¡°Por favor, no encerr¨¦is tambi¨¦n nuestras guitarras¡±
Un grupo de artistas protesta contra el veto en las c¨¢rceles brit¨¢nicas de los instrumentos con cuerdas de acero

Primero fueron los libros y ahora les llega el turno a las guitarras. La guerra que libra el mundo de la cultura contra el nuevo reglamento que limita el consumo de literatura en las prisiones brit¨¢nicas se ha extendido al ¨¢mbito de la m¨²sica ante el veto en esos centros de los instrumentos con cuerdas de acero. ¡°Por favor, no encerr¨¦is tambi¨¦n nuestras guitarras¡±, se titula la misiva que ha publicado un colectivo de artistas en el diario The Guardian, entre el que destaca el cantautor Billy Bragg, argumentando que la medida adoptada por el gobierno conservador minar¨¢ ¡°el importante papel que juega la m¨²sica en el proceso de rehabilitaci¨®n de los presos¡±.
El asunto ha sido planteado este martes en el Parlamento por el diputado laborista Kevin Brennan quien ¡ªal igual que Bragg, Johnny Marr o la rapera Speech Debelle entre otros m¨²sicos¡ª no ve justificados los motivos para prohibir el libre uso en las c¨¢rceles de las guitarras con cuerdas de acero, favorecidas mayoritariamente por los presos. Las cuerdas de nailon est¨¢n exentas del veto porque el ministro de Justicia Chris Grayling no teme que, a diferencia de las anteriores, puedan usarse como arma. Sus detractores aducen que en los ¨²ltimos a?os no se ha registrado ninguna agresi¨®n carcelaria en la que mediara como instrumento el presuntamente peligroso cordaje.
¡°?D¨®nde est¨¢ la l¨®gica de todo esto?¡±, se pregunta Billy Bragg sobre una normativa introducida el pasado noviembre y que choca frontalmente con el proyecto que patrocina desde hace tiempo para proveer a los presos de instrumentos musicales (Jail Guitar Doors). Guitarras como arma, s¨ª, pero arma de rehabilitaci¨®n, en la estela de iniciativas protagonizadas por otros artistas como el legendario Johnny Cash.
Esa llamada de atenci¨®n entronca con las movilizaciones de las ¨²ltimas semanas contra la decisi¨®n del gobierno de prohibir el env¨ªo de libros, y en general de lo que califica de ¡°paquetes desconocidos¡±, a los presos de Inglaterra y Gales (Escocia tiene su propia legislaci¨®n). La lectura, ha venido a decir Grayling, no debe ser un privilegio y hay que ganarse el derecho de acceder a ella. Eso significa, en la pr¨¢ctica, que los internos tienen que trabajar y exhibir un buen comportamiento para ganarse alg¨²n dinero que les permita adquirir libros, siempre en el marco de los recintos carcelarios cuyas bibliotecas no suelen alojar precisamente la crema de la literatura.
La alegaci¨®n del ministro de que esa medida supondr¨¢ un incentivo para que los presos mejoren su conducta ¡ªunida a la cuesti¨®n pr¨¢ctica de que ¡°es log¨ªsticamente imposible¡± revisar decenas de miles de paquetes que podr¨ªan, por ejemplo, contener drogas¡ª ha tenido una acogida negativa por parte de la opini¨®n p¨²blica. Al frente de sus denunciantes, que ya han recogido 15.000 firmas para emprender acciones legales contra la nueva regulaci¨®n, figuran destacados autores como Mark Haddon, Salman Rushdie, Irvin Welsh, Ian McEwan, Alan Bennett, Sarah Waters o Jeffrey Archer (¨¦l mismo un ex preso). Ocho decenas de las mejores firmas brit¨¢nicas han suscrito una carta conjunta apelando al gobierno a que rectifique, y algunos como la poeta escocesa Carol Ann Duffy han participado en manifestaciones frente a las c¨¢rceles junto a otras figuras p¨²blicas como la actriz Vanessa Redgrave. Nadezhda Tolokonnikova, una de las miembro del c¨¦lebre grupo ruso Pussy Riot ¡ªque pagaron con la c¨¢rcel el desaf¨ªo al r¨¦gimen de Vladimir Putin¡ª es una de las artistas internacionales que se ha sumado a la campa?a: ¡°Gracias a los libros sabes que cada d¨ªa que pasas entre rejas no es un d¨ªa perdido en vano¡±, ha escrito describiendo la privaci¨®n de la lectura como una forma de ¡°tortura¡±.
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