El pintor chino, el p¨ªcaro gallego y la gran estafa
Un espa?ol, detenido el viernes, fue el art¨ªfice de una gran trama de falsificaci¨®n de arte Las galer¨ªas adjudicaron pinturas por m¨¢s de 80 millones de d¨®lares (58 millones de euros)
En la modesta casa de Pei-Shen Qian en Woodhaven (Queens, Nueva York) hace tiempo que no vive nadie. El peque?o garaje aparece cerrado, las persianas bajadas y el correo se acumula sin que encuentre quien lo recoja. Los periodistas han preguntado a los vecinos, pero estos no saben nada de Qian ni de su mujer. Un discreto ciudadano de origen chino que lleg¨® a Estados Unidos en 1981 con el deseo de estudiar en la escuela de arte de Nueva York. Una cara entre otras mil.
La inesperada e indeseada fama le ha llegado por verse envuelto en un caso de falsificaci¨®n de obras de arte, uno de los mayores de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Todo tiene un comienzo y en este caso la historia arranca en las calles de Manhattan. All¨ª pintaba Pei-Shen Qian para pagarse parte de su formaci¨®n y all¨ª vend¨ªa sus cuadros. En esas aceras, a principios de los ochenta, conoci¨® a Jos¨¦ Carlos Berganti?os D¨ªaz, un espa?ol nacido hace 58 a?os en Guitiriz (Lugo). Dicen, quienes le conocen, que este empresario es un hombre afable, con don de gentes. Y, sobre todo, amante del arte, coleccionista. Que incluso presume de haber conocido a Warhol. Cuentan, tambi¨¦n, que se mueve con soltura en los c¨ªrculos sociales.
La Fiscal¨ªa de Nueva York habla de un timo de 58 millones de euros
En la Gran Manzana domina el ¡°qui¨¦n-es-qui¨¦n¡± en el exclusivo circuito art¨ªstico.
Pero ahora el tiempo se le ha vuelto esquivo, y la Fiscal¨ªa neoyorquina y el FBI lo sit¨²an como una figura central dentro de un presunto entramado de falsificaci¨®n de obras de arte. Seg¨²n la acusaci¨®n estadounidense, y The New York Times, Berganti?os habr¨ªa contratado a comienzos de los ochenta a Pei-Shen Qian para que imitara obras de mitos del arte moderno como Franz Kline, Jackson Pollock, Lee Krasner, Willem de Kooning, Barnett Newman, Clyfford Still o Sam Francis. La estrategia no era imitar piezas conocidas sino hacerlas pasar por cuadros reci¨¦n descubiertos.
Las telas fueron enajenadas durante a?os a trav¨¦s de una de las galer¨ªas m¨¢s antiguas de Nueva York, Knoedler & Company. La sala cerr¨® en 2011 por la avalancha de demandas que llegaban de coleccionistas enga?ados. Tambi¨¦n se colocaron telas con la intermediaci¨®n del marchante independiente Julian Weismann, que niega cualquier participaci¨®n en el enga?o. Sin embargo, el negocio creado por la mexicana Glafira Rosales, pareja del espa?ol, con quien tiene una hija, y en el que presuntamente tambi¨¦n particip¨® Berganti?os, fue una m¨¢quina de generar dinero. Pei-Shen Qian pintaba unas telas por unos cientos de d¨®lares y Rosales era capaz de darles el pase por millones. El informe de la acusaci¨®n, de 42 p¨¢ginas, asegura que Knoedler pag¨® 20,7 millones de d¨®lares por decenas de cuadros falsos del pintor chino y los coloc¨® a coleccionistas millonarios obteniendo 43 millones. Por su parte, Weismann adquiri¨® piezas valoradas en 4,5 millones y las vendi¨® por 12,5 millones. En n¨²meros redondos, las galer¨ªas adjudicaron pinturas por m¨¢s de 80 millones de d¨®lares (58 millones de euros). En total, unas 60 piezas falsas, seg¨²n la investigaci¨®n.
El trampantojo se mantuvo en pie desde los a?os noventa hasta 2009. En ese momento, las dudas sobre las ¡°telas de Rosales¡± empezaron a surgir. Varios coleccionistas buscaron la autentificaci¨®n de sus obras y no lo consiguieron. Incluso alg¨²n museo estadounidense se hizo con obras salidas de la mano de Pei-Shen Qian. Al final todo estall¨®.
En septiembre pasado Glafira Rosales admiti¨®, ante un tribunal neoyorquino, tras una compleja negociaci¨®n de meses, los nueve cargos de los que se le acusa, entre ellos fraude y conspiraci¨®n para cometer fraude. Afronta una pena que puede llevarla 99 a?os a la c¨¢rcel cuando se conozca la sentencia a finales de este a?o. Aunque habr¨¢ negociado con la fiscal¨ªa.
?C¨®mo es posible que un pintor de 73 a?os, sin apenas presencia en el oficio, pudiera generar imitaciones de tal calidad? Lo cierto es que Pei-Shen Qian tiene su trayectoria (peque?a) en el circuito art¨ªstico de Estados Unidos. En los a?os ochenta tuvo varias exposiciones en la costa oeste. El a?o pasado expon¨ªa en una galer¨ªa en Shanghai. Sus cuadros originales nada tienen que ver con los maestros a los que copia, y parece complicado imaginar que pudiera crear telas que han enga?ado durante a?os. Pero as¨ª ha sido. Adem¨¢s de tener buena mano para imitar a Pollock o De Kooning, el sistema que empleaba pasaba por utilizar telas antiguas en mercados callejeros o subastas y utilizar pinturas antiguas. De estas compras, seg¨²n la fiscal¨ªa, se ocupaba Jos¨¦ Carlos Berganti?os D¨ªaz. Y si hab¨ªa que darle un aspecto, incluso, m¨¢s viejo, se utilizaba el calor de un secador de pelo o bolsas de t¨¦.
Las demandas obligaron a cerrar a una de las galer¨ªas m¨¢s antiguas de EE UU
En declaraciones desde Shanghai a Bloomberg Newsen diciembre pasado, Qian aseguraba ser v¨ªctima de ¡°un enorme malentendido¡±. Y sosten¨ªa que nunca trat¨® de hacer pasar sus obras por trabajos originales de maestros modernos. ¡°Hice una navaja para cortar fruta¡±, dijo. ¡°Pero si otro la usa para asesinar, acusarme a m¨ª es injusto¡±. El pintor se encuentra, presumiblemente, a¨²n en China, un pa¨ªs sin tratado de extradici¨®n con EE UU.
El viernes pasado Jos¨¦ Carlos Berganti?os D¨ªaz era detenido en un hotel sevillano. Posteriormente fue arrestado en Lugo su hermano, Jes¨²s ?ngel, a quien la fiscal¨ªa estadounidense involucra tambi¨¦n en el fraude. Hoy ambos est¨¢n en libertad pero con el pasaporte retenido: Jos¨¦ Carlos puede afrontar 80 a?os de c¨¢rcel. La historia, desde luego, no pinta bien.
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