La hora de la rumba catalana
El prestigioso sello londinense Soul Jazz publica una selecci¨®n de sonidos gitanos. El ant¨®logo de la recopilaci¨®n es David Garc¨ªa, el Indio, baterista de Vetusta Morla
Es el gran tesoro oculto de la m¨²sica espa?ola: la rumba pop, especialmente la sabrosa variedad denominada rumba catalana, que conoci¨® su esplendor comercial durante los sesenta y setenta. Sin embargo, en su pa¨ªs de origen, la rumba a?eja est¨¢ discogr¨¢ficamente desaparecida, aunque ¡ªcon suerte¡ª se puedan encontrar recopilaciones baratas de figuras como Peret, Bambino o Los Amaya.
De ah¨ª la relevancia de The original rhythm of gipsy rhumba in Spain 1965-74, antolog¨ªa que public¨® ayer Soul Jazz. La compa?¨ªa londinense se especializa en reeditar reggae y soul, con aparato cr¨ªtico. En su versi¨®n CD (tambi¨¦n hay LP y edici¨®n digital), Gipsy rhumba incluye dos libritos que suman unas 60 p¨¢ginas, con informaci¨®n sobre el g¨¦nero y los 20 temas seleccionados.
Atenci¨®n: el diccionario de Oxford avisa que ¡°gitano¡± deber¨ªa escribirse ¡°gypsy¡±. Aunque lo de ¡°gipsy¡± tambi¨¦n es correcto; aqu¨ª se pretende invocar la gran referencia universal para la rumba aflamencada, el grupo Gipsy Kings. T¨ªpicamente, fue la industria francesa la que intuy¨® el potencial de la rumba; las discogr¨¢ficas espa?olas se enteraron demasiado tarde y fueron incapaces de reaccionar.
En 2013 Txarli Brown traz¨® una biograf¨ªa del g¨¦nero en 1.100 lanzamientos
Detr¨¢s de Gipsy rhumba, est¨¢ David Garc¨ªa, al¨ªas El Indio, baterista de la banda espa?ola de rock indie Vetusta Morla. ?l viaj¨® a Londres y convenci¨® a Stuart Baker, jefe de Soul Jazz, de las explosivas virtudes de las grabaciones originales. En 1998, el sello brit¨¢nico Nascente public¨® un recopilatorio preparado por el periodista John Armstrong, ?Vaya rumba! Fiery rhythms from the heart of Catalonia, que indign¨® a los connoisseurs por mezclar la crema catalana con canciones de Los Del R¨ªo, El Fary o Manolo Escobar.
El Indio pertenece al clan de coleccionistas de vinilos rumberos, que coincid¨ªan pujando por las rarezas que se subastan en Internet. La cabeza visible es Txarly Brown, DJ y dise?ador que nos asombr¨® el pasado a?o con Achilibook (Editorial Milenio), la Biograf¨ªa gr¨¢fica de la rumba en Espa?a 1961-1995, un cat¨¢logo visual que cubre 1.100 lanzamientos.
Inicialmente, David intent¨® publicar la recopilaci¨®n en Espa?a, en complicidad con las multinacionales. Estas, ay, ni comen ni dejan comer: para licenciar temas, exigen adelantos y regal¨ªas imposibles. Pero las multis tampoco estaban dispuestas a editar por su cuenta una antolog¨ªa comme il faut: todav¨ªa consideran la rumba como un subproducto. Y, mi sospecha particular, ni siquiera almacenan en sus archivos algunas de las grabaciones de las que te¨®ricamente son propietarias. Pasaron seis a?os antes de que El Indio y Soul Jazz optaran por cortar el nudo gordiano y hablar directamente con los (maltratados) artistas.
Se trata de m¨²sica festiva, fondo sonoro para la Espa?a del turismo y el desmelene
DJ Gufi, el autor de las copiosas notas de Gipsy rhumba, no se priva de se?alar la paradoja: ¡°Por poner un ejemplo, la EMI pagaba a Peret tres mil pesetas por single. En met¨¢lico, sin contratos ni royalties¡±. Atenci¨®n: no es que fueran m¨¢s escrupulosas las compa?¨ªas barcelonesas Belter o Discophon, que originalmente registraron la mayor¨ªa de las piezas contenidas en Gipsy rhumba.
Para el no iniciado, puede suponer una conmoci¨®n escuchar las primeras rumbas a la catalana. Son grabaciones elementales, hechas entre deprisa y corriendo: guitarras, coros, palmas y ¡ªocasionalmente¡ª percusi¨®n y piano. Pero parecen alimentadas por una energ¨ªa desconocida. Generalmente, se resuelven en dos minutos; el feroz Sarandonga, de Antonio Gonz¨¢lez, dura 1.39. Estamos ante verdaderas m¨¢quinas de hacer ritmos irresistibles.
Seg¨²n avanz¨® el tiempo, entraron los arreglos: metales, ¨®rgano y curiosidades como la flauta moruna de Achilip¨², ¨¦xito en 1969 para Dolores Vargas La Terremoto. Resulta muy evidente la mano rectora de compositores-productores como Juan Carlos Calder¨®n, Felipe Campuzano o Alfonso Santisteban. El Indio reconoce que eso ayuda ahora a venderlo internacionalmente: ¡°Todav¨ªa suenan bien en cualquier pista de baile¡±.
Esencialmente, se trata de m¨²sica festiva, fondo sonoro para la Espa?a del turismo y el desmelene. No se detecta mucha voluntad art¨ªstica; de hecho, prima el utilitarismo sobre la autoexpresi¨®n. Como se?ala DJ Gufi, muchas rumbas eran mutaciones de composiciones hispanoamericanas, esencialmente cubanas y puertorrique?as. Eso explica sobresaltos como el Ch¨¦ camino, de Maruja Garrido: un himno revolucionario al Che Guevara que, en 1968, pas¨® inadvertido por la censura franquista, seguramente concentrada en filtrar las letras de los cantautores.
Como se?ala DJ Gufi, muchas eran mutaciones de temas hispanoamericanos
Una de las novedades de Gipsy rhumba es la incorporaci¨®n de muestras del trabajo de Jacques Leonard, fot¨®grafo franc¨¦s que ¡ªcasado con una gitana¡ª vivi¨® empotrado en la Barcelona rumbera. Seg¨²n DJ Gufi, ¡°las fotos de Leonard son hermosas (y t¨¦cnicamente impecables) pero lo son a¨²n m¨¢s por la naturalidad con que los retratados aparecen frente a su c¨¢mara. La serie es prodigiosa desde el punto de vista etnogr¨¢fico y documental pero adem¨¢s rezuma m¨²sica. Est¨¢n los protagonistas de esta historia en su entorno natural¡±.
Fiel a su car¨¢cter, Txarly Brown discrepa de algunas decisiones de Gipsy rhumba: ¡°Lola Flores est¨¢ sobrevalorada y es un esc¨¢ndalo la ausencia de Los Amaya, aunque aparezcan en la versi¨®n de Tequila, de Chango¡±. Pero uno imagina que se buscaba que Gipsy rhumba fuera compatible con otras recopilaciones realizadas para el mercado espa?ol, incluyendo las concebidas por el propio Brown. Ahora, lo que falta ¡°es que venga el Ry Cooder de turno¡±. Varias generaciones de rumberos siguen en activo y un Buena Vista Social Club rumbero podr¨ªa acabar con su falta de reconocimiento. Por so?ar, que no quede.
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