No tan princesa
Elena Poniatowska dice verdades como pu?os sin perder la sonrisa El discurso de la autora de 'La noche de Tlatelolco¡¯ mezcl¨® el agradecimiento y la cr¨ªtica a M¨¦xico
Ayer hubo en Alcal¨¢ de Henares dos reyes y una princesa. Los reyes son los de Espa?a; la princesa, H¨¦l¨¨ne Elizabeth Louise Am¨¦lie Paula Dolores Poniatowska Amor. A la princesa ¡ªpolaca de familia, parisina de nacimiento y mexicana por convicci¨®n¡ª le molesta que la llamen Elenita, le hace gracia que le digan Poni, y se r¨ªe con lo de princesa. Prefiere reportera. Por eso aguant¨® de buen grado que la nube de periodistas que le segu¨ªa los pasos le preguntara una y otra vez de d¨®nde sal¨ªan aquel vestido o los pendientes en forma de pez, qu¨¦ le hab¨ªa contado el pr¨ªncipe Felipe el d¨ªa anterior ¡ª¡°hablamos de la educaci¨®n de sus hijas¡±¡ª o qu¨¦ le hubiera dicho su corrosivo amigo Carlos Monsiv¨¢is, fallecido hace cuatro a?os.
Los muertos estuvieron ayer muy presentes durante la entrega del Cervantes a Elena Poniatowska, empezando por el m¨¢s reciente e ilustre, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que, curiosamente, se muri¨® sin recibir el mayor galard¨®n de las letras en espa?ol: despu¨¦s del Nobel de 1982 ya no quiso m¨¢s premios. Poniatowska se acord¨® de ¨¦l desde el p¨²lpito en el que prob¨® sonido diciendo ¡°est¨¢ muy bonito¡± y ¡°me da mucho miedo¡±. Tambi¨¦n se acord¨® de Paula Amor, su madre, que en 1942 la llev¨® a M¨¦xico huyendo de la II?Guerra Mundial a bordo del Marqu¨¦s de Comillas, el barco con el que Gilberto Bosques ¡ªel Schindler mexicano, le dicen¡ª ¡°salv¨® la vida a tantos republicanos¡± espa?oles.
A la tarea salvadora de Bosques consagra estos d¨ªas en Madrid el Instituto Cultural de M¨¦xico la muestra Solidaridad en tiempos dif¨ªciles ...no fui yo, fue M¨¦xico y su comisaria, la historiadora Mar¨ªa Luisa Capella, recordaba ayer en los jardines de la universidad alcala¨ªna que la exiliada Poniatowska es un ejemplo de lo que signific¨® la acogida mexicana. ¡°Elena es mexicana por elecci¨®n y ella misma ha dicho en el discurso que consideraba a Mar¨ªa Zambrano nuestra. M¨¦xico es agarroso¡±, dice Capella, que recuerda el caso de desterrados que volvieron a Espa?a con la democracia pero segu¨ªan viajando regularmente al pa¨ªs que los adopt¨®. ¡°?Vas de visita?¡±, preguntaba. ¡°Qu¨¦ visita¡±, respond¨ªan. ¡°A regar las plantas¡±.
La galardonada record¨® que solo cuatro mujeres han ganado el premio
Cuando Capella busca una palabra para definir a la premiada recurre a dos: congruente, firme. Lo dice porque la chispa que usa para glosar el papel acogedor de su pa¨ªs se transforma en fuego cuando habla de aquellos a los que ese mismo pa¨ªs desde?a a diario: los pobres, las mujeres. No por casualidad la exposici¨®n que la Universidad de Alcal¨¢ dedica cada a?o al ganador del Cervantes se titula esta vez Una obra de rabia y de amor. De la irrisoria presencia femenina en el palmar¨¦s del premio ¡ª4 mujeres, 35 hombres¡ª a la ¨²ltimas asesinadas en Ciudad Ju¨¢rez, Poniatowska fue soltando cargas de profundidad sin perder la sonrisa y sin dejar nunca de achinar los ojos. Y fue ese aparente contraste entre el fondo y la forma lo que destacaron muchos de los que la escucharon ayer. Si Clara Jan¨¦s hablaba de ¡°la gracia y la elegancia con la que dice verdades como pu?os¡±, Rosa Montero subrayaba su capacidad para ¡°siendo crudamente realista, recrear la realidad hasta que parece creaci¨®n suya. Es lo que hacen los grandes escritores: dar con una voz que es ¨²nica aunque est¨¦ hecha de voces de los otros. Su valent¨ªa podr¨ªa haberla convertido en abogada, en activista o en periodista solo, pero es sobre todo escritora¡±.
Hablando de la mano de hierro en guante de seda que se gasta Poniatowska, el cr¨ªtico mexicano Christopher Dom¨ªnguez Michael se?al¨® alguna vez la inteligencia de la escritora para hacer de s¨ª misma un personaje agridulce: ¡°la Despistada Sublime, la Arist¨®crata Populachera, la Falsa Tonta¡±. Ayer, mientras esperaba su turno de palabra, la autora de Tin¨ªsima pel¨® un caramelo y se lo llev¨® a la boca. Luego sac¨® los papeles y habl¨® sin pelos en la lengua. Por su lado pasaron las ilustres Tina Modotti y Leonora Carrington, su marido, el estrellero Guillermo Haro y la an¨®nima Josefina B¨®rquez, la Jesusa Palancares de Hasta no verte, Jes¨²s m¨ªo, esa obra maestra de la literatura testimonial ¡ªy de la literatura a secas¡ª protagonizada por una lavandera destrozada por la maldita vida que le echa en cara a su narradora que no vea que todo el mundo es malo: ¡°No sea usted pendeja, solo usted cree que la gente es buena¡±. le dice. ¡°No hay buenos. Solo Jesucristo y no lo conoc¨ª¡±. As¨ª se habla de Poniatowska en un libro de Elena Poniatowska.
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