¡°Por eso se inunda la Ciudad de M¨¦xico, por llevarse a Tl¨¢loc¡±
El 16 de abril se cumplieron 50 a?os de que la figura de Tl¨¢loc, el dios de la lluvia, fuera trasladada a la Ciudad de M¨¦xico
"Todos nos acordamos de ese d¨ªa como si fuera ayer", dice Cirilo L¨®pez, de 78 a?os, mientras acomoda su sombrero. ¡°Ese d¨ªa¡± es el 16 de abril de 1964, cuando el pueblo se uni¨® para impedir que se llevaran a Tl¨¢loc, el dios de la lluvia, de su lugar de origen. Cirilo, un hombre mayor, camisa a cuadros, bigote gris y sombrero sencillo de palma bebe un refresco de naranja junto a otro de camiseta azul y gorra de los Cowboys de Dallas en el centro de Coatlinch¨¢n (Estado de M¨¦xico), a 39 kil¨®metros del DF. "No quer¨ªamos que se lo llevaran, ?por qu¨¦, si era nuestro?".
Las historias que cuentan las personas que estuvieron all¨ª ese d¨ªa coinciden en que los habitantes pincharon todas las llantas de los tr¨¢ileres y de la plataforma que hab¨ªa llegado de la Ciudad de M¨¦xico para llevarse a su guardi¨¢n. "Tambi¨¦n quebraron todos los vidrios de las cabezas del tr¨¢iler. Los ingenieros que hab¨ªan venido salieron corriendo porque la gente los quer¨ªa matar", recuerda, ahora con risas, Cirilo.
La piedra, de 1.500 a?os de antig¨¹edad, 167 toneladas de peso y siete metros de altura fue descubierta a finales del siglo XIX en un lugar llamado Ca?ada del Agua, a tres kil¨®metros al oriente del centro del pueblo, en un cerro conocido precisamente como El Tl¨¢loc.
En 1962 empezaron las visitas al pueblo para preparar el traslado. Fueron dos a?os de negociaci¨®n en la que los habitantes no dejaban claro si dejar¨ªan que se llevaran el monolito. ¡°Nos prometieron carreteras y agua¡±, recuerda Cirilo. Nada de eso se cumpli¨®.
El sentido de pertenencia que tienen los habitantes hacia el monolito ha propiciado la aparici¨®n de varias leyendas sobre lo que ha ocurrido en el pueblo desde la partida de Tl¨¢loc. "Nom¨¢s se lo llevaron y aqu¨ª dej¨® de llover como antes", afirma Cirilo.
Entre los habitantes se dice tambi¨¦n que lo que se llevaron en realidad es la pareja de Tl¨¢loc y no el real. Nadie nunca lo ha visto, pero es lo que les han dicho desde que tienen memoria. "Dicen que tiene forma de serpiente, yo creo que sigue ah¨ª, si no ya hubiera dejado de llover definitivamente", dice Cirilo con semblante serio.
En 2007, el entonces gobernador del Estado de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, devel¨® una r¨¦plica del monolito en la plaza central del pueblo. El ahora presidente de M¨¦xico dijo entonces que se saldaba una deuda hist¨®rica con el pueblo de Coatlinch¨¢n.
La tarde en el centro del pueblo est¨¢ templada pero el cielo augura lluvia. Apenas el d¨ªa antes que se cumplieran los 50 a?os del traslado, la Ciudad de M¨¦xico se inund¨® con una lluvia con granizo hacia las cinco de la tarde. En Coatlinch¨¢n solo llovi¨®. La tranquilidad que supondr¨ªa ese pueblo en la periferia de la ciudad se ve interrumpida por un chapoteo constante de agua y las risas de los ni?os que juegan alrededor de la r¨¦plica de Tl¨¢loc, el monolito m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina.
Don Andr¨¦s, como todos lo llaman, ten¨ªa 37 a?os cuando ocurri¨® el traslado. "Yo ven¨ªa por la carretera hacia Texcoco y o¨ª todas las motos y patrullas quitando a los carros para abrir paso a la plataforma".
A don Andr¨¦s, bajito, de pelo y bigote canos, le cuesta un poco de trabajo recordar los detalles, pero repite una y otra vez que estacion¨® la camioneta lechera que manejaba, se baj¨® con c¨¢mara en mano y fotografi¨® las cabezas de tr¨¢iler que se llevaron a Tl¨¢loc a la Ciudad de M¨¦xico.
En la memoria de quienes lo vivieron est¨¢ muy presente el chubasco que cay¨® en la Ciudad de M¨¦xico apenas lleg¨® Tl¨¢loc al lugar en el que se encuentra desde entonces, a donde lo llevaron por capricho del entonces presidente Adolfo L¨®pez Mateos (1958-1964): la entrada del Museo Nacional de Antropolog¨ªa, sobre el Paseo de la Reforma. Don Andr¨¦s explica: "Por eso se inunda ahora la ciudad, porque se llevaron a Tl¨¢loc".
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