Subasta de historias
'La historia de mis dientes', de Valeria Luiselli, es una narraci¨®n de deslumbrante imperfecci¨®n
Valeria Luiselli (M¨¦xico, 1983) se dio a conocer con un sugerente libro de ensayos, Papeles falsos (2010), al que sigui¨® la novela Los ingr¨¢vidos (2011), escrita con gran vigor estil¨ªstico y una t¨¦cnica intrincada, pero hipn¨®tica, que trababa tiempos y voces narrativas en un di¨¢logo de muertos y vivos que se desun¨ªan en el encuentro. All¨ª recuperaba la figura, en la Nueva York de finales de los veinte, del mexicano Gilberto Owen (1904-1952), poeta y diplom¨¢tico que se pesaba cada d¨ªa por temor a volverse invisible, y de esa obsesi¨®n part¨ªa la escritora para explorar al personaje. Con un tono m¨¢s atrevidamente sat¨ªrico, La historia de mis dientes recurre a la semblanza de un ¡°cantador de subastas¡±, equipando el libro, a modo de artefacto, con hermosas portadillas, renglones en japon¨¦s y un cuaderno de fotograf¨ªas, acaso para remitir al origen del texto, inicialmente destinado a un cat¨¢logo de arte contempor¨¢neo. La deriva de aquel texto en ficci¨®n trasluce, en el temperamento de la autora, un desatado gusto por la imaginaci¨®n y la jocosidad, una libertad que, si no se ha concretado en una novela redonda, ha propiciado una narraci¨®n de deslumbrante imperfecci¨®n, como la trayectoria comprimida de su personaje, Gustavo S¨¢nchez S¨¢nchez, llamado Carretera. Pues la novela no solo revela, con la voz del propio Carretera y por bi¨®grafo designado, las cualidades extremas de un profesional de las subastas, sino que propone un ensayo ¡°sobre los coleccionables y el reciclaje radical¡±, con los dientes como objetos de valor supremo. Todo en esta novela est¨¢ desacoplado; no hay contexto previo, con excepci¨®n del dudoso relato de una vida que remeda el g¨¦nero picaresco. Cualquier objeto es susceptible de subasta; pero, seg¨²n el m¨¦todo aleg¨®rico de Carretera, ¡°no se subastaban objetos, sino las historias que les daba valor y significado¡±. Las cosas, por tanto, tienen el valor que se les quiera dar, como en el arte encontrado, que aqu¨ª se desquicia con la sucesi¨®n de nombres de prestigio, desde un t¨ªo del subastador, Marcelo S¨¢nchez Proust, hasta la costurera Margo Glantz y su hijo Primo Levi, entre otros notables escritores y pensadores, que incluye a la se?orita Luiselli inici¨¢ndose en la ret¨®rica. Nombres que no remiten a lo que significan, sino que son figuras de posibilidad, no condicionadas por su representaci¨®n, figuras que se disuelven en otro significado al referir con sus nombres conductas imprevistas y burlescas, breves historias de una amable y socarrona irreverencia que dispara la verosimilitud en cualquier direcci¨®n. A algunos de esos nombres de prestigio, cl¨¢sicos y actuales, se les a?aden la descripci¨®n de sus dientes ¡ªPlat¨®n, Agust¨ªn de Hipona, Rousseau, Marilyn Monroe¡¡ª, objetos de subasta, en definitiva, que se amontonan en la ¡°gran pila de basura que cada persona va dejando¡±, en esta ocasi¨®n en un espacio antes no registrado por la literatura, Ecatepec de Morelos, que Luiselli erige en centro de memoria cultural a partir de una f¨¢brica de jugos. Dicho as¨ª, La historia de mis dientes puede parecer una suma de gracietas, consecuencia de un talento ingenioso y burl¨®n. Algo de eso hay, pero la diversi¨®n a que invita su lectura no est¨¢ re?ida, al contrario, con una indagaci¨®n sobre las convenciones de la tasaci¨®n art¨ªstica, cuyo valor depende de la leyenda del objeto. Un subastador es un charlat¨¢n elevado de rango que con su verbosidad genera el valor de cualquier diente que haya pertenecido a una estrella o un divo. Alguien pujar¨¢ para poner la preciada pieza en un museo.
La historia de mis dientes. Valeria Luiselli. Sexto Piso. Madrid, 2014. 160 p¨¢ginas. 17 euros ?
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