El reino de los dinosaurios gigantes
Desde que Carlos III ordenara que le trajeran un animal prehist¨®rico vivo hasta el reciente hallazgo del mayor ejemplar conocido, Argentina ha ido marcando hitos en la paleontolog¨ªa

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A menudo, detr¨¢s de los grandes golpes de suerte hay mucho trabajo. Puede parecer casualidad que hace dos a?os un pe¨®n rural en un lugar perdido de la Patagonia, atisbara un hueso enorme; que el pe¨®n avisara a los due?os del terreno, que los due?os se comunicaran con el museo Egidio Feruglio, en Trelew (provincia de Chubut), y que el hueso resultara ser un f¨¦mur de 2,40 metros perteneciente al que sus descubridores consideran el mayor dinosaurio encontrado hasta ahora: un saur¨®podo ¡ªdevorador de grandes masas de bosques, cuello largo y cabeza peque?a¡ª de 40 metros de largo y 20 de alto, con un peso aproximado de 77 toneladas, equivalente a 14 elefantes africanos.
Parece suerte, pero la cadena de hallazgos fortuitos nos lleva a otro d¨ªa de 1787 cuando el fraile dominico Manuel de Torres empez¨® a desenterrar en las orillas del r¨ªo Luj¨¢n, a 68 kil¨®metros de la ciudad de Buenos Aires, los restos de un bicho de casi cinco metros de largo. El fraile se lo comunic¨® al virrey Nicol¨¢s Francisco Crist¨®bal del Campo, Marqu¨¦s de Loreto. Y en 1788 el virrey envi¨® los restos a Espa?a dentro de siete cajones. En cuanto el cargamento arrib¨® a la Corte, Carlos III pidi¨®: ¡°Procure por cuantos medios sean posibles averiguar si en el partido de Luj¨¢n o en otro de los de ese virreinato, se puede conseguir alg¨²n animal vivo, aunque sea peque?o¡ remiti¨¦ndolo vivo, si pudiese ser, y en su defecto disecado y relleno de paja¡¡±.
En el virreinato se organiz¨® una expedici¨®n en el virreinato para ver si se encontraba otro animal de ese porte. ¡°Hoy resulta gracioso, pero no era tan descabellado¡±, comenta el paleont¨®logo Fernando Novas, del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires. ¡°Al menos se dieron cuenta de que los f¨®siles eran algo valioso, quisieron averiguar m¨¢s sobre ¨¦l¡±. Con el tiempo se supo que aquello era un mam¨ªfero extinguido hace unos 9.000 a?os. Se le bautiz¨® con el nombre Megatherium americanum (bestia gigante americana), y puede apreciarse hoy, reposando sobre sus cuatro patas, en el museo de Ciencias Naturales de Madrid. ¡°Fue el primer f¨®sil al que se le adjudic¨® un nombre cient¨ªfico en toda Am¨¦rica¡±, informa Novas.
En la Patagonia argentina han aparecido restos de los mayores dinosaurios del mundo
Despu¨¦s vinieron muchos m¨¢s hallazgos en Argentina no tan casuales. El zo¨®logo argentino Florentino Ameghino (1854-1911) desarroll¨® una actividad febril junto a su hermano Carlos. ¡°Su hermano exploraba en el terreno y descubr¨ªa los f¨®siles y ¨¦l los describ¨ªa¡±. Florentino coste¨® expediciones de su hermano a la Patagonia. Ya no buscaban solo mam¨ªferos de la Pampa como el Megatherium desaparecidos 8.000 a?os atr¨¢s, sino dinosaurios extinguidos hace 65 millones de a?os.
Atra¨ªdo por la enorme influencia de los Ameghino lleg¨® a las orillas del r¨ªo Luj¨¢n un autodidacta que a la postre ser¨ªa el paleont¨®logo vivo del pa¨ªs con mayor cantidad de especies de dinosaurios v¨¢lidas descubiertas: 23. Jos¨¦ Bonaparte es, a sus 84 a?os, maestro de maestros. De nuevo, la aparente casualidad hizo que un campesino descubriese all¨¢ por 1989 en la Patagonia un hueso que no sab¨ªa exactamente qu¨¦ era. Lo extrajo de la tierra y lo don¨® al museo Carmen Funes, del municipio Plaza Huincul, en la provincia patag¨®nica de Neuqu¨¦n. Meses despu¨¦s, en uno de sus viajes a la zona, Bonaparte vio el material y se percat¨® de que era una tibia descomunal. As¨ª empez¨® a extraer lo que en 1991 se dar¨ªa a conocer como el Argentinosaurus huinculensis, el mayor dinosaurio de Am¨¦rica del Sur descubierto hasta este a?o y uno de los m¨¢s grandes del mundo.
Para entonces, la pasi¨®n por los dinosaurios ya hab¨ªa prendido en Sebasti¨¢n Apestegu¨ªa, paleont¨®logo de 44 a?os y uno de los alumnos predilectos de Bonaparte. ¡°En mi adolescencia me enter¨¦ de la posibilidad de que pod¨ªa existir un dinosaurio vivo en el Congo. En 1902 hab¨ªa habido un informe de un belga que hablaba de un bicharraco mitad elefante mitad cocodrilo. Era el famoso Mok¨¨le-mb¨¨mb¨¦. Llegu¨¦ a ponerme en contacto con una monja congole?a que viv¨ªa en Luj¨¢n, para ver si pod¨ªa aprender lingala [lengua bant¨²]. Ni se me ocurri¨® que pod¨ªa arreglarme con el franc¨¦s. Ella me puso en contacto con su hermano que viv¨ªa en Londres y me hice un peque?o diccionario¡±. Finalmente no fue al Congo, pero a los 18 top¨® con Jos¨¦ Bonaparte en el museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y de ah¨ª sali¨® una frondosa carrera en el estudio.
Tambi¨¦n fue alumno de Bonaparte Pablo Puerta, de 48 a?os, jefe de t¨¦cnicos en el museo de Trelew, que acoge los primeros restos del mayor dinosaurio del mundo. Puerta particip¨® en el hallazgo, pero el momento m¨¢s feliz de su carrera sobrevino en 1989. ¡°Pasamos por la orilla del lago Viedma, cerca del glaciar Perito Moreno, en la provincia patag¨®nica de Santa Cruz. Y vimos una v¨¦rtebra gigantesca. Decidieron dedicarme a m¨ª el hallazgo y le bautizaron como Puertasaurus. Hasta el hallazgo reciente era el m¨¢s grande del mundo, junto con el Argentinosaurus¡±.
¡°La gente del campo nos avisa, lo tienen en la mente¡±, dice el paleont¨®logo Carballido
?A qu¨¦ se debe, entonces, que los tres mayores dinosaurios del mundo hayan aparecido en Argentina? ¡°Tenemos un pa¨ªs extraordinariamente rico en f¨®siles¡±, se?ala Fernando Novas, miembro del equipo que ha encontrado el f¨¦mur en Chubut. ¡°Lugar que se escarba, lugar donde aparecen huesos prehist¨®ricos. Pero no menos importante es la tradici¨®n cultural de Argentina, que a pesar de haber pasado por los m¨¢s diversos altercados pol¨ªticos y econ¨®micos, posee una buena parte de la sociedad con una firme formaci¨®n acad¨¦mica que nos permite comprender lo que aqu¨ª descubrimos. Estamos a la vanguardia de los descubrimientos y estudios de dinosaurios del hemisferio sur¡±.
¡°El 60% del pa¨ªs es semides¨¦rtico, expuesto a una erosi¨®n constante¡±, a?ade Sebasti¨¢n Apestegu¨ªa. ¡°Y eso hace que las rocas est¨¢n expuestas en la superficie, que los f¨®siles sean muy f¨¢ciles de ver¡±. El paleont¨®logo del museo de Trelew, Jos¨¦ Luis Carballido, de 36 a?os, aporta otra raz¨®n: ¡°Mucho de los hallazgos son posibles gracias a los avisos de los pobladores del campo. Pero si la gente com¨²n no tuviera en mente la palabra dinosaurio nosotros recibir¨ªamos solo el 2% de las denuncias de hallazgos que recibimos y descubrir¨ªamos el 10%. Eso conlleva a que muchos de los avisos est¨¦n infundados. En Patagonia cualquiera ve una piedra rara y ya piensa que es un huevo de dinosaurio. Los huevos son un poco m¨¢s chicos que una pelota de f¨²tbol y la mayor¨ªa tiran a grises. Un paleont¨®logo los detecta enseguida. Pero cuando te denuncian algo hay que ir porque tal vez terminas haciendo el descubrimiento de tu vida¡±.
Todos los paleont¨®logos consultados aseguran que la parte que m¨¢s les gusta de su trabajo es la de las campa?as sobre el terreno, casi siempre en la Patagonia. ¡°Son fant¨¢sticas¡±, explica Apestegu¨ªa, ¡°est¨¢s fuera del mundo. En muchos de estos lugares no hay absolutamente nadie, es como caer en otro planeta. Ten¨¦s tu agua, tus v¨ªveres y la comunidad de t¨¦cnicos que te acompa?a. Por eso es muy delicado saber a qui¨¦n eleg¨ªs para llevar al campo¡±.
Hace un mes vimos un f¨®sil que parec¨ªa una mand¨ªbula de cocodrilo. Pero en el laboratorio vimos que se trataba de ? la serpiente m¨¢s primitiva del mundo Sebasti¨¢n Apestegu¨ªa (paleont¨®logo)
Pero a menudo la aventura del hallazgo tambi¨¦n surge en el laboratorio. ¡°Hay f¨®siles que al verlos en el campo ya sabes lo que es¡±, a?ade Apestegu¨ªa. ¡°Pero muchas veces lo cubrimos y lo sacamos sin tener ni idea de lo que te puedes encontrar. Y al preparador le toca descubrirlo. Hace un mes vimos un f¨®sil que parec¨ªa una mand¨ªbula de cocodrilo. Era poco importante porque tenemos esqueletos completos de cocodrilo. Pero al prepararlo apareci¨® material del cr¨¢neo y de pronto vimos que ten¨ªamos entre manos a la serpiente m¨¢s primitiva del mundo, con 95 millones de a?os. La encontramos en la provincia de R¨ªo Negro y estamos a¨²n en estudio¡±.
Jos¨¦ Luis Carballido cree que en esa cadena de conocimientos que va desde los laboratorios de los museos argentinos hasta los rincones m¨¢s remotos de la Patagonia fue esencial el trabajo de Bonaparte. ¡°Form¨® a los investigadores y fue muy importante lo que provoc¨® en la gente. Puso en los ojos de todo el mundo que la Patagonia est¨¢ llena de dinosaurios. En el embalse del Choc¨®n, si caminas por el borde del lago est¨¢s pisando las huellas que dejaron los dinosaurios hace 90 millones de a?os. Es todo muy loco. La huella de un saur¨®podo no es m¨¢s que un pozo profundo con agua y la gente no le dar¨ªa bola si no fuese por el trabajo previo de investigaci¨®n y difusi¨®n¡±.
En un lugar de tanta riqueza de f¨®siles no pod¨ªa faltar el contrabando ilegal. En 2006, la Interpol intercept¨® cientos de huevos de dinosaurios patag¨®nicos. Se estaban vendiendo en una feria de Tucson (Arizona) a 4.000 d¨®lares cada uno. ¡°En un pa¨ªs en donde todo el mundo sabe que hay f¨®siles por todos lados es imposible controlar eso¡±, reconoce Carballido.
¡°Si se trafica con humanos, ?c¨®mo no lo van a hacer con un huevo de dinosaurios? Pero, a pesar de todo, ahora las leyes resguardan mejor el patrimonio que hace unos a?os¡±, cree.
Un patrimonio descomunal y que no para de crecer desde aquellas expediciones que intentaron capturar alg¨²n pariente vivo del Megatherium americanum.
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