Imaginario visual de Shakespeare
La obra del poeta y dramaturgo, plet¨®rica de imaginaci¨®n y de sentido narrativo, es f¨¦rtil para ser abordada desde lo visual
Como todos los grandes genios literarios, William Shakespeare y su obra ha servido de inspiraci¨®n a una ampl¨ªsima y variada grey de artistas, sobre todo, los que, como ¨¦l, han fascinado m¨¢s a nuestra ¨¦poca, que lo convirti¨® merecidamente en un mito. Hago esta precisi¨®n porque el formidable ascendiente cr¨ªtico y p¨²blico de este maravilloso poeta y dramaturgo ingl¨¦s se fragu¨® a partir del siglo XVIII, alcanz¨® una plena proyecci¨®n internacional en el XIX y se mantiene vigente hoy en d¨ªa sin visos de decaer. Desde el punto de vista de las artes visuales, ha generado im¨¢genes de todo tipo y t¨¦cnica, desde obviamente el arte gr¨¢fico, la pintura y la escultura, hasta la fotograf¨ªa, el cine y los nuevos medios. Frente a este inmenso caudal, no cabe mas que centrar nuestra atenci¨®n en algunos ejemplos caracter¨ªsticos, seleccionados entre los que se produjeron durante la primera etapa de su progresiva entronizaci¨®n universal. En este sentido, hay que tener en cuenta adem¨¢s que la obra de Shakespeare, plet¨®rica de imaginaci¨®n y de sentido narrativo, es particularmente f¨¦rtil para ser abordada desde una perspectiva visual. En cualquier caso, el arranque de su fama universal estuvo asociado con el romanticismo, el movimiento decisivo para configurar la mente y la sensibilidad de nuestra ¨¦poca.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el inter¨¦s art¨ªstico por Shakespeare se fue acrecentando y despert¨® un particular inter¨¦s entre los artistas visionarios de corte prerrom¨¢nico, como entre otros, el del suizo britanizado Johan Heinrich F¨¹ssli o Fuseli
De todas formas, las primeras manifestaciones de rendida admiraci¨®n para la obra de Shakespeare y, por tanto, de su plasmaci¨®n en im¨¢genes art¨ªsticas se produjeron, como era l¨®gico esperar, en su propio pa¨ªs, como as¨ª lo corrobor¨® la temprana atenci¨®n que le dedic¨® su compatriota, el pintor y grabador William Hogarth (1697-1764), el cual no en balde estaba muy interesado por el teatro y la novela de cu?o moderno. Amigo del c¨¦lebre actor David Garrick (1717-1779), figura capital para la promoci¨®n teatral de Shakespeare, Hogarth lo retrat¨®, en 1745, interpretando el papel de Ricardo III, tras haber ya antes pintado cuadros como Falstaff pasando revista a sus reclutas (1730) o Una escena de La Tempestad (1730-35). Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el inter¨¦s art¨ªstico por Shakespeare se fue acrecentando y despert¨® un particular inter¨¦s entre los artistas visionarios de corte prerrom¨¢nico, como entre otros, el del suizo britanizado Johan Heinrich F¨¹ssli o Fuseli (1741-1825), que represent¨® escenas de El rey Lear, Hamlet, Macbeth, El sue?o de una noche de verano, Las alegres comadres de Windsor, etc¨¦tera, o el de William Blake, que tambi¨¦n insisti¨® en algunas de estas piezas dram¨¢ticas. A lo largo del siglo XIX, en pleno romanticismo, se multiplic¨® exponencialmente el n¨²mero de artistas brit¨¢nicos fascinados con Shakespeare, como as¨ª lo pusieron en evidencia los llamados Prerrafaelistas, como los pintores Ford Madox Brown (1821-1893), William Holman Hunt (1827-1910), John Everett Millais (1829-1896) ¨Ccuya versi¨®n de Ofelia (1852) es una impactante obra de referencia- o hasta el escultor Thomas Woolner (1825-1892).
Delacroix bebi¨® en abundancia de la fuente literaria del romanticismo brit¨¢nico, lo que le remiti¨®, una y otra vez, de forma indirecta, a la musa shakesperiana hasta colorear con ella una buena parte de su producci¨®n
No obstante, la expansi¨®n internacional de la fama de Shakespeare estuvo tambi¨¦n encauzada por el romanticismo franc¨¦s, uno de cuyos artistas mas emblem¨¢ticos, Eug¨¨ne Delacroix (1798-1863), lo convirti¨® en un tema recurrente, pues entre 1835 y 1859 pint¨® una veintena de cuadros inspirando en ¨¦l a los que hay que a?adir la serie de diecis¨¦is litograf¨ªas sobre su Hamlet entre 1834 y 1843. Es verdad que, siguiendo en esto la estela de Gericault, muy angl¨®filo, Delacroix bebi¨® en abundancia de la fuente literaria del romanticismo brit¨¢nico, lo que le remiti¨®, una y otra vez, de forma indirecta, a la musa shakesperiana hasta colorear con ella una buena parte de su producci¨®n y sin animar con ella a otros colegas contempor¨¢neos franceses como, entre otros, a Antoine-F¨¦lix Bosselier (1790-1857), pero tambi¨¦n, en general, a todo el resto de los rom¨¢nticos continentales que ya por entonces ten¨ªan como referencia obligada lo que se hac¨ªa en Par¨ªs.
Con las emergentes vanguardias art¨ªsticas al comienzo del siglo XX el panorama cambi¨®, no en relaci¨®n a la rendida admiraci¨®n por Shakespeare sino por haberse impuesto la desliteraturaci¨®n del arte, que crey¨® hallar en sus propios medios suficiente campo para expresarse como tal. En este contexto de un arte no narrativo o simb¨®lico, Shakespeare emigr¨® a otros medios como, sobre todo, el cine donde el vate ingl¨¦s se convirti¨® en un astro de la pantalla, adem¨¢s de haberlo sido siempre del teatro, la ¨®pera y otras artes esc¨¦nicas, de cuyo material art¨ªstico se podr¨ªa hacer una enciclopedia. Sea como fuere, la contribuci¨®n inspirativa de Shakespeare al cinemat¨®grafo fue y es inmensa, destacando en ello alguna figura asimismo genial, como Orson Welles, cuyo Otelo o Campanadas a medianoche son y ser¨¢n memorables en todos los sentidos, y eso sin contar que no ha habido cineasta de enjundia, occidental u oriental, que no se haya desafiado con las obras del escritor brit¨¢nico e incluso con su propia biograf¨ªa, como nos recuerdan Shakespeare in Love o Anonymous, por recordar un par de obras relativamente recientes. De manera que, no cabe duda, Shakespeare sigue hoy siendo un asidero seguro para nuestras artes visuales, entre otras cosas, porque forma parte de nuestra forma de ser y de pensar, porque somos lo que somos gracias a su escritura.
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