La fuerza de la risa
Sally Mara narra su iniciaci¨®n en la Irlanda ultracat¨®lica con iron¨ªa y humor
Raymond Queneau es la exacta imagen del escritor que hace del lenguaje su territorio vital. Graduado por la Sorbona en Filosof¨ªa y Psicolog¨ªa, apasionado de la Matem¨¢tica y de la Literatura, se inici¨® en la escritura dentro del movimiento surrealista, pero lo abandon¨® pronto, desinteresado de las posibilidades de la escritura autom¨¢tica en favor de un uso consciente de la raz¨®n bien alejado del azar y del automatismo que regaban la obra de los surrealistas. Esa acepci¨®n de la raz¨®n estaba directamente ligada a la convicci¨®n de la importancia que para ¨¦l ten¨ªan el pleno dominio y conciencia de la creaci¨®n art¨ªstica. Cuando decide escribir sus famosos Ejercicios de estilo (C¨¢tedra, 1991) es cuando cristaliza su idea de la escritura; el libro se basa en el Arte de la fuga de Bach y es un conjunto de 99 variaciones sobre un tema elemental por medio de las cuales plantea, con un dominio extraordinario del lenguaje, lo que ser¨¢ el eje de su obra: la utilizaci¨®n de todos los registros y significados posibles de un lenguaje liberado que se mueve entre el franc¨¦s escrito y el franc¨¦s hablado. Su obra, seg¨²n esta actitud, no ser¨¢ una obra sobre la que vuelva siempre, al estilo de los escritores tradicionales, sino muchas obras escritas con designios y estilos bien distintos y realizados con una combinaci¨®n de rigor y audacia que le otorgan un lugar singular en la literatura moderna. Su maravillosa novela Zazie en el metro (Alfaguara, 1978) le concedi¨®, adem¨¢s, un ¨¦xito de p¨²blico inesperado (a la que Juan Garc¨ªa Hortelano rindi¨® un precioso homenaje con su Gram¨¢tica parda). No ocurri¨® lo mismo con otras piezas extraordinarias como Mi amigo Pierrot (Anagrama, 1993), La alegr¨ªa de vivir (Alfaguara, 1984) o Un duro invierno (Destino, 1989), cosa natural en un raro genial como fue ¨¦l. Perteneci¨® a la Academia Goncourt a la vez que contribuy¨® a fundar el Seminario de Literatura Experimental del que saldr¨ªa el trascendental movimiento OuLiPo.
Sally Mara es el nombre de una jovencita irlandesa a la que atribuye tres novelas (las que aqu¨ª re¨²ne la editorial Blackie Books): Diario ¨ªntimo, Siempre somos demasiado buenos con las mujeres y un conjunto de aforismos, Sally ¨ªntima. En el primero, Sally, una chica que mide 1,68, pesa 66 kilos y lleva el pelo corto, la falda corta, slip y zapatos planos, quiere aprender ga¨¦lico para escribir una novela irlandesa mientras cuenta su iniciaci¨®n a la vida en una Irlanda ultracat¨®lica. Un cr¨ªtico la ha descrito acertadamente como una joven con los pies en la tierra y la cabeza en las nubes.
Con una iron¨ªa notable y un humor gamberro, Queneau nos cuenta por voz de Sally c¨®mo pierde a su profesor de franc¨¦s, se pone en manos de un profesor de ga¨¦lico que, como el resto de los hombres que pasan por su vida, incluido el padre que abandon¨® el hogar para ir a comprar cerillas, est¨¢n obsesionados con levantar las faldas de las chicas, bajarles el slip y darles una buena azotaina, y c¨®mo es su vida de familia, con un hermano borracho perdido, una hermana que acaba disfrutando con las azotainas y, naturalmente, una madre alocada. Con encantadora inocencia, al ir a tomar de la mano a su pretendiente en la oscuridad del cine agarra otra cosa firme y recta que la desazona; y as¨ª va por la vida: descubri¨¦ndola y sorteando toda clase de asechanzas er¨®ticas.
Evidentemente, la novela est¨¢ cargada de humor y un descaro que, so pretexto de retratar una Irlanda hip¨®crita, alcoholizada y machista, realiza una divertid¨ªsima exposici¨®n de las relaciones hombre-mujer desde el subterfugio de la pudibundez y la represi¨®n. Todos fingen y miran para otro lado, pero al mismo tiempo dejar ver sus fijaciones, como la obsesi¨®n por las azotainas, a las que se apuntan todos los varones de cualquier edad, o esos enigm¨¢ticos (para Sally) atributos con que adorna sus figurillas desnudas de Napole¨®n y otros pr¨®ceres la esposa de su profesor de ga¨¦lico. En fin, una delirante y desternillante historia.
Siempre somos demasiado buenos con las mujeres (t¨ªtulo que est¨¢ en la l¨ªnea del Escupir¨¦ sobre vuestras tumbas de su amigo Boris Vian) cuenta la insurrecci¨®n irlandesa del lunes de Pascua de 1916, tambi¨¦n desde una perspectiva desopilante: un grupo del IRA ataca y toma una estafeta de correos en Dubl¨ªn. En ella se encuentra una funcionaria, Gertie, que se queda encerrada en el ba?o de se?oras en medio del tiroteo. Los patriotas (un grupo de zopencos) est¨¢n a la espera de la llegada de las tropas inglesas comandadas por un comodoro ingl¨¦s que sube en su barco por el r¨ªo Liffey y que es el novio de Gertie. Y de nuevo el irracionalismo nacionalista, el colonialismo y las obsesiones sexuales se apoderan del escenario para delicia y felicidad del lector.
¡°Pensar en Queneau¡±, dice Vila-Matas en su minipr¨®logo, ¡°es hacerlo con la fuerza incendiaria de la risa¡±. No ser¨¦ yo quien le desmienta. Leer a Queneau es volver a la casi perdida alegr¨ªa literaria de la risa.
Obras completas de Sally Mara. Raymond Queneau.Pr¨®logo de Enrique Vila-Matas.Traducci¨®n de Mauricio Wacquez, Jos¨¦ Escu¨¦ y Manuel Serrat Crespo.Blackie Books. Barcelona, 2014. 408 p¨¢ginas. 23 euros
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