Hechizada por la rob¨®tica
Blanca Li propone un nuevo espect¨¢culo con androides y m¨¢quinas que producen la m¨²sica interactuando con los bailarines
Si hay dos palabras que resumen acertadamente a Blanca Li (Granada, 1964) son ¡°tes¨®n¡± e ¡°inquietud¡±; podemos sumarle ¡°talento¡±, pero eso se da por descontado. La bailarina y core¨®grafa espa?ola radicada en Par¨ªs vuelve estos d¨ªas a Madrid a los Teatros del Canal con su ¨²ltima obra, Robot, inspirada por el mundo tecnol¨®gico y de los robots, un empe?o que la ha absorbido casi tres a?os hasta conseguir domar a las m¨¢quinas y establecer un cuadro coreogr¨¢fico entre los artilugios mec¨¢nicos y los bailarines de carne y hueso, una verdadera aventura ¡°donde nos pasa de todo en las representaciones¡±, comenta la artista: ¡°Cada vez que empieza una funci¨®n, hay p¨¢nico general: tenemos siempre preparado un plan B por si a los robots les da por hacer de las suyas¡±.
El proceso de concepci¨®n ha sido largo: ¡°Todo empez¨® cuando medit¨¦ un poco sobre el hecho de que las m¨¢quinas est¨¢n presentes en nuestro cotidiano para todas las cosas, as¨ª, inici¨¦ un proceso de acercamiento a las m¨¢quinas que est¨¢n en la vida de todos y todos los d¨ªas, desde ir al supermercado a sacar el coche de un aparcamiento e imprimir el recibo, y si algo falla, nos sentimos perdidos. Esto va a m¨¢s cada d¨ªa, y pens¨¦ ?c¨®mo hablo yo de esto en una obra de danza? Me puse a mirar los robots y ca¨ª enseguida hechizada por la rob¨®tica, que es un mundo muy complejo¡±.
En ese momento, Blanca Li emprende su viaje inici¨¢tico a Jap¨®n: ¡°Vi que muchos artistas all¨ª hab¨ªan usado robots y me fui como viaje de inspiraci¨®n, all¨ª hay verdadera pasi¨®n por esto pues est¨¢n buscando aceleradamente el robot de compa?¨ªa, asediados por una poblaci¨®n que envejece a gran velocidad¡±. Y en este primer viaje encuentra al colectivo de artistas de Maiwa Denki: ¡°Fue providencial, tuvimos una empat¨ªa muy grande desde el primer momento, ellos hacen m¨¢quinas aut¨®matas musicales y cuando los vi, pens¨¦ que en mi espect¨¢culo la m¨²sica fuera tocada por esos personajes. Esto, adem¨¢s, ser¨ªa el primer trabajo de danza para este colectivo de artistas¡±.
Y aqu¨ª comenz¨® un largo proceso: ¡°Algunos robots han sido creados expresamente para la obra, y adem¨¢s, me han confeccionado dobles para que los use, pues hay que pensar siempre que son una m¨¢quina, y se aver¨ªa y hay que repararla, por eso, mientras tanto, hay que tener un sustituto que haga lo mismo en la orquesta de robots¡±.
Poco a poco, entre Blanca y los artistas-ingenieros nipones fueron buscando acoples y sofisticando las posibilidades: ¡°Colocamos sensores a los bailarines, de modo que cuando se mueven, los robots captan esos desplazamientos y reaccionan con sonidos o movimientos a la vez que lanzan im¨¢genes de v¨ªdeo¡±. En la obra no hay improvisaci¨®n, todo est¨¢ muy medido: ¡°Hay una m¨²sica grabada en el ordenador, pues el compositor viaj¨® conmigo a Jap¨®n para empaparse de algo, en principio, tan ajeno y que planteaba algunos retos y muchos problemas. Por ejemplo, hay robots que solamente tienen tres notas musicales; y hab¨ªa que darles el toque emocional que ellos no poseen. Todos los movimientos est¨¢n reglados, coreografiados en sus momentos espec¨ªficos. Esto se fragu¨® antes de que entrara a trabajar con los bailarines reales¡±.
El relato sigue su curso y Blanca regresa a Francia: ¡°Al volver a Francia me puse en contacto con uno de los m¨¢s importantes fabricantes de robots, que hacen unos peque?os humanoides que resultan de altura como un ni?o de entre uno y dos a?os¡±. As¨ª se establece una escala particular con la de los bailarines: ¡°Me tom¨¦ mucho tiempo para entender la rob¨®tica antes de que entraran los bailarines; todo fue muy lento, pues, por ejemplo, el asunto del equilibrio nos trajo de cabeza: los robots tienen pocas articulaciones, no son como los humanos, no hay elongaci¨®n ni sentido del equilibrio, tampoco reacci¨®n ante el imprevisto. As¨ª pens¨¦, voy a empezar desde abajo, como con un ni?o peque?o¡±. Hasta que lleg¨® el d¨ªa de la reuni¨®n de los hombres y las m¨¢quinas: ¡°Al juntarnos todos, aquello fue un verdadero manicomio. ?Era terrible! Opt¨¦ por trabajar por separado con los bailarines mientras los ingenieros domaban a los robots. Con los bailarines opt¨¦ por hablar de los mecanismos del cuerpo, de menos a m¨¢s, hasta que, desarrollando la obra, lentamente, se llegan a juntar. Lo que vemos ahora es solo una parte de lo mucho que se ha hecho¡±.
Pero la core¨®grafa resolvi¨® otro enigma: ¡°Me he dado cuenta de que ingenieros y programadores tienen que estar presentes, lo mismo que hay un cambio progresivo e imparable en el tipo de trabajo que se har¨¢ en el futuro. Tambi¨¦n me percat¨¦ en el espect¨¢culo de las interferencias, los fallos, los mismos que se dan en los ejercicios cotidianos¡±. Y de ah¨ª lo del plan B: ¡°Los bailarines y los t¨¦cnicos saben que tienen que estar alerta para el plan alternativo, para el fallo de la m¨¢quina y esto me sugiri¨® hacerlo todo a la vista del p¨²blico, sin cortinas ni bambalinas¡±.
En la revista parisiense T?TU de marzo pasado, en la que Jean Paul Gaultier actu¨® de redactor-jefe, aparece una foto de Blanca Li acompa?ada por el primer bailar¨ªn de la ?pera de Par¨ªs J¨¦r¨¦mie B¨¦lingard, y ambos calzando zapatillas de punta: ¡°Se trat¨® de un retrato de familia, Jean Paul y sus amigos. Hemos compartido muchas cosas¡±. Y a prop¨®sito de esto, recuerda su paso por la direcci¨®n del Ballet de la ?pera de Berl¨ªn: ¡°Yo llegu¨¦ all¨ª con mucha ilusi¨®n y con muchos proyectos; entonces hab¨ªa problemas de p¨²blico, y conmigo se lleg¨® al 99% de ocupaci¨®n, le dimos al ballet su sitio actual, pero a los dirigentes de la ¨®pera esto no les interesaba. Cuando hice El minotauro no quer¨ªan darme la orquesta, tuve que luchar much¨ªsimo. Y hubo mala suerte. Berl¨ªn estaba entonces a punto de la quiebra tras la reunificaci¨®n. Fue dur¨ªsimo. Yo hab¨ªa ido all¨ª a crear, no a destruir, y me ped¨ªan que despidiera a muchos artistas d¨ªa tras d¨ªa¡±.
Blanca Li tambi¨¦n pas¨® por la direcci¨®n del Centro Coreogr¨¢fico Andaluz: ¡°Fue bonito, tuvimos muchos alumnos, pero pas¨® un poco lo de Berl¨ªn: lleg¨® la crisis y los recortes. Intent¨¦ abrir aquello a una visi¨®n y mentalidad internacionales, pod¨ªamos haber llegado, empez¨¢bamos a salir del regionalismo. La cosa se estropea cuando la danza depende del estamento pol¨ªtico, con una burocracia tremenda. Tard¨¦ a?o y medio en tener autorizada una web¡±, dice esta artista hecha a s¨ª misma. ¡°Sent¨ª muy temprano que ten¨ªa que salir; a los 17 a?os la gimnasia se me quedaba corta, y descubr¨ª la danza contempor¨¢nea por casualidad en Madrid; despu¨¦s vino convencer a mis padres e irme a Nueva York, a estudiar con Martha Graham. Ella viv¨ªa y fue muy importante para m¨ª ese acercamiento. All¨ª aprend¨ª adem¨¢s de una t¨¦cnica, una manera de ser artista y decid¨ª ser yo, expresarme a mi manera; tuve que crecer como persona, no perder el hilo, no dejaba que nada me apartara de mi camino y la danza ha sido mi hilo conductor¡±.
Esa voluntad de independencia sigue viva. ¡°He sido siempre una superviviente. A m¨ª no me han quitado nada porque nunca me lo han dado. Han sido los teatros y los festivales quienes han ayudado contratando mis obras y que ahora tambi¨¦n sufren recortes. Es una minieconom¨ªa muy fr¨¢gil, y nuestra fuerza est¨¢ en estar de gira siempre, actuar todos los d¨ªas¡±.
Robot. Compa?¨ªa Blanca Li. Teatros del Canal. Madrid. Del 10 al 13 de abril.
Babelia
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