Un cineasta se pasea feliz por el barrio donde piratean sus obras
Recorrido con Daniel Gim¨¦nez Cacho por Tepito, el zoco de productos copiados de M¨¦xico DF El m¨ªtico lugar ha servido de inspiraci¨®n y de localizaci¨®n para su teleserie 'Cr¨®nica de castas'
?lex El Ruso ha perdido varios kilos en las ¨²ltimas semanas y Daniel Gim¨¦nez Cacho quiere saber por qu¨¦.
¨CTuve una salmonela g¨¹ey. Apenas la semana pasada me alivi¨¦. Me estaba llevando su puta madre.
El Ruso es un comerciante de Tepito de aspecto cauc¨¢sico. Hace pesas y se le nota musculoso, aunque la salmonela le ha quitado siete kilos y en la cintura le bailan los pantalones vaqueros apretados hasta el ¨²ltimo agujero de un cintur¨®n grueso.
El Ruso le quiere pedir un favor a Gim¨¦nez Cacho.
Un amigo suyo copia pel¨ªculas en Blue-Ray y ahora anda sacando las primeras copias de Cr¨®nica de castas. Como ¨¦l protagoniza un papel en la teleserie y ya de siempre es muy conocido en el barrio, su amigo le ha dicho que como mejor vender¨ªa los blurrey aqu¨ª ser¨ªa con una foto suya en la portada. As¨ª que El Ruso le acaba de pedir a Gim¨¦nez Cacho que le pase una foto de alguna escena en la que aparezca ¨¦l interpretando su papel de delincuente.
Daniel Gim¨¦nez Cacho es el director de Cr¨®nica de castas y el barrio de ?lex El Ruso es Tepito, el gran zoco de la pirater¨ªa de M¨¦xico DF. Por eso aqu¨ª no resulta tan extra?a una escena en la que una persona le pide a un director de cine ayuda para piratear en blurrey su propio trabajo. A Gim¨¦nez Cacho, de hecho, le hace mucha ilusi¨®n.
¨CDile a tu amigo que con placer, por favor ¨Cresponde el director.
El Ruso le ha dicho que las copias de la teleserie se est¨¢n vendiendo de maravilla y al actor Gim¨¦nez Cacho le enorgullece que la gente vea su obra, la primera que dirige, y m¨¢s que quienes la aprecien sean los de Tepito, un barrio hist¨®rico de la capital con una idiosincrasia tan suya que llegan a comunicarse solo a trav¨¦s de silbidos.
No es que Gim¨¦nez Cacho est¨¦ a favor de la pirater¨ªa. Pero asume que es ¡°una v¨¢lvula que le quita presi¨®n a los problemas econ¨®micos de la gente¡± y celebra que adem¨¢s ayude a que se distribuya y se vea m¨¢s el cine mexicano ¨C¡°avasallado por el americano¡±¨C. Antes de dejar al Ruso y continuar su recorrido por el barrio con este peri¨®dico, aparece el amigo pirata del Ruso, se para a saludar a Gim¨¦nez Cacho y lo felicita por su teleserie con una elegancia de alto copete.
¨CCapta mi atenci¨®n. Cada vez que puedo la veo.
El tema de fondo de Cr¨®nica de castas es la discriminaci¨®n de clase y de raza. En los dos primeros cap¨ªtulos emitidos en el Canal Once de la televisi¨®n mexicana manda ese esquema.
Una chica rubia con dinero encuentra en Tepito un poco de paz existencial. El chico que la acoge en el barrio es un muchacho moreno hijo de una espa?ola (?ngela Molina) y que quiere saber qui¨¦n es su padre. Un travesti lucha por encontrar el amor. Un joven humilde que estudia con j¨®venes blancos y soberbios soporta sus humillaciones y a la vez se va cargando de rabia.
Gim¨¦nez Cacho ha concebido la serie como una forma de reflexi¨®n social, igual que ha hecho con otro proyecto que tiene en el barrio y que se llama Safari en Tepito. Es un recorrido para gente de fuera del barrio que pretende que los visitantes lo conozcan m¨¢s all¨¢ de preconceptos. Dado que un safari es una excursi¨®n para ver animales salvajes, cabe preguntarle a Gim¨¦nez Cacho si no es una palabra desafortunada.
¨CEso es algo que piensa la gente a la que le afecta la buena conciencia. Si dices que haces un safari a la C¨¢mara de Diputados a nadie le parecer¨ªa mal. Pero si se trata de gente de clase baja ah¨ª es cuando te dicen, ay, no les llames changos [monos] a los pobrecitos. Y Tepito s¨ª tiene algo de jungla. En Tepito hay fieras.
El Safari incluye dos visitas a hogares del barrio en las que dos anfitrionas locales le cuentan su vida a los visitantes. La cuentan de una manera teatralizada, acompa?adas por dos actores que han convivido un par de semanas con ellas y que las han ayudado a hacer la puesta en escena.
El proyecto est¨¢ financiado por un programa de prevenci¨®n social de la violencia de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n. El pasado domingo el subsecretario responsable del programa acudi¨® invitado al Safari. En casa de Mayra Valenzuela, una vecina activista de derechos humanos, Roberto Campa escuch¨® con atenci¨®n una buena serie de denuestos de la mujer contra los gobernantes de su pa¨ªs. En casa de Ver¨®nica Hern¨¢ndez oy¨® el relato de una infancia de abusos que incluy¨® tambi¨¦n una referencia a una cosa que tra¨ªa su padre carpintero a casa y que ella y sus hermanos no sab¨ªan muy bien qu¨¦ era.
¡°Ese polvito que nosotros dec¨ªamos que era queso y que no era queso¡±.
El paseo de Gim¨¦nez Cacho con este peri¨®dico fue dos d¨ªas despu¨¦s. Era martes y el martes es el d¨ªa que la mayor¨ªa de los puestos de calle de Tepito se desmontan para descansar y para limpiar las calles.
Por ah¨ª caminaba todo tranquilo Gim¨¦nez Cacho con sus sandalias de cuero y su boina negra, que en conjunto con la barba larga y silvestre le daba un aire hippie que se complementaba a la perfecci¨®n con las vaharadas de marihuana que sal¨ªan de cualquier esquina.
Dentro del campo de f¨²tbol de Maracan¨¢, un centro deportivo en el que grabaron escenas de la serie, hab¨ªa unos j¨®venes sentados a mediod¨ªa con un cigarro de hierba. Lo curioso es que de ese c¨ªrculo de tipos duros de la calle sal¨ªa el sonido de una melanc¨®lica canci¨®n francesa. No la hab¨ªan puesto ellos. Ten¨ªan la radio encendida y son¨®. Era Aline, la balada rom¨¢ntica de Christophe.
Babelia
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