Mutantes en el tiempo

Lleg¨® un momento en que el lector de historietas de superh¨¦roes roz¨® la desesperaci¨®n ante la posibilidad de que sus equivalentes cinematogr¨¢ficos estuviesen condenados a reiterar las narrativas del origen, a trav¨¦s de las peri¨®dicas refundaciones de franquicias. Varias entregas recientes del universo Marvel han despejado ese temor: la etapa alcanza uno de sus picos de sofisticaci¨®n con X-Men: d¨ªas del futuro pasado, pel¨ªcula que logra conciliar las l¨ªneas temporales de la trilog¨ªa inicial de la saga, fundada por el propio Singer, y la de esa exc¨¦ntrica desviaci¨®n que supuso X-Men: primera generaci¨®n (2011) de Matthew Vaughn, sin desatender el flanco de las peripecias en solitario de Lobezno.

Tal encrucijada se erige, pues, en razonable reflejo en movimiento de la naturaleza laber¨ªntica y arborescente que el universo Marvel ha desencadenado sobre el papel. Para coronar el juego mit¨®mano y premiar la fidelidad de los iniciados, X-Men: d¨ªas del futuro pasado adapta, con extrema libertad pero con decisiones que siempre sirven a la legibilidad y autonom¨ªa del conjunto y a su sentido del espect¨¢culo, una celebrada entrega de la etapa en que el guionista Chris Claremont y el dibujante John Byrne revitalizaron la saga mutante, momento bisagra entre la herencia cl¨¢sica y las inminentes variaciones posmodernas sobre lo s¨²per-heroico. La etapa Claremont / Byrne en X-Men podr¨ªa equivaler a lo que supuso la primera pel¨ªcula de Singer sobre los personajes, donde se anticipaba ¡ªespecialmente en la din¨¢mica visual de las secuencias protagonizadas por M¨ªstica¡ª que la gran pantalla iba a poder igualar el br¨ªo expresivo de las historietas.

Con todo, los mayores logros formales de X-Men: d¨ªas del futuro pasado son antes hallazgos de truquer¨ªa digital ¡ªla coreograf¨ªa cu¨¢ntica del enfrentamiento inicial con los Centinelas; el juego de velocidades en el recital de Quicksilver dentro del Pent¨¢gono¡ª que de puesta en escena: a la pel¨ªcula le pesa estar rodada en el esperanto o lengua franca del moderno blockbuster y que Bryan Singer no haya desarrollado un estilo propio o inconfundible, como lo fueron los trazos de Jack Kirby o John Byrne en las vi?etas.