?Superior?
Sent¨ª perpleja curiosidad cuando Butrague?o, trabajando a?os despu¨¦s en el organigrama ejecutivo del Real Madrid y bajo la presidencia de Florentino P¨¦rez, defini¨® a su jefe como un ser superior
Durante varios e inolvidables a?os (no muchos, tuvieron su l¨®gica finitud, la magia decay¨®, los rivales aprendieron a frenar a un genio de la improvisaci¨®n, de alguien que realizaba con belleza cosas que parec¨ªan imposibles) estuvo compensado ir a cualquier estadio en el que jugara Butrague?o. Constatando su autoridad con la pelota, tambi¨¦n deseabas que sus juicios sobre las personas y las cosas poseyeran la sabidur¨ªa que hab¨ªa demostrado jugando al f¨²tbol. Por ello, sent¨ª perpleja curiosidad cuando Butrague?o, trabajando a?os despu¨¦s en el organigrama ejecutivo del Real Madrid y bajo la presidencia de Florentino P¨¦rez, defini¨® a su jefe como un ser superior. No aclar¨® si esa categor¨ªa sublime se basaba en la nietzschzeana teor¨ªa del superhombre o era una concepci¨®n exclusivamente suya sobre esos seres superiores que cambian la historia de la humanidad. En cualquier caso, debe ser reconfortante encontrar semejante grandeza moral en la persona que paga tu n¨®mina y no guardarte para ti mismo esa certidumbre, sino tambi¨¦n proclamarlo al mundo.
Por ello, me preparo en estado de trance para ver si percibo ese aura sublime en la entrevista que le hace Jordi ?vole a P¨¦rez, imagino que seguida con especial atenci¨®n por Antonio Garc¨ªa Ferreras, director de La Sexta. Pero no le pillo el punto a su expresividad en p¨²blico. Hay mucho de actuaci¨®n esc¨¦nica en estos espect¨¢culos, de intentar seducir y convencer al que escucha, de que lo sale de tu boca parezca no solo atractivo, sino tambi¨¦n veros¨ªmil. Pero el ser superior no parece estar dotado para la interpretaci¨®n. Probablemente tampoco necesite de cosa tan fr¨ªvola e intrascendente siendo tan poderoso y rico. Basta con el desd¨¦n, la suficiencia, el discurso hueco, la incapacidad para comunicar con el receptor.
Jordi ?vole le pregunta mucho y bien. No parece una entrevista pactada. Las respuestas son previsibles, t¨®picas, aburridas o et¨¦reas. La imagen de P¨¦rez no sale reforzada. Ni crees lo que cuenta, ni engancha su narrativa. Los convencidos de que existe algo siniestro en la personalidad de este pr¨®cer no cambiaran de opini¨®n. Ni con esa declaraci¨®n tan presuntamente humanista, l¨ªrica y conmovedora de que le sigue obsesionando la mirada de un desamparado ni?o colombiano que una vez se agarr¨® a su pierna suplicando refugio.
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