El grito del adi¨®s
Mariem Hassan, gran dama de la m¨²sica tradicional del desierto y enferma de c¨¢ncer terminal, ofrece un emocionante concierto
Posiblemente en el lugar m¨¢s inh¨®spito del planeta, el campamento de?poblaci¨®n refugiada saharaui de Dajla (Tinduf, Argelia), dio la noche del s¨¢bado Mariem Hassan el que quiz¨¢ sea el ¨²ltimo concierto de su vida. La cantante saharaui, gran dama del haul, la m¨²sica tradicional del desierto, padece un c¨¢ncer terminal y es dif¨ªcil imaginar que en las condiciones en las que est¨¢, pueda ofrecer alguno m¨¢s.
Por eso el haul seco y doliente que ella ha llevado por el mundo en los ¨²ltimos a?os, son¨® esta vez m¨¢s emocionante que nunca. Sus cientos de seguidores saharauis conocen el mal que la aqueja, y ella, mujer de profundas convicciones religiosas, y consciente de su gravedad, dice haberse puesto en manos de Mulana, que es la manera saharaui de referirse a Dios.
El haul es poes¨ªa sustentada sobre las afinaciones atonales de la tidinit, peque?a guitarra de dos cuerdas con un caparaz¨®n de armadillo o tortuga como caja de resonancia, y anclada al ritmo machac¨®n y plomizo del tbal, el tambor que las antiguas mujeres n¨®madas tocaban sentadas en el suelo cuando las caravanas paraban para las diversas celebraciones en mitad de la nada, sobre piedra y arena y a la sombra de una solitaria acacia o una jaima. Arengas guerreras de car¨¢cter ¨¦pico y plegarias a Al¨¢ constituyen las dos vertientes principales del contenido formal de los poemas del haul que Mariem ha dado a conocer al mundo desde la humildad de una mujer expulsada de su tierra, el S¨¢hara Occidental, obligada primero al exilio como refugiada y que est¨¢ pasando sus ¨²ltimos a?os en Barcelona, como base de sus actividades musicales, adem¨¢s de seguimiento de su enfermedad.
Pero ya hace tiempo que Mariem cambi¨® las estructuras de su banda. Sustituy¨® los instrumentos tradicionales por guitarras el¨¦ctricas y bater¨ªa, sin faltarle al respeto al haul tradicional, el folclore de su tierra, aunque muchas veces lo arrimara a las improvisaciones del jazz y la intensidad del blues, esa m¨²sica tambi¨¦n doliente que a pesar de que se difundiera desde los negros norteamericanos, hunde sus ra¨ªces en ?frica.
En su ¨²ltima noche del desierto, en la jornada final del FiSahara (Festival Internacional de Cine del S¨¢hara) Mariem recuper¨® el formato tradicional: volvi¨® a poner a cuatro mujeres en el suelo para hacerle segundas voces, los ritmos de siempre y secundarla en su canto diezmado. Y el a?adido misterioso de Sebasti?o Antunes, el guitarrista invidente portugu¨¦s que se ha mantenido fiel a ella en los ¨²ltimos tiempos.
No hab¨ªa enga?os, se quiere ir tranquila: en mitad del concierto pidi¨® perd¨®n a su pueblo por si alguna vez le hab¨ªa fallado
Senhora de amort?o es una pieza del folclore luso que habla de la figura de una virgen que sus devotos colocaron d¨¢ndole la espalda a Espa?a en una localidad fronteriza. Con ella arranc¨® Mariem el concierto, trasladando ese desencuentro con el vecino como met¨¢fora del enfrentamiento de su pueblo contra la invasi¨®n ilegal marroqu¨ª. Asombra comprobar c¨®mo dos sonoridades aparentemente tan opuestas, la portuguesa y la saharaui, se ensamblan de manera tan natural cuando Mariem se deja mecer por Sebasti?o. Siempre ha sido ella muy intuitiva y se ha dejado aconsejar por los que han vigilado su carrera internacional, y el t¨¢ndem que forma con el portugu¨¦s resulta de lo m¨¢s hermoso, l¨¢stima que les vaya a quedar tantos buenos momentos por ofrecer y disfrutar.
Con la sonrisa en los labios, la voz atronadora de Mariem Hassan son¨® de nuevo en la inmensidad de la noche estrellada como el grito de todo un pueblo que solo pide que le devuelvan lo que le quitaron, su tierra. Agotada, cedi¨® protagonismo a sus m¨²sicos, mujeres que hab¨ªa conocido solo tres d¨ªas antes y con las que apenas hab¨ªa ensayado. Ellas y Sebasti?o sostienen las carencias de la gran dama, que aguant¨® sentada en el suelo con m¨¢s dignidad y coraje que fuerza f¨ªsica.
No hab¨ªa enga?os, sonaba a despedida, se quiere ir tranquila: en mitad del concierto pidi¨® perd¨®n a su pueblo por si alguna vez le hab¨ªa fallado. Y se disculp¨® de seguir en el escenario cuando desde el p¨²blico le solicitaron al final que cantara El Aai¨²n egdat (Arde El Aai¨²n), una de sus ¨²ltimas canciones de ¨¦xito dedicada a los tristes acontecimientos ocurridos en la capital del S¨¢hara Occidental ocupado en noviembre de 2010.
Entre el repertorio abordado en el concierto, Sebasti?o intercal¨® una canci¨®n de Jos¨¦ Zeca Afonso, conocido sobre todo por Gr¨¢ndola vila morena, que ya en los a?os setenta dedicara a la causa saharaui. Junto a Sebasti?o, Mariem la cant¨® como si fuera suya, aportando esa voz que estremece, m¨¢s a¨²n si se conocen las circunstancias que concurr¨ªan esa noche.
Se levant¨® como pudo del suelo, ayudada por sus m¨²sicos, y se fue sin hacer ruido a su jaima, como siempre ha sido su vida, discreta para lo grande que es. Su legado es enorme, y lo que ha hecho por la m¨²sica saharaui alcanza dimensiones insospechadas, seguramente mejor valoradas pasados unos a?os. A falta de una patria real, el pueblo saharaui ha encontrado en la m¨²sica y la cultura el patrimonio al que se ha seguido agarrando para mantener su identidad. A ella se lo tienen que agradecer.
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