Al rescate de Wols, artista maldito
El Reina Sof¨ªa muestra la producci¨®n de uno de los creadores "m¨¢s enigm¨¢ticos del siglo XX"
"Uno cuenta sus peque?as f¨¢bulas terrenas en trozos peque?itos de papel". El aforismo es una de las 350 anotaciones que Wols, enigm¨¢tico artista y escritor alem¨¢n, escribi¨® a lo largo de su corta vida (muri¨® en 1951 a los 38 a?os). Esos diminutos pedazos de pensamiento los portaba siempre consigo en una bolsa, como si esa compa?¨ªa sirviera para ordenar su mundo ca¨®tico, alcoh¨®lico y sideral.
Y de no ser por las pruebas que ofrece El cosmos y la calle, la delicada exposici¨®n que puede visitarse en el Reina Sof¨ªa (hasta el 26 de mayo, v¨ªspera del 101 aniversario de su nacimiento), a uno le dar¨ªa por pensar que, como creyeron unos cuantos en los a?os setenta con Cioran y Fernando Savater, Wols fue una pura invenci¨®n de Jean-Paul Sartre. El fil¨®sofo franc¨¦s ejerci¨® de propagandista del genio dips¨®mano y c¨®smico en los a?os 50 en un texto titulado Dedos/No dedos cuando el primero ya se hab¨ªa consumido demasiado pronto. En el escrito, incluido en el cat¨¢logo de la muestra, Sartre se detiene en el gouache La gran barrera ardiente (1944-45) para dejar volar la imaginaci¨®n: "La superioridad de Wols reside en que las Cosas son innombrables: eso significa que no son competencia de la lengua y que el arte de pintar se ha liberado totalmente de la literatura".
Nacido en 1913, Alfred Otto Wolfgang Schulze, Wols (el pintor se rebautiz¨® a partir del texto encontrado en un telegrama roto), creci¨® en el seno de una familia de clase media alta de Berl¨ªn bajo la influencia de su padre, que muri¨® cuando el chico contaba 16 a?os. Desde entonces, ya nunca dej¨® de ser un extranjero de s¨ª mismo. Desertor por pereza, su arte no fue una excepci¨®n.? Demasiado franc¨¦s para los alemanes y decididamente alem¨¢n para los franceses, fue enviado con los exiliados republicanos espa?oles, los comunistas y pintores como Max Ernst o Hans Bellmer al campo de concentraci¨®n de Les Milles en la II Guerra Mundial, .
La muestra del Reina divide la trayectoria de uno de "los artistas m¨¢s enigm¨¢ticos del siglo XX" de un modo bastante literal. Por calle, el comisario Guy Brett se refiere a sus primeros pasos como fot¨®grafo, cuando, convencido por Lazslo Moholy-Nagy de que no necesitaba ir a la Bauhaus, acaba en Par¨ªs, haciendo de fot¨®grafo para diversos encargos. Las concomitancias entre el trabajo primero de Wols y el de su amigo se dejan sentir en las instant¨¢neas callejeras en blanco y negro, en las alcantarillas y sumideros, en los jirones de tela pisoteados, en las mu?ecas peponas abandonadas en cualquier adoqu¨ªn.
El cosmos llegar¨ªa despu¨¦s, cuando Wols se vuelca en la acuarela y el dibujo, t¨¦cnica que puede acometer sin abandonar la desesperaci¨®n de su camastro en Les Milles, donde tambi¨¦n adquiri¨® otro inseparable h¨¢bito: el consumo masivo alcohol.
"Si en sus fotograf¨ªas demuestra un gran dominio expresivo de la luz, en sus dibujos, y m¨¢s tarde en sus pinturas, el protagonismo es para el maestro movimiento de la mano", explica Manuel Borja-Villel, director del museo nacional. El fil¨®sofo Ignacio G¨®mez de Lia?o encuentra en esta parte de su trayectoria paralelismos con Dal¨ª (las siluetas amorfas, ameboides, de Wols recuerdan a las pinturas m¨¢s retorcidas del genio de Figueres), Paul Klee y su empleo de las ret¨ªculas paranoides y, lo que es m¨¢s sorprendente, a los esfuerzos, entre la ciencia y el dibujo, de Santiago Ram¨®n y Cajal. "Por incre¨ªble que parezca, Mondrian est¨¢ muy pr¨®ximo de Wols", escribi¨® el artista brasile?o Helio Oiticica en 1961. "Son ambos los precursores m¨¢s significativos de la desaparici¨®n de la pintura tal como se la hab¨ªa entendido hasta ahora"
El estudio de su vida y su obra invita a pensar que Wols no fue probablemente consciente de tan sutiles paralelismos. Fue un genuino outsider hasta el final, incluso cuando terminada la guerra y regresado a Par¨ªs llegaron los a?os de cierta estabilidad econ¨®mica y de sus relaciones con el galerista Pierre Loeb, quien, con todo, nunca pudo convencerle de dar una salida comercial debida a sus pinturas dado que ni tan siquiera fue capaz de lograr que las titulara.
Cuando en 1951 dej¨® el alcohol y pareci¨® que su suerte estaba lista para cambiar, un envenenamiento alimentario por carne en mal estado se lo llev¨® por delante. Una vez muerto, llegaron los reconocimientos, tambi¨¦n en Alemania, pa¨ªs que siempre le fue un ingrato pero que aporta muchos de los pr¨¦stamos a la exposici¨®n
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