¡°Tal vez deber¨ªamos despedirnos m¨¢s lentamente de los que se nos van¡±
Rafael P¨¦rez Gay cuenta la enfermedad de su hermano Jos¨¦ Mar¨ªa, fallecido el a?o pasado, en el 'El cerebro de mi hermano'
Rafael P¨¦rez Gay (M¨¦xico, 1957) garabatea desde el sof¨¢ de su casa en la Ciudad de M¨¦xico una dedicatoria en la primera p¨¢gina del ¨²ltimo libro que ha publicado. ¡°Una historia de hermanos, su memoria, su amor y oscuridad¡±, escribe. El cerebro de mi hermano (Seix Barral) es exactamente eso: la historia de dos hermanos, Rafael y Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Gay; de la memoria de los ¨²ltimos a?os de vida de ¨¦ste; del amor fraternal que se profesaban a pesar las diferencias ideol¨®gicas y de la oscuridad. La oscuridad que poco a poco fue penetrando en el cerebro del escritor, fil¨®sofo y traductor en forma de una enfermedad que silenci¨® a una admirada figura de la cultura mexicana.?
Directo, desgarrador y en ocasiones tan cruel como la experiencia de ver c¨®mo un hermano - y un cerebro - se apagan sin que los m¨¦dicos puedan hacer nada. Sin que nadie pueda intentar nada m¨¢s que aprovechar cada minuto de lucidez. As¨ª es el libro que Rafael P¨¦rez Gay ha escrito para despedirse de su hermano mayo y que, adem¨¢s, le ha valido el Premio Mazatl¨¢n de Literatura 2014. El 27 de mayo de 2013, al d¨ªa siguiente de la muerte de Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Gay, su hermano Rafael empez¨® su duelo arrancando esta ¡°secuela indeseada¡± de Nos acompa?an los muertos (Seix Barral, 2009), la obra en la que el escritor hablaba de la memoria de sus padres.?
Pregunta. Primero una obra dedicada a sus padres y luego otra a sus hermano. ?Tiene la escritura un efecto curativo para usted?
Respuesta. S¨ª, escribir este libro fue duro, dif¨ªcil pero con ¨¦l viv¨ª algunos momentos cat¨¢rticos. Hay un tipo de libro que se impone, que te dice ¡°me tienes que escribir ya, en este momento¡±. En ese sentido, creo que fui como un periodista que no puede renunciar a una noticia. Estaba asistiendo a una tragedia natural y quer¨ªa contarla. Lo escrib¨ª como una r¨¢faga, como un soplo de la memoria y quer¨ªa que se leyera as¨ª.?
P. ?Es entonces un libro escrito para usted?
R. Primero lo escrib¨ª para m¨ª, para que resonara la memoria de mi hermano dentro de m¨ª y de los lectores que pudiera encontrar. Pero a la vez tambi¨¦n quer¨ªa escribir un libro sobre la hermandad y hay muchos libros que hablan del amor de padres, de hijos¡ pero menos de hermanos. Creo que la literatura tiene que ser capaz de hablar de historias universales, con las que uno pueda sentirse identificado: la hermandad es una de ellas.?
P. Y no hay nada m¨¢s universal que enfrentarse a la p¨¦rdida de un ser querido
R. Por desgracia todos pasaremos alguna vez por ah¨ª. Nos vamos a enfermar y a morir. Y probablemente veremos a un ser querido en esa circunstancia, como me toc¨® a m¨ª ver a mi hermano. Hay un momento duro en nuestras vidas en el cual los dos hermanos han estado seriamente enfermos [Rafael P¨¦rez Gay sufri¨® un c¨¢ncer de vejiga]: uno se fue y otro se qued¨®. Estoy seguro de que si hubiera sido al rev¨¦s, ¨¦l habr¨ªa hecho algo similar.?
P. ?Estas p¨¢ginas no hacen que el duelo sea m¨¢s largo?
R. Yo quer¨ªa despedirme de mi hermano y me di cuenta de que escribiendo este libro lo que hac¨ªa era mantenerlo vivo. S¨ª, puede que escribirlo haya hecho que me despida con m¨¢s lentitud. A lo mejor hay que despedirse m¨¢s lentamente de los que se nos van, no tan r¨¢pido.?
P. En el libro cuenta los ¨²ltimos a?os de enfermedad, pero supongo que ese no es el recuerdo que le queda de su hermano.
R. Estas p¨¢ginas son los d¨ªas finales, tristes, solitarios de una hermandad. Pero, echando la vista atr¨¢s, tengo much¨ªsimos recuerdos que ir¨¢n saliendo en mi escritura m¨¢s all¨¢ de este informe. A los lectores, adem¨¢s de lo que retrato en estas p¨¢ginas, quisiera transmitirles otar imagen de mi hermano, la del escritor Delmore Schwartz que dice que en el coraz¨®n siempre habitan contradicciones y hay que vivir con ellas y aprender a tratarlas.?
P. Cuando alguien muere, generalmente escuchamos los halagos pero no se recuerdan los momentos duros. Sin embargo, en el libro usted s¨ª que habla de los desencuentros con su hermano.
R. S¨ª, porque creo que a ¨¦l y a m¨ª tambi¨¦n nos un¨ªan esos momentos, las malas tardes que todos tenemos. Siempre supe que ten¨ªa que contar en profundidad los momentos en los que estuvimos separados, especialmente por razones pol¨ªticas. Hay que ver las malas tardes para poder valorar las buenas al igual que tener presente la idea de la muerte, de la finitud, tambi¨¦n nos hace poner en valor los momentos buenos de la vida.?
P. Tambi¨¦n recuerda a ¡°amigos que lo quer¨ªan mucho pero lo aconsejaron mal¡±. ?Ha despertado susceptibilidades con el libro?
R. Esta es mi versi¨®n de lo que ocurri¨®. Cada qui¨¦n recuerda las cosas de un modo distinto. El libro est¨¢ dedicado a mi cu?ada Lilia Rossbach, se lo di a leer antes de publicarlo y a ella le pareci¨® un homenaje. Es cierto que existen algunos momentos duros pero es lo que yo recuerdo. Si hay alguien que quiera hacer otra versi¨®n, adelante.?
P. Nunca se pusieron de acuerdo con la pol¨ªtica.
R. No hubo modo. ?l se intern¨® en la pol¨ªtica activa con Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, de quien yo soy muy muy cr¨ªtico. Pero s¨ª que s¨¦ en qu¨¦ cosas nos pusimos de acuerdo: en el humor, en nuestra amistad literaria y en nuestra hermandad. Es algo muy triste porque cuando regresamos a eso ya era demasiado tarde porque la enfermedad se hab¨ªa interpuesto entre nosotros. Pero reotomo la idea: conviene que aprendamos a entender que los otros tienen sombras. Yo lo entend¨ª con mi hermano. Al final lo que nos quedaba era nuestra hermandad. Cuando ya no pod¨ªa hablar nos comunic¨¢bamos incluso con los pies. S¨ª hay tal cosa como la sangre.
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