Garc¨ªa M¨¢rquez y la pol¨ªtica venezolana
El escritor fue tan cercano a Venezuela que mucha gente se pregunta por qu¨¦ no dijo nada sobre la tragedia que viven en la actualidad
Garc¨ªa M¨¢rquez fue tan cercano a Venezuela durante varias d¨¦cadas que mucha gente se pregunta por qu¨¦ no dijo nada sobre la tragedia que vivimos en la actualidad. En realidad me parece que su silencio mismo ha sido elocuente y refleja algunas de las contradicciones de su visi¨®n pol¨ªtica.
Naci¨® en 1927, en plena dictadura de Juan Vicente G¨®mez, cuando en la costa Caribe colombiana hab¨ªa una gran cantidad de refugiados pol¨ªticos venezolanos. En ¡°La Infeliz Caracas¡±, nos dice que era una categor¨ªa especial de exiliados ¡°mucho m¨¢s nuestra que las otras¡Ellos me dejaron a Caracas sembrada para siempre en el coraz¨®n, a veces por los horrores de sus c¨¢rceles y a veces por la idealizaci¨®n de la nostalgia¡±. Describe algunos personajes muy cercanos, como Juana de Freites ¡°la mujer que pobl¨® de fantasmas los a?os m¨¢s dichosos de mi ni?ez¡± y el Dr. Barboza, el m¨¦dico de Aracataca, gran admirador de R¨®mulo Gallegos y quien ayud¨® a convencer a la mam¨¢ del Gabo sobre la importancia de la vocaci¨®n de escritor. En la ciudad donde Garc¨ªa M¨¢rquez se inicia como periodista, los m¨¢s importantes pol¨ªticos venezolanos de la ¨¦poca hab¨ªan firmado el ¡°Manifiesto de Barranquilla¡±, donde se comprometen a luchar, entre otras cosas, contra el caudillismo militarista, por la libre expresi¨®n, por la libertad de asociaci¨®n y la autonom¨ªa universitaria. Esas ideas, avanzadas para la ¨¦poca, fueron sin duda alguna la base de la discusi¨®n pol¨ªtica entre los intelectuales de la peque?a ciudad colombiana.
A?os despu¨¦s, el 28 de diciembre de 1957, Garc¨ªa M¨¢rquez llega por fin a trabajar y vivir en esa Caracas que ¡°ha sido siempre para m¨ª algo parecido a una obsesi¨®n¡±. D¨ªas despu¨¦s presencia la ca¨ªda del dictador P¨¦rez Jim¨¦nez, modelo importante junto con Juan Vicente G¨®mez para el dictador del ¡°Oto?o del Patriarca¡±. Comienza entonces un per¨ªodo fundamental en la vida del escritor, en ese momento periodista del ¨¢rea pol¨ªtica de la Revista Momento. ¡°Venezuela fue por poco tiempo, pero de un modo inolvidable en mi vida, el pa¨ªs m¨¢s libre del mundo. Y yo fui un hombre feliz, tal vez porque nunca m¨¢s desde entonces me volvieron a ocurrir tantas cosas definitivas¡±. Plinio Apuleyo Mendoza, su gran amigo y compa?ero de trabajo ha descrito la euforia que sintieron ambos cuando escribieron el primer editorial en la revista, al caer el dictador. ¡°¡®En esta primera hora de la democracia, los venezolanos celebramos.¡¯ Tan cercanos est¨¢bamos a Venezuela que pod¨ªamos escribir as¨ª, impunemente.¡± Entrevistaron, viajaron, fueron incluso compa?eros de trabajo de ¡°los m¨¢s emblem¨¢ticos personajes de esa nueva democracia. Ninguno nos fue ajeno¡±. De esa ¨¦poca le queda al Gabo un amplio conocimiento de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos venezolanos, grandes amigos y una compenetraci¨®n profunda con el destino del pa¨ªs.
Aunque fija su residencia en M¨¦xico, dice de Caracas: ¡°una de las hermosas frustraciones de mi vida es no haberme quedado a vivir para siempre en esa ciudad infernal¡±. Pero no pierde el contacto con Venezuela y viene con frecuencia al pa¨ªs. No es una casualidad que la casa del escritor Miguel Otero Silva, centro de la vida intelectual caraque?a durante a?os, se llame Macondo en honor del gran amigo. Cuando regresa oficialmente en 1972 para recibir el Premio R¨®mulo Gallegos, algunos de sus amigos est¨¢n en el poder y muchos otros en la oposici¨®n de izquierda. Era una Venezuela de di¨¢logo y amplitud. Recibe, por parte de un gobierno dem¨®crata cristiano, un premio que lleva el nombre de un escritor social dem¨®crata cuya presidencia fue interrumpida violentamente por un golpe militar en 1948. Garc¨ªa M¨¢rquez decide donar la totalidad del premio al partido venezolano Movimiento al Socialismo (MAS). Su Presidente el conocido socialista Teodoro Petkoff muy emblem¨¢ticamente usa el dinero del premio para fundar un peri¨®dico. El colombiano, que siempre consideramos nuestro, financia as¨ª un partido pol¨ªtico venezolano y de oposici¨®n, sin que nadie lo considerase una intromisi¨®n.
Pasan los a?os y, a pesar de la fama y lejan¨ªa, el contacto nunca se pierde. En 1978 escribe ¡°El General en su Laberinto¡±, el mejor libro que se ha escrito sobre Bol¨ªvar, el venezolano que fue a morir en esa costa colombiana tan cercana a nosotros. En el momento de recibir el Nobel en vez de frac y condecoraciones, viste un liquiliqui blanco, atuendo que tenemos en com¨²n los dos pa¨ªses y lo acompa?a el ritmo de vallenato, la m¨²sica que se oye en los ¡°carritos por puesto¡± de Caracas y Maracaibo.
Llega la tormenta de Ch¨¢vez. Garc¨ªa M¨¢rquez es gran amigo de Castro, tutor y padre adoptivo del nuevo caudillo venezolano. Sin embargo, y me imagino que a pesar de las peticiones de Castro, publica una sola y reveladora entrevista con el teniente coronel que acaba de ser electo a la Presidencia en 1999. La entrevista termina con la siguiente frase: ¡°Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeci¨® la inspiraci¨®n de que hab¨ªa viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrec¨ªa la oportunidad de salvar a su pa¨ªs. Y el otro, un ilusionista, que pod¨ªa pasar a la historia como un d¨¦spota m¨¢s.¡± Garc¨ªa M¨¢rquez termina su libro m¨¢s famoso con una frase desoladora que describe la eterna aventura de los ilusionistas que han acaparado el poder en Am¨¦rica Latina ¡°desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien a?os de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.¡±
?Maruja Tarre es profesora Universidad Sim¨®n Bol¨ªvar, Caracas. @Marujatarre
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