Regates
Es muy posible que Espa?a necesite renovaciones ilusionantes a lo Mateo Renzi o a lo Manuel Valls, pero Rajoy no quiere ilusionar porque sabe que las ilusiones caducan
El presidente Rajoy atesora dos virtudes extremas, la previsibilidad y la discreci¨®n. Ambas chocan contra la impaciencia y el deseo de novedad y chirrido de los medios. Es un sujeto antitelevisivo, pero ha convertido esa cualidad en virtud. Entre la calle y ¨¦l hay una distancia amaz¨®nica, pero no usa la tele para arrimarse sino para alejarse m¨¢s. Plasm¨¢tico y flem¨¢tico, ha logrado vencer en casi todos los combates que se ha propuesto, incluido el de unas urnas que le fueron esquivas en sus dos primeros intentos. Su margen de acierto le permite seguir practicando el juego que mejor le va. Los rivales pol¨ªticos no acaban de encontrarle el h¨ªgado y los compa?eros de partido, muchos de ellos crey¨¦ndose mejores y m¨¢s lucidos, terminan por cavarse su propia fosa o protagonizar haraquiris p¨²blicos.
Es muy posible que Espa?a necesite renovaciones ilusionantes a lo Mateo Renzi o a lo Manuel Valls, pero Rajoy no quiere ilusionar porque sabe que las ilusiones caducan, pero la apat¨ªa, no. ?l gobierna y desgobierna sin enso?aciones ni lirismos, sin sorpresa, como la cr¨®nica del partido ya jugado le¨ªda en Marca. La ¨²ltima gran carcajada de Rajoy ha llegado con su nombramiento de Arias Ca?ete para liderar las elecciones europeas. La designaci¨®n de este perro viejo del partido result¨® ser la mayor sorpresa mundial desde que Ricky Martin anunci¨® su salida del armario.
Pero, finalmente, la escenificaci¨®n fue un ¨¦xito. Primero, porque los medios se mord¨ªan las u?as deshojando una margarita inane y, en lugar de recordarles a los espa?oles que Arias Ca?ete es el ministro que ha aprobado una Ley de Costas que es da?ina e imprudente, eran un juguete de la templanza de Rajoy. Y, segundo, porque el presidente que casi nada novedoso anuncia en las Cortes, que es romo y plomizo hasta en la trascendente oratoria que se le demandaba para enfrentar a la consulta catalana, va y convierte el pleno parlamentario en un escaparate para Ca?ete con aplausos y sonrisas, que capitalizaron los informativos convirtiendo la renovaci¨®n de un jugador de la casa, veterano y bregado, en algo as¨ª como el fichaje de una promesa gal¨¢ctica. Rajoy puede que sea antimedi¨¢tico, pero desnuda en cada regate la inconsistencia fr¨ªvola y superficial de los medios.
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