Vicky Pe?a regresa a Kabul
La actriz repite en el Lliure 'A casa (Kabul)', de Tony Kushner, que ya hizo en el Espa?ol El mon¨®logo, a las ¨®rdenes de Mario Gas, le vali¨® un Premio Max en 2007
Har¨¢ unas semanas me preguntaba qu¨¦ se hab¨ªa hecho, teatralmente hablando, de Tony Kushner, y pensaba que ahora que Flotats vuelve al Nacional barcelon¨¦s estar¨ªa la mar de bien que Albert¨ª le encargase Perestroika, la segunda y extraordinaria parte de ?ngeles en Am¨¦rica, que nos quedamos por ver, y andaba d¨¢ndole vueltas al asunto cuando de repente anunciaron que Mario Gas repon¨ªa, en el Espai Lliure, el no menos fant¨¢stico mon¨®logo inicial de Homebody / Kabul (o sea, Homebody), en versi¨®n catalana, traducida ahora y protagonizada, de nuevo, por Vicky Pe?a: A casa (Kabul). Record¨¦ lo que supuso, a principios de los noventa, el zambombazo de ?ngeles en Am¨¦rica, ¡°la¡± obra americana de la d¨¦cada (y m¨¢s all¨¢), que floreci¨® plenamente en el National londinense, gracias a los desvelos y el olfato de Declan Donnellan, y record¨¦ tambi¨¦n que fue en el NT donde vi, en 2006, el ¨²ltimo gran trabajo de Kushner, Caroline or Change,un musical con fant¨¢stica partitura de Jeanine Tesori, que transcurr¨ªa en Luisiana en 1963, entre dos asesinatos, el de JFK y el de Luther King: era, si no recuerdo mal, la misma producci¨®n de Nueva York, con reparto brit¨¢nico, pero manteniendo a su protagonista original, Tonya Pinkins, que me pareci¨® casi una joven Mahalia Jackson.
Por aquellas fechas, Kushner comenzaba a estar m¨¢s cerca del cine que del teatro. Spielberg le encarg¨® el guion de M¨²nich, que firm¨® con Eric Roth, y volver¨ªa a llamarle para Lincoln, un trabajo herc¨²leo (500 p¨¢ginas) que le llev¨® varios a?os e innumerables reescrituras. Entre esos dos guiones y unas cuantas adaptaciones (MadreCoraje, por ejemplo), volvi¨® a la escena con una funci¨®n que se anunciaba como su gran retorno. El t¨ªtulo no pon¨ªa las cosas f¨¢ciles: The Intelligent Homosexual Guide to Capitalism and Socialism with a Key to the Scriptures. La acci¨®n narraba en tiempo real (tres horas y media) el vendaval de conversaciones de una familia de Brooklyn altamente politizada cuyo patriarca, un anciano pensador marxista, anunciaba su inminente suicidio. Las cr¨ªticas la calificaron de brillante y/o excesivamente verbosa. Se estren¨® en el Guthrie Theatre de Minneapolis y dur¨® un mes y pico. Dos a?os despu¨¦s, en el Public Theater de Nueva York, dur¨® m¨¢s o menos lo mismo. Y ah¨ª, que yo sepa, se qued¨®. Pero hab¨ªamos empezado con el teatro de Kushner en Espa?a, as¨ª que es imperativo volver a Declan Donnellan, porque en 2002 llev¨® al Grec barcelon¨¦s Homebody?/ Kabul, que hab¨ªa presentado un a?o atr¨¢s en Broadway. Kushner le puso punto final poco antes del 11-S, pero se estren¨® cuando todav¨ªa humeaban las Torres Gemelas, mal momento para una pieza superlativa pero que recordaba que los Muyahidines hab¨ªan sido armados, en los ochenta, por Estados Unidos, y que conten¨ªa una frase escalofriantemente premonitoria: ¡°Los talibanes est¨¢n llegando a Nueva York¡±. Mario Gas se enamor¨® de la funci¨®n y en 2007 la mont¨® en el Espa?ol y luego en el Romea barcelon¨¦s, con traducci¨®n de Carla Matteini y enormes trabajos de Vicky Pe?a y Gloria Mu?oz (premiadas con los Max de aquel a?o) al frente de un reparto con amplia presencia de actores de Marruecos, Argelia e Ir¨¢n.
La maestr¨ªa de Vicky Pe?a ha ido en aumento, una maestr¨ªa que combina verdad humana y dotes hipn¨®ticas
Escrib¨ª: ¡°Escucho el mon¨®logo de la mujer sin nombre y veo a Kushner: ambos comparten la misma voracidad, el mismo amor por el lenguaje y por la gente, la insaciable curiosidad por lo que escapa de su mundo cotidiano¡±. La mujer sin nombre es una inglesa cult¨ªsima, casi protot¨ªpica, apasionada por el Viaje con may¨²sculas, que vive en un mundo confortable pero quiere estar con los que sufren. Una mujer que pod¨ªa ser un cruce entre la joven Adela Quested y la sabia Mrs. Moore en Pasaje a la India, la novela de Forster, para siempre en mi memoria Judy Davis y Peggy Ashcroft en la pel¨ªcula de Lean. Casada con un hombre que poco o nada tiene que ver con ella, dopada por los antidepresivos, la mujer nos lee p¨¢ginas de una antigua gu¨ªa sobre Kabul, el originario para¨ªso terrenal y tambi¨¦n el lugar donde fue enterrado Ca¨ªn, es decir, el mism¨ªsimo Jard¨ªn del Bien y del Mal. Y se pierde por su propio jard¨ªn, entre encrucijadas mentales y palabras inventadas, y nos narra su encuentro con el hombre de tres dedos, un vendedor afgano del East End, como Alicia mesmerizada por el Sombrerero Loco. Y vuela, vuela libre¡
La semana pasada les dec¨ªa que el mon¨®logo de Kushner es un texto endiablado, dificil¨ªsimo de interpretar. A m¨ª me recuerda las cadencias y el impulso de La fiebre, de Wallace Shawn, pero tambi¨¦n la ret¨®rica febril, ir¨®nica y arborescente de los narradores de Nabokov. Como en este fragmento en el que la mujer sin nombre habla de su medicaci¨®n: ¡°En realidad creo que esta droga es una especie de sal inteligente, as¨ª que imagino mi cerebro sumergido en un ba?o de sales, en remojo como un pepinillo en salmuera, escarchado como la pulpa rugosa de una nuez de color beige rosado congelada en un estuche ultrablanco de cuarzo cristaliforme; una concha opalescente, gem¨ªpara, embrionaria. De qu¨¦ modo se supone que eso puede contrarrestar una depresi¨®n es algo que no podr¨ªa explicar¡±. Vicky Pe?a est¨¢ muy graciosa cada vez que cae en la cuenta de lo excesivo de sus vuelos verbales, pero tambi¨¦n poderos¨ªsima, altamente emotiva cuando habla con la voz del vendedor afgano, v¨ªctima de rusos y muyahidines, que evoca su Kabul devastado, y avanza hacia nosotros, pose¨ªda, y nos narra c¨®mo viaja de su mano, esa mano con tres dedos amputados, doble viaje por la desolaci¨®n y el ensue?o. Y triple virtuosismo: textual, actoral y de direcci¨®n. La representaci¨®n del Lliure me ha gustado todav¨ªa m¨¢s que la del Espa?ol: por la proximidad, porque la maestr¨ªa de Vicky Pe?a ha ido en aumento, una maestr¨ªa que combina verdad humana y dotes hipn¨®ticas. El espect¨¢culo dura una hora, pero podr¨ªamos verla y escucharla el tiempo que ella quisiera: A casa (Kabul) ha estado pocos d¨ªas en el Espai Lliure (acaba ma?ana) y deber¨ªa girar mucho. Cerrando, otra recomendaci¨®n, de la que hablar¨¦ la semana pr¨®xima: Llibert, escrita y protagonizada por Gemma Bri¨®, junto a T¨¤tels P¨¦rez y M¨¹rfila, a las ¨®rdenes de Norbert Mart¨ªnez, en la cripta de la Biblioteca de Catalu?a. Un plato fuerte, una gran sorpresa. Dur¨ªsima, valiente, luminosa. Aviso: va hasta el final y parte el coraz¨®n.
A casa (Kabul). De Tony Kushner. Direcci¨®n: Mario Gas. Int¨¦rprete: Vicky Pe?a. Teatre Lliure, Barcelona. Hasta el 20 de abril.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.