intelectual, afirma el escritor. ?l mismo es uno de ellos. Y de los m¨¢s destacados de Europa. Procede de un pa¨ªs de gran tradici¨®n donde los escritores participan de la vida p¨²blica a trav¨¦s de su creaci¨®n. Wislawa Szymborska. Por ejemplo. Hace notar con un deje lastimero esa retirada o puesta a un lado de los escritores frente a la realidad m¨¢s real, pero respeta y admira la ruta de la creaci¨®n alrededor de temas privados que ha asumido buena parte de las nuevas generaciones. Y se da animos: "La situaci¨®n no est¨¢ perdida del todo. Y la vida com¨²n puede volver al centro del debate".
No son momentos propicios para la poes¨ªa. Es por la ¨¦poca de modernidad que ha tergiversado tantas cosas, incluida la libertad
No es f¨¢cil. ?l es el primero en reconocerlo cuando cita a Charles Taylor, el fil¨®sofo canadiense que ha escarbado en la construcci¨®n del yo moderno y contempor¨¢neo, que describe una ?desincronizaci¨®n? de la vida p¨²blica bajo el influjo de la Ilustraci¨®n, mientras el ¨¢mbito privado sigue colonizado por el pensamiento rom¨¢ntico. ¡°Hay que buscar esa compaginaci¨®n¡±.
A eso se suma, asegura Zagajewski, que ¡°los estados actuales democr¨¢ticos carecen de ideas est¨¦ticas claras y son solo neutrales. Ellos van por un lado y la sociedad por otro. Se aprecia en los museos o encuentros culturales donde se ve que la gente tiene hambre de cultura. Y el Estado no responde a la pregunta de qu¨¦ es el mundo. No sabe leer lo que queremos y necesitamos¡±.
O s¨ª. Al final esto es bueno porque ¡°de lo contrario ser¨ªa un estado totalitario y de gustos uniformes¡±, celebra Zagajewski con una sonrisa. De ah¨ª que a ¨¦l no le moleste que el Estado no asuma el total apoyo a la creaci¨®n y a la cultura. Da libertad. ¡°Es bueno que haya un ministerio de Cultura apasionado y sepa lo que hay que hacer y facilite los caminos para el fomento, preservaci¨®n y divulgaci¨®n de la cultura y las artes. Pero una cosa es ser neutral en gustos oficiales y otra muy distinta ser un obst¨¢culo para su apoyo y proliferaci¨®n¡±. Comulga con un modelo de cultura donde el mecenazgo y el apoyo privado son esenciales.
El rumor de una duda enterrada aumenta. El cerco sobre su ciudad de los sue?os se cierra. La semilla de su todo. Lvov, de donde lo sacaron cuando ni siquiera gateaba y de la que escribi¨® unos versos premonitorios:
¡°So?¨¦ con mi antigua ciudad,
Hablaba la lengua de los ni?os y de los humillados (¡)
Y entonces o¨ª unas palabras de todo diferentes:
¡®Pero los milagros existen, no todos creen en ellos,
Pero los milagros ocurren¡¡¯. Y al despertarme,
Cuando sal¨ª lenta y penosamente del b¨²nker de aquel
sue?o
Entend¨ª que all¨ª todav¨ªa duraban las disputas,
Que todav¨ªa no se hab¨ªa solucionado nada¡¡±.
(de Mano invisible, Acantilado)
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