Pinceles en la l¨ªnea del frente
En los a?os previos a la guerra emergieron en Europa movimientos art¨ªsticos con af¨¢n de ruptura

No extra?a que los grandes movimientos art¨ªsticos de las primeras d¨¦cadas del siglo?XX se agrupen bajo una palabra cargada de significado militar: las vanguardias. En los campos de batalla la vanguardia la ocuparon los soldados; en la creaci¨®n, aquellos que distorsionaron el arte tal y como se conoc¨ªa hasta entonces. Cubismo, expresionismo, futurismo y dada¨ªsmo son los grandes movimientos que nacen y crecen en torno a la Gran Guerra y la huella b¨¦lica se dej¨® sentir entre sus practicantes. A algunos les ordenaron ir al frente, pero la mayor parte se alist¨® de manera inconsciente y entusiasta. Muchos perecieron, otros volvieron con heridas terribles y los m¨¢s retornaron a la vida cotidiana marcados para siempre por aquella terrible experiencia.
En un art¨ªculo firmado por Apollinaire en Le petit Messager en marzo de 1915, se daba detallada cuenta de la situaci¨®n en la que se encontraban algunos de los que decidieron tomar las armas: Georges Braque estaba destinado en El Havre como suboficial; Fernand L¨¦ger serv¨ªa en un tren encargado del aprovisionamiento; Derain era motociclista en el norte de Francia; Albert Gleizes luchaba en el frente; el escultor Raymond Duchamp era cabo mayor en Saint-Germain; el pintor Laboureur trabajaba como traductor para el ej¨¦rcito ingl¨¦s; el futurista italiano Ugo Giannattasio y el polacoaustr¨ªaco Kisling se encontraban en los regimientos de infanter¨ªa extranjeros, y ?douard F¨¦rat, en un hospital.
?Por qu¨¦ esa necesidad vital de implicarse directamente en la guerra, de luchar cuerpo a cuerpo? La magn¨ªfica exposici¨®n hist¨®rica que se puede ver en el Guggenheim de Nueva York, dedicada al futurismo, apunta muchas claves para entender el af¨¢n de los artistas por empu?ar las armas. Ah¨ª se cuenta que durante los a?os previos al estallido del drama estaban emergiendo en toda Europa movimientos art¨ªsticos con una vitalidad y ganas de ruptura desconocida hasta entonces.
En el caso de los futuristas hay que tener en cuenta que el contexto de crecimiento econ¨®mico y la agitaci¨®n social italiana eran un terreno abonado para despertar simpat¨ªas hacia aquellos j¨®venes defensores de las m¨¢quinas, la velocidad y la violencia como ¨²nica manera de conseguir las cosas. Tanto en el caso de los futuristas como en el de los cubistas, vorticistas o expresionistas, la guerra evidenci¨® unas contradicciones a las que muchos no supieron hacer frente. En el remate del recorrido de la exposici¨®n futurista, se ve c¨®mo muchos acabaron contaminados por el fascismo y otros decidieron encaminar sus pasos hacia campos m¨¢s seguros como la fotograf¨ªa o la publicidad.
Muchas cosas cambiaron con el final de la Gran Guerra. Par¨ªs comienza a perder su protagonismo en favor de Nueva York. Algunos de los artistas no alistados se agruparon en Z¨²rich y en torno al Cabaret Voltaire lanzan un peculiar alegato en contra de todas las guerras. El cuestionamiento de todo, la provocaci¨®n y la burla eran sus ¨²nicos principios. Entre este grupo se encontraba Marcel Duchamp, que dejar¨ªa boquiabierto al mundo con una ins¨®lita pieza: un urinario, un objeto fabricado en serie con el que invent¨® el ready-made y transform¨® para siempre el concepto de arte.
Pero esa es una guerra muy distinta.
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