Vestido de sangre
El cambio de tono de los bordados corrobora que Rom¨¢n se arrim¨®
El valenciano Rom¨¢n se present¨® en Las Ventas y lo hizo enfundado en un traje corinto y oro, pero acab¨® vestido de sangre de arriba a abajo, prueba inequ¨ªvoca de que le palpita un coraz¨®n de jabato y de que se jug¨® la vida sin cuento; y ah¨ª estaba el cambio de color de sus bordados para corroborar que se hab¨ªa arrimado como un aut¨¦ntico le¨®n, desafiando heroicamente las tarascadas de sus novillos. Al final, result¨® que dio una vuelta al ruedo en su primero y cort¨® la oreja de su segundo, que no es poco balance para quien a tanto aspira.
No fue el ¨²nico que se sinti¨® responsabilizado, pues Garrido, novillero avezado tambi¨¦n y cuajado de cualidades, no quiso ser menos y sorte¨® las dificultades de su lote con coraz¨®n, buena t¨¦cnica y esa gran experiencia que parece poseer a pesar de su corta carrera taurina.
FUENTE YMBRO / DI?GUEZ, ROM?N, GARRIDO
Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, mansos, broncos y desclasados.
Mario Di¨¦guez: estocada (ovaci¨®n); dos pinchazos, casi entera ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (silencio).
Rom¨¢n: estocada trasera y ca¨ªda y un descabello (vuelta); media y un descabello (oreja).
Jos¨¦ Garrido: dos pinchazos ¡ªaviso¡ª media y tres descabellos (silencio); media baja y estocada (ovaci¨®n).
Plaza de las Ventas. 12 de mayo. Cuarto festejo de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Y es que la novillada de Fuente Ymbro result¨® muy dura; novillos astifinos, mansos de solemnidad, con fuerte genio, aspereza y bronquedad, que pusieron a prueba el pulso y la vocaci¨®n de los chavales, y hasta el mismo Mario Di¨¦guez, que ya no es tan barbilampi?o y re¨²ne menos condiciones que sus compa?eros, sali¨® con bien ¡ªo todo lo bien que se puede salir en su situaci¨®n¡ª de un compromiso tan dificultoso.
C¨®mo ser¨ªa el asunto que el cuarto de la tarde salt¨® al callej¨®n por la zona donde se colocan las cuadrillas, sembr¨® el caos y dos personas resultaron contusionadas: el ayuda de Garrido, con una lesi¨®n en un tobillo, y el operario que pinta las rayas del ruedo, con una brecha en la cabeza. Poco pas¨® para la que se form¨® en un momento en tan angosto espacio y con tantos all¨ª reunidos por raz¨®n de su oficio.
Sin embargo, todos los novillos, en mayor o menor medida, provocaron el desorden en la lidia, huyeron de su sombra, buscaron la puerta de chiqueros, tiraron derrotes y tarascadas y demostraron con creces su absoluta falta de clase.
Pero dicho queda que Rom¨¢n vino dispuesto a todo. Qued¨® vestido de sangre porque aguant¨® lo inaguantable a su primero en unos estatuarios que cortaron la respiraci¨®n de los presentes. Someti¨® al animal con derechazos cuajados de mando, en los que oblig¨® a humillar al descompuesto animal. Traz¨® naturales de buen gusto, y se dej¨® rozar los alamares en unas manoletinas ce?idas que le costaron una voltereta sin consecuencias. En el quinto, de igual cala?a, asent¨® las zapatillas, sorte¨® derrotes de calibre monumental y en una exhibici¨®n de valent¨ªa inteligente le rob¨® muletazos muy meritorios. Algunos protestaron la oreja porque no hubo toreo de manos bajas, pero s¨ª un torero poseedor de unos mimbres extraordinarios para el futuro.
No le anduvo a la zaga Jos¨¦ Garrido, al que se le ve sobrado con capote y muleta. Variado en los quites, al igual que el valenciano, no se arredr¨® ante las dificultades de sus peligrosos novillos. No le import¨® ni el viento ni el riesgo inminente, y as¨ª, en su primero, solo el mal manejo de la espada emborron¨® una entonada actuaci¨®n. Sali¨® a por todas ante el sexto, un cobarde con malas pulgas que recorri¨® toda la plaza en una huida desesperada. Garrido, que lo hab¨ªa recibido de rodillas en los medios, supo zafarse de las violentas acometidas del manso y qued¨® claro que es torero con futuro.
La corrida de hoy
Toros de Parlad¨¦ para los diestros Manuel Jes¨²s El Cid, Iv¨¢n Fandi?o y ?ngel Teruel.
Distinto parece el horizonte de Di¨¦guez ¡ªlargo tiempo ya en el escalaf¨®n, lo cual no hace presentir nada bueno¡ª, al que se le vio inseguro y desbordado por el genio de su primero. El cuarto fue el m¨¢s noble de la tarde, y repiti¨® la embestida para que se luciera su matador; pero no fue posible. Di¨¦guez dio muchos pases, pero tore¨® muy poco. Tanto es as¨ª que insisti¨® en alargar la faena con la intenci¨®n de levantar el ambiente y muchos se lo recriminaron con raz¨®n.
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