Reivindicaci¨®n de la implacable emperatriz-drag¨®n china
Una monumental biograf¨ªa de la escritora Jung Chang describe como gran gobernanta a Cix¨ª, la mala de ¡®55 d¨ªas en Pek¨ªn'


Se llamaba Cix¨ª, que significa ¡°bondadosa y alegre¡± y med¨ªa poco m¨¢s de un metro cincuenta, pero durante 50 a?os gobern¨® con poder absoluto sobre un tercio de la poblaci¨®n mundial, dio golpes de Estado, libr¨® guerras, aplast¨® rebeliones, no le tembl¨® la mano al ordenar asesinatos pol¨ªticos (hasta envenen¨® a su sucesor y tir¨® a un pozo a su nuera) y decret¨® ejecuciones por el habitual y refinado ¡ªno para el reo¡ª m¨¦todo de ¡°la muerte de los mil cortes¡± (!) o por el m¨¢s sutil de enviar bufandas de seda a los pr¨ªncipes para que se ahorcaran ellos mismos (en el literario y eufem¨ªstico lenguaje palaciego, la seda otorgada).
La conocemos popularmente por ser la emperatriz que se enfrent¨® a las potencias extranjeras en 1900 en la crisis que condujo a los acontecimientos descritos en la famosa pel¨ªcula 55 d¨ªas en Pek¨ªn, cuando el barrio de las embajadas fue brutalmente atacado por la secta de los b¨®xer, impulsados torticeramente por Cix¨ª. Y por ser la t¨ªa abuela de Puy¨ª, el ¨²ltimo emperador del c¨¦lebre filme de Bertolucci. A menudo se la ha retratado como una tirana implacable, desp¨®tica y cruel, intrigante y sanguinaria: el ep¨ªtome del clich¨¦ chino, la Fumanch¨² del trono del drag¨®n. Para m¨¢s morbo, se enamor¨® de un eunuco, que no parece una gran elecci¨®n.
Jung Chang traza la peripecia de una mujer que empez¨® como concubina
Ahora una monumental biograf¨ªa Cix¨ª, la emperatriz, la concubina que cre¨® la China moderna (Taurus), reivindica al personaje y traza la asombrosa peripecia de una mujer que se remont¨® literalmente hasta el mismo cielo ¡ªpasando por la cama del emperador¡ª para regir los destinos de la naci¨®n m¨¢s populosa del mundo. La biograf¨ªa es obra de la escritora chino-brit¨¢nica Jung Chang (Yibin, Sichuan, 1952), autora de Cisnes salvajes y Mao, que ha rastreado de manera prodigiosa en la documentaci¨®n sobre la emperatriz para componer un retrato sorprendentemente cercano de Cix¨ª (1835-1908), hasta el punto de que el lector se ve transportado al coraz¨®n de sus grandes decisiones y tras las paredes de su vida ¨ªntima, atravesando los poderosos y opacos muros de la Ciudad Prohibida y del tiempo.
?Es injusta 55 d¨ªas en Pek¨ªn al mostrar tan mala a Cix¨ª, que hasta causa la muerte, Dios la perdone, de Ava Gardner? ¡°S¨ª, pero es cierto tambi¨¦n que ella cometi¨® un error terrible al aliarse con los b¨®xer. Lo que la pel¨ªcula no cuenta son los antecedentes de la revuelta b¨®xer, que tuvo mucho de respuesta a las atrocidades alemanas en Shandong. Cuando los b¨®xer, en su mayor¨ªa campesinos con miedo a morir de hambre, llegaron a Pek¨ªn a millares, con sus pa?uelos, camisas y fajines rojos y grandes cuchillos, decididos a matar a los extranjeros (peludos) a los que culpaban de sus males, Cix¨ª cay¨® en la tentaci¨®n de usarlos contra los invasores. Se equivoc¨®, no eran capaces de luchar contra las armas modernas, a pesar de que cre¨ªan ser inmunes a las balas de los fusiles¡±. La emperatriz, no obstante, al rev¨¦s que los b¨®xer, ¡°ve¨ªa la necesidad de modernizar China, pese a querer preservar su cultura¡±.
Cometi¨® un error al aliarse con los revoltosos y xen¨®fobos b¨®xer.
La historia arroja una imagen compleja de Cix¨ª, que lleg¨® a la corte con 16 a?os como concubina de baja categor¨ªa del rijoso emperador Xiaufeng, el Drag¨®n Cojo. Villana y hero¨ªna, tradicional y moderna. ¡°Hay que tener en cuenta que naci¨® en una China que a¨²n era medieval, con el vendado de pies, tortura como la de los mil cortes. Y que fue una gobernante absoluta de una poblaci¨®n enorme. No es sorprendente que fuera capaz de ser brutal, y necesitara serlo. Para los est¨¢ndares actuales era un mundo cruel y ella hizo cosas crueles. Vivi¨® unos momentos complejos y peligrosos para su pa¨ªs en los que era dif¨ªcil tomar las decisiones correctas. Hizo muchas cosas modernas. Su prop¨®sito era llevar a China hacia una monarqu¨ªa constitucional¡±.
Conden¨® a gente a la ¡®muerte de los mil cortes¡¯ y lanz¨® a su nuera a un pozo
La biograf¨ªa nos mete en la Ciudad Prohibida como si fuera una novela. ¡°No hay nada inventado, todo procede de la documentaci¨®n. He tenido mucha suerte porque la ¨¦poca rebosa de ella. Los archivos son muy completos. Hay diez millones de documentos sobre la dinast¨ªa Qin¡±.
De la memoria de la emperatriz en China, Chang dice que siempre se la ha retratado como villana, ya antes de la Revoluci¨®n Cultural. ¡°Cix¨ª tiene muy mala reputaci¨®n y en general los historiadores chinos siguen las l¨ªneas del partido de presentarla como una mujer terrible. Pero conf¨ªo en que mi libro, que se va a traducir al chino, contribuya a cambiar esa imagen¡±. Cix¨ª era una mujer a la altura de las grandes estadistas de la historia, Es cierto que en realidad su gobierno nunca fue leg¨ªtimo, siempre estuvo detr¨¢s, como concubina, como emperatriz viuda, que era su t¨ªtulo oficial, o como regente. Pero quiz¨¢ eso contribuy¨® a que demostrara tanta sabidur¨ªa. Siempre tuvo que estar demostrando que val¨ªa¡±.
Su cad¨¢ver fue maltratado, como su memoria. ¡°Su tumba fue violada por soldados. Se dec¨ªa que la perla que se colocaba en la boca tradicionalmente hab¨ªa ido a decorar el zapato de la mujer de Chiang Kai-Sheck¡±.
Su gran amor fue un eunuco de la corte que muri¨® decapitado
?Sabemos algo de su vida ¨ªntima? ¡°De la m¨¢s secreta, obviamente no. Pero estoy segura de que despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Peque?o An, el eunuco, cerr¨® su coraz¨®n y nunca tuvo otro amante¡±. La relaci¨®n con un eunuco deb¨ªa ser frustrante. ¡°No necesariamente, imagino que sabe que hay otras maneras de hacer el amor; a ella Peque?o An la volv¨ªa loca¡±. En China, a diferencia de en Turqu¨ªa, los eunucos eran siempre castrados totales. ¡°Incluso se los revisaba peri¨®dicamente: en la corte hab¨ªa un departamento al efecto, la burocracia imperial era as¨ª de pormenorizada, parece excesivo pero ten¨ªa sentido. Nada se dejaba al azar¡±.
Los eunucos, contin¨²a, no ten¨ªan una vida f¨¢cil: se los despreciaba, sufr¨ªan de incontinencia en raz¨®n de lo suyo, y eso les forzaba a llevar pa?ales. Romper las tradiciones provoc¨® la sentencia de muerte a Peque?o An, que fue decapitado y su cad¨¢ver expuesto desnudo para que se viera que carec¨ªa de lo que hay que tener.
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