El nacimiento de la pasi¨®n por mirar
Cuatro exposiciones en torno a PHotoEspa?a coinciden en rescatar en Madrid la sorprendente obra de los pioneros de la fotograf¨ªa espa?ola desde el siglo XIX
Acompa?ados de mulas que cargaban sus pesad¨ªsimos equipos, a veces de hasta 300 kilos, los pioneros de la fotograf¨ªa encontraron en Espa?a un campo de trabajo duro pero fascinante. Un pa¨ªs inc¨®modo, a la cola en casi todo lo relacionado con el progreso, pero cuya riqueza art¨ªstica, folcl¨®rica y monumental atra¨ªa a profesionales enviados principalmente de Inglaterra y Francia. De esos primeros conquistadores de la imagen da cuenta la exposici¨®n que ayer se inaugur¨® en la Biblioteca Nacional y que dentro de PHotoEspa?a re¨²ne cerca de 70 joyas fundacionales. Tambi¨¦n, la que hoy abre sus puertas en el Museo Nacional de Antropolog¨ªa ¡ªTipos populares. Baltasar Cue. Fotograf¨ªas (1891-1894)¡ª y dos de las que la pr¨®xima semana centrar¨¢n el banquete del festival fotogr¨¢fico: el m¨ªtico trabajo en el norte de ?frica de Jos¨¦ Ortiz Echag¨¹e (en la Calcograf¨ªa Nacional) y la retrospectiva dedicada Joan Vilatob¨¤ en el Museo del Romanticismo.
De los dos millones de fotos que posee la Biblioteca Nacional, unas 40.000 son de ese siglo XIX que vivi¨® el nacimiento de una pasi¨®n que cambiar¨ªa los usos y costumbres de la humanidad. Los trabajos de Charles Clifford, Jean Laurent, Jos¨¦ Albi?ana, Jos¨¦ Mart¨ªnez S¨¢nchez, Louis De Clerq, Jos¨¦ Spreafico y Joaqu¨ªn Pedrosa se mezclan con fotograf¨ªas an¨®nimas para ofrecer un viaje a lomos de estos pioneros que forjaron la imagen de Espa?a. La conservadora Isabel Ortega es la encargada de una selecci¨®n ¡°peque?a, pero muy representativa¡±. En ella convive desde un retrato de Eugenia de Montijo, aquella it girl de la Espa?a afrancesada, a sorprendentes trabajos documentales sobre armaduras y esculturas hist¨®ricas. ¡°La fotograf¨ªa cambi¨® nuestra manera de ver el arte y el paisaje¡±, explica la comisaria. ¡°En las dos d¨¦cadas que recoge esta exposici¨®n los cambios en Espa?a y en la propia fotograf¨ªa fueron enormes. Muchos de estos fot¨®grafos extranjeros acabaron afincados aqu¨ª, como Clifford y Laurent. Eran admirables por su t¨¦cnica, como con las armaduras. Incluso hoy en d¨ªa son dificil¨ªsimas de fotografiar por los reflejos que causa el metal. Ellos lograron dominarlos¡±.
Y si la realidad era asombrosa para los primeros exploradores, retratistas minuciosos y exactos de lo que ve¨ªan, el pictorialismo empezaba a irrumpir con fuerza en Europa. A principios del siglo XX, con casi dos d¨¦cadas de retraso, esta corriente lleg¨® a Espa?a. ¡°Entonces nos encontramos con los fot¨®grafos que quieren imitar a la pintura y los que no, los que quieren que la fotograf¨ªa tenga la calidad de una pintura y sea en s¨ª misma un cuadro. Ah¨ª situamos a Joan Vilatob¨¤¡±, explica el historiador Josep Casamartina i Parassols sobre el protagonista de la exposici¨®n que la pr¨®xima semana se abre en el Museo del Romanticismo y que ofrecer¨¢ a trav¨¦s de una treintena de im¨¢genes la obra de un personaje singular, un republicano radical, de familia mas¨®nica y espiritista, que apost¨® dese el principio por una nueva fotograf¨ªa. Vilatob¨¤ usaba a su hermano (muy parecido a ¨¦l f¨ªsicamente) de modelo para sus montajes fotogr¨¢ficos. Escenas rom¨¢nticas y simbolistas, centradas en la figura y en la composici¨®n, que delataban una personalidad impulsiva y algo desatada. En 1989 huy¨® de Espa?a como desertor de la Guerra de Marruecos y no regres¨® hasta que en 1903 su familia le garantiz¨® que no ir¨ªa la c¨¢rcel. Abri¨® su estudio en Sabadell, donde una visita ¡ªy un encargo¡ª de Alfonso XIII le hicieron famoso. ¡°Su exposici¨®n de 1919 en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid lo consagr¨®, incluso hay una entrada dedicada a ¨¦l en la Enciclopedia Espasa de los a?os 20. Pero su ¨¦xito en Madrid no se refleja en Barcelona y, en 1931, decide dejar la fotograf¨ªa y dedicarse a la docencia. Tras su muerte, su est¨¦tica pasa de moda. Cae en el olvido¡±.
Hasta los a?os 70 ¡ªy de la mano de estudiosos de la fotograf¨ªa como Joan Fontcuberta y Publio L¨®pez Mond¨¦jar¡ª no se recupera su historia. ¡°Su hijo guard¨® con celo obsesivo la obra de su padre: 2.000 placas que finalmente, y gracias a su nieta, est¨¢n desde hace unos meses en el archivo hist¨®rico de Sabadell¡±.
Dentro de esa corriente pictorialista la gran estrella es Jos¨¦ Ortiz Echag¨¹e (1886- 1980), cuyo trabajo Norte de ?frica se expone tambi¨¦n desde el 5 de junio. Lo curioso de este trabajo es que muestra al Ortiz Echag¨¹e joven frente al adulto. Rif, cerca de Tetu¨¢n, fue el primer destino del ingeniero militar. Ten¨ªa 23 a?os y recibi¨® el encargo de dirigir el servicio de fotograf¨ªa de la unidad de Aerostaci¨®n. Toma im¨¢genes, primero desde globos y luego desde aviones, para elaborar mapas y localizar las posiciones enemigas. Pero el joven fot¨®grafo no se limit¨® al trabajo cartogr¨¢fico y acerc¨® su c¨¢mara hacia la vida cotidiana del pa¨ªs. Su trabajo (con resonancias de Zurbar¨¢n, Sorolla o Zuloaga) recog¨ªa toda la espiritualidad y misticismo de una cultura en la que las telas, el desierto, el sol y el agua respiran por los poros de cada revelado. ¡°Mi abuelo volvi¨® en los a?os 60 y curiosamente ya no le atra¨ªan los rostros y costumbres de la gente sino la arquitectura y los paisajes. Son fotograf¨ªas mucho m¨¢s fantasmag¨®ricas, m¨¢s abstractas, un poco inquietantes. Aunque la t¨¦cnica era la misma, hab¨ªa dejado de ser un fot¨®grafo experimental¡±, explica su nieto, Javier Ruiz Echag¨¹e, historiador del arte y comisario de la exposici¨®n de Madrid.
Si para Vilatob¨¤ ¡°el gran momento¡± era el disparo, nunca el retoque, Ortiz Echag¨¹e destac¨® por ser un maestro de los pinceles, las mu?equillas de algod¨®n o raspadores capaces de transformar cada imagen. ¡°Y esa fue la gran paradoja de mi abuelo. Utiliz¨® t¨¦cnicas pictorialistas para hacer un trabajo etnogr¨¢fico¡±, a?ade Javier Ortiz Echag¨¹e. ¡°Se pas¨® cincuenta a?os haciendo su proyecto sobre la vida popular de Espa?a con t¨¦cnicas no documentales pero con un prop¨®sito documental. Sobre esa tensi¨®n se sostiene toda su obra¡±.
Se cierra as¨ª el camino de los primeros exploradores. En torno a ese tira y afloja entre el documento y la ficci¨®n que la fotograf¨ªa moderna sigue sin resolver.
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