As¨ª nace y se hace un libro
De la mano de Soledad Pu¨¦rtolas, en Madrid, y Eduardo Mendoza, en Barcelona, EL PA?S recorre todas las fases del nacimiento de un libro
Los pensamientos y las palabras de los dos escritores se encontraron, sin saberlo, casi a la misma hora en dos d¨ªas distintos y en dos ciudades diferentes.
A 504 kil¨®metros uno de otro sali¨® a relucir el nombre de una de las personas para quien la Feria del Libro de Madrid representaba algunos de sus d¨ªas m¨¢s felices. Ese nombre surgi¨® poco antes de las dos de la tarde, primero en Madrid y 48 horas despu¨¦s en Barcelona. Dos de los pilares del mundo del libro en espa?ol y que los escritores Soledad Pu¨¦rtolas y Eduardo Mendoza recorrieron y descubrieron, cada uno en su respectiva urbe, hasta armar el puzle de la cadena de valor del libro: una industria con 81.000 t¨ªtulos al a?o, unos tres mil millones de euros anuales de facturaci¨®n y que representa la pata m¨¢s s¨®lida del sector cultural espa?ol al aportar m¨¢s del 1% del PIB. Incluso, en el s¨¦ptimo a?o de crisis econ¨®mica y reconversi¨®n del modelo de negocio.
En jornadas complementarias, hace dos semanas, Pu¨¦rtolas, un mi¨¦rcoles gris y fresco en Madrid, y Mendoza, un viernes azul y veraniego en Barcelona, se asomaron a ese territorio desconocido. Aceptaron la invitaci¨®n de EL PA?S de mostrar a los lectores esos espacios literarios, editoriales y comerciales que la gente no conoce y que est¨¢n detr¨¢s del libro que leen: desde el lugar donde escriben los autores hasta los sitios de tertulias, pasando por la editorial y la imprenta. Y como corolario, una sorpresa para ellos dos: m¨¢s all¨¢ del encuentro en esta cr¨®nica, descubrir¨¢n aqu¨ª la manera en que el destino los une en la cita madrile?a.
El escritor
Dos d¨ªas distintos fundidos en un solo tiempo que empieza con un miniflorero con geranios rojos. Est¨¢ al borde del escritorio de madera con libros y papeles donde escribe Soledad Pu¨¦rtolas (Zaragoza, 1947). Est¨¢ frente al ordenador, escoltada por una pared tapizada de literatura con baldas cercadas por fotos y toda clase de recuerdos. Es un despacho alargado que empieza a su izquierda en un sal¨®n tocado por la claridad del lucernario y la ventana que da al antejard¨ªn. Es su rinc¨®n de lectura, con un sill¨®n rodeado de libros y ocho macetas entre las que destacan dos alegres culantrillos.
Est¨¢ frente al ordenador, escoltada por una pared tapizada de literatura con baldas cercadas por fotos y toda clase de recuerdos
Vive en esa casa de Pozuelo (Madrid) desde hace 37 a?os. All¨ª escribe todas las ma?anas. De all¨ª han salido desde El bandido doblemente armado, pasando por Queda la noche y La vida oculta, hasta Mi amor en vano (todos en Anagrama), y tambi¨¦n redact¨® su discurso de ingreso a la Academia de la Lengua en 2012.
Antes de salir, la novelista muestra una caja reci¨¦n llegada. Son ejemplares de Nostalgia de los dem¨¢s (Ediciones Universidad de Valladolid), con edici¨®n de Francisca Gonz¨¢lez Arias, una recopilaci¨®n de art¨ªculos y ensayos que trazan su biograf¨ªa literaria y personal. Lo mismo que deben conocer los agentes literarios, si un autor lo contrata, para que busque la mejor oferta econ¨®mica y editorial de la obra.?
El editor
A las once de la ma?ana, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) se dirige al Grupo Planeta, al que pertenece la editorial donde ha publicado toda su vida: Seix Barral. Es un edificio de tres m¨®dulos octogonales de nueve plantas de cuyas terrazas descuelga una gran variedad de vegetaci¨®n. Con esa editorial ha publicado desde La verdad sobre el caso Savolta (1975) hasta El enredo de la bolsa y la vida (2012). Mendoza sube a la s¨¦ptima planta a ver a Elena Ram¨ªrez, su editora y directora editorial. El ascensor se abre, ¨¦l camina y se detiene en un despacho acristalado para saludar al poeta Pere Gimferrer, su primer editor. Lo escucha. ?De qu¨¦ hablar¨¢n?
El infantil y juvenil es uno de los sectores que mejor ha resistido esta crisis que desde 2008 la ha llevado a un descenso del 40% en su facturaci¨®n.
Despu¨¦s, el escritor entra en el despacho de Ram¨ªrez, intercambian ideas. Autores como ¨¦l entregan sus originales en papel o en formato digital. Los editores los leen, los analizan; luego dan su opini¨®n; intercambian soluciones o cambios, si es el caso; y as¨ª un vaiv¨¦n de ideas para mejorar el libro, si es el caso. Incluido el t¨ªtulo. El libro pasa a correcci¨®n. Eligen la portada. Editor y autor lo vuelven a leer con lupa. Y hasta que el libro es encuadernado pueden pasar varios meses, o m¨¢s.
Antes de irse, le pregunta a su editora por unos t¨ªtulos de novela negra que le gustar¨ªa leer. Se despiden. Y vuelve a desviarse al despacho de Gimferrer. El poeta est¨¢ sentado y el narrador est¨¢ de pie. ?De qu¨¦ hablar¨¢n? Hablan de cine, la pasi¨®n del poeta catal¨¢n. De escenas cortadas en pel¨ªculas, entre ellas algunas de Candilejas, de Chaplin, que a Gimferrer le han encantado.
Dise?o
En Boadilla del Monte (Madrid), Soledad Pu¨¦rtolas est¨¢ en ¡°la pradera¡± del Grupo SM, una de las principales editoriales que ayudan a crear a los primeros, segundos y terceros lectores. Es una inmensa caja rectangular metalizada, de tres plantas, con una legi¨®n de dise?adores, correctores, dibujantes, investigadores y especialistas en buscar las estrategias para conquistar lectores. El infantil y juvenil es uno de los sectores que mejor ha resistido esta crisis que desde 2008 la ha llevado a un descenso del 40% en su facturaci¨®n.
Es bueno saber que un libro no es solo una cosa que escribes, sino que forma parte de un proceso en el que intervienen muchas personas y circunstancias
En esa ¡°pradera¡± de creativos se decide la presentaci¨®n que habr¨¢ de tener el libro. Ella ojea y hojea aqu¨ª y all¨¢ algunos de los 200 t¨ªtulos anuales de SM, ilustrados por unos cien artistas. Se detiene a hablar con ¡°el mago de la imagen¡±, Antonio Rojo, que le explica c¨®mo, con el ordenador, logra que el original del artista se mantenga fiel en tono y esp¨ªritu.
En otra mesa ve dibujos originales, en otra detecta un libro exitoso de la competencia. Le dicen que ellos est¨¢n atentos a lo que les gusta a los menores para conocer sus preferencias, aunque ¡°este libro no cumple con los valores de la editorial¡±.
La imprenta
Una vez la creaci¨®n del autor ha tomado forma se env¨ªa a la imprenta. A una como a la que acaba de llegar Mendoza, Bookprint. Se sorprende al ver lo peque?a que es. ?l hab¨ªa o¨ªdo hablar, o incluso visto, esas imprentas descomunales donde se producen libros o peri¨®dicos. Y que contin¨²an para hacer las grandes tiradas. Pero esta es digital, un adelanto del futuro. S¨®lo tiene una cosa y media en com¨²n con las otras: los enormes rollos de papel y menos ruido. Del rugido de las imprentas antiguas al zumbido de las digitales. Del sistema offset al inkjet.
Todo es digital. La obra est¨¢ en un PDF. Las planchas met¨¢licas no existen. Aqu¨ª el milagro lo hacen cinco m¨¢quinas rectangulares que ocupan treinta pasos de largo y no m¨¢s de un metro ochenta de alto. El ciclo empieza en un ordenador que guarda el libro que saldr¨¢ encuadernado esos treinta pasos despu¨¦s. Luego se pasa a otra m¨¢quina que pone portadas y plastifica. Como esta nueva edici¨®n de Sin noticias de Gurb (Seix Barral), de Mendoza.
¡°El proceso es como el de una impresora en casa con alg¨²n artefacto m¨¢s, y m¨¢s grande¡±, explica Xavier Ferr¨¤s jefe de Producci¨®n. A ¨¦l presta atenci¨®n Mendoza como un alumno aplicado. Al despedirse, una de las empleadas le pide que le firme un ejemplar, y mientras lo hace reflexiona: ¡°Es bueno saber que un libro no es solo una cosa que escribes, sino que forma parte de un proceso en el que intervienen muchas personas y circunstancias. Uno acaba pensando que lo que hace es importante, pero esto es una lecci¨®n para el autor¡±. Cada d¨ªa se imprimen, de media, 221 t¨ªtulos en Espa?a y un total de 280 millones de ejemplares anuales.
Promotores e Internet
Todo est¨¢ casi listo para que el libro sea le¨ªdo. Falta algo¡
Mendoza est¨¢ en un edificio del centro de Barcelona. Baja en el ascensor a la planta cero en compa?¨ªa de Claudio L¨®pez de Lamadrid, director editorial de Penguin Random House (PRH), el otro gran grupo editorial, junto a Planeta, alrededor de los cuales est¨¢n las otras 2.800 medianas, peque?as o muy peque?as editoriales privadas. El editor quiere que el novelista vea un trozo de pel¨ªcula desconocida: la convenci¨®n donde cuentan a la gente de marketing y la red comercial los t¨ªtulos de la pr¨®xima temporada. Justo cuando van a entrar al aula empieza a salir gente. Ha terminado despu¨¦s de tres d¨ªas. Planeta la termin¨® el d¨ªa anterior.
Es como un Ikea, pero en lugar de muebles tiene libros. Ha venido un artista conceptual y ha dicho: ¡®?Saquen todo y pongan libros!
Cambian de rumbo. Van al sal¨®n-comedor donde hay una biblioteca alt¨ªsima con puertas correderas de cristal con ejemplares de t¨ªtulos hist¨®ricos de los sellos de PRH. De Lamadrid cuenta lo que se hace en esas ¡°convenciones¡±: los editores ense?an los libros, hablan del argumento y del tema o de la historia del autor o la escritura de la obra y c¨®mo se adquiri¨®. La gente pregunta, sugiere, pide m¨¢s informaci¨®n e, incluso, expresa su desacuerdo; al fin y al cabo son ellos, por ejemplo, quienes tratan con los libreros para ¡°venderles¡± la obra. Saben qu¨¦ puede o no tener acogida.
Cinco plantas m¨¢s arriba, Nuria Cabut¨ª, consejera delegada de PRH, saluda a Mendoza, quien pasa al departamento de Marketing y donde se gestiona la promoci¨®n en Internet, c¨®mo ¡°moverlo¡± en redes sociales. Pasan junto a quienes cranean todas las estrategias para llegar al p¨²blico. Editoriales de toda estirpe y tama?o saben que la Red es un aliado indispensable. Todos se han adentrado en la oferta de libros electr¨®nicos, que ya supone el 20%.
La distribuidora
Soledad Pu¨¦rtolas enmudece un segundo¡ dos segundos... Ha llegado a una nave de cinco mil metros cuadrados con estanter¨ªas met¨¢licas, como esqueletos de edificios, llenas de cajas de libros con largos pasillos.
¡°Es como un Ikea, pero en lugar de muebles tiene libros¡±. Es lo primero que dice al entrar en Machado Grupo Distribuci¨®n, de Miguel Garc¨ªa S¨¢nchez. Distribuye a las librer¨ªas cerca de 50 sellos. Todo est¨¢ organizado y sistematizado. El trabajo se ha intensificado, no por las ventas, sino porque son los tiempos del menudeo. La crisis ha hecho que los pedidos se reduzcan, incluso a dos o tres ejemplares, y la devoluci¨®n sea mayor (entre el 40 y 60%).
Pu¨¦rtolas echa para atr¨¢s la cabeza para ver mejor las alturas de esos edificios librescos a cuyo alrededor crecen coloridas torres de obras: ¡°Ha venido un artista conceptual y ha dicho: ¡®?Saquen todo y pongan libros!¡±
La comunicaci¨®n
El lector debe esperar un poco m¨¢s¡ Falta la comunicaci¨®n a los medios. Las oficinas de prensa de las editoriales o los mismos editores cuentan a los periodistas sus novedades y por qu¨¦ consideran que vale la pena uno u otro t¨ªtulo. Los periodistas de las secciones de Cultura y suplementos especializados miran las obras, las comparten con sus colegas y cr¨ªticos y, poco a poco, deciden qu¨¦ hacer.
Eduardo Mendoza habla de la misma persona que Soledad Pu¨¦rtolas hab¨ªa mencionado dos d¨ªas antes en Madrid, y en t¨¦rminos parecidos. ¡°Carmina¡±, para ellos
Eventos como Sant Jordi en Barcelona, la Navidad y ferias del libro como la de Madrid, marcan el ritmo. Ofelia Grande, editora de Siruela, habla con Pu¨¦rtolas sobre la ilusi¨®n de ir a la Feria: ¡°Es nuestro momento del a?o, cuando les ponemos cara a los lectores y nos relacionamos con ellos¡±.
No suele faltar a ella Jorge Herralde, editor de Anagrama. Mendoza va a visitarlo. Cae en la cuenta de que nunca ha ido a sus oficinas. ¡°?Ser¨¢ que no existen?¡± Cuando llega, lee en la puerta: Anagrama: ¡°?S¨ª existe!¡±, exclama entre risas. Y entra diciendo: ¡°Quiero publicar un libro¡±. Es la una y media de la tarde. Herralde est¨¢ reunido. Al rato sale, se saludan, bromean y charlan en una salita de reuniones. Hablan de la Feria y de c¨®mo es el gran encuentro entre autores y lectores.
Herralde cuenta que estuvo en Madrid en la inauguraci¨®n de un edificio de la Universidad Carlos III que lleva el nombre de Carmen Mart¨ªn Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000). Es, entonces, cuando los pensamientos de los dos escritores se encuentran. Eduardo Mendoza habla de la misma persona que Soledad Pu¨¦rtolas hab¨ªa mencionado dos d¨ªas antes en Madrid, y en t¨¦rminos parecidos. ¡°Carmina¡±, para ellos. La lectora y escritora para quien la Feria representaba algunos de sus d¨ªas m¨¢s felices.
Librer¨ªas y tertulias
La Feria representa el 20% de las ventas del a?o. Un momento clave teniendo en cuenta que cada vez se cierran m¨¢s librer¨ªas. Ahora hay unas 5.500. A Mendoza le gustan dos: Laie y La Central, tambi¨¦n con sedes en Madrid. Lugares que se han reinventado para atraer m¨¢s lectores con espacios para caf¨¦, lecturas o charlas. ¡°La crisis ha hecho que surjan tambi¨¦n otras peque?as y especializadas¡±, asegura Luis Morral, de Laie. ¡°Hemos sobrevivido, tambi¨¦n, por nuestra expansi¨®n a museos¡±.
En La Central, el escritor elogia el espacio de filosof¨ªa. Antonio Ram¨ªrez, su due?o, cuenta que ¨¦l empez¨® ah¨ª. Eduardo Mendoza se quedar¨ªa un rato m¨¢s, pero van a ser las tres y media de la tarde y ha quedado a comer con su hijo, que ha venido de Nueva York.
Si Barcelona aspira a entrar en el programa de Ciudades Literarias de la Unesco, Madrid cuenta con uno de los sitios emblem¨¢ticos de la cultura y la tertulia de Espa?a: el Caf¨¦ Gij¨®n, con 126 a?os. En una de sus 35 mesas Soledad Pu¨¦rtolas se reun¨ªa con Carmen Mart¨ªn Gaite; en una de ellas come ahora. Muchos son los que han escrito sobre el Gij¨®n, incluida Pu¨¦rtolas, que en su pr¨®ximo libro tiene un cuento que sucede aqu¨ª, El caballero oscuro.
M¨¢s tarde pasa frente a la Biblioteca Nacional. Sobre las tres y media, vuelve a su casa para ir a recoger a sus dos nietos. Antes de despedirse, dice: ¡°Dale recuerdos a Eduardo¡±. Dos d¨ªas despu¨¦s, lo primero que ¨¦l habr¨ªa de preguntar ser¨ªa: ¡°?Qu¨¦ tal est¨¢ Soledad?¡±
Ninguno de los dos acudir¨¢ a la 73? Feria del Libro de Madrid. Pero el destino les ha organizado un encuentro literario, tal vez compartiendo caseta, ella hablando a trav¨¦s de Nostalgia de los dem¨¢s y ¨¦l de Sin noticias de Gurb.
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