Ama?os
Encuentro m¨¢s fascinante la imagen del tenebroso Rothstein que la de los muy vulgares dirigentes de la FIFA
El g¨¢nster anciano que interpreta Lee Strasberg en la magistral segunda parte de El Padrino, ese hombre que aspira a que la Mafia funcione como una corporaci¨®n, intenta legalizar sus negocios en la Cuba de Batista, asegura haber sobrevivido a todos los peligros y conspiraciones porque durante su carrera siempre ha ganado mucho dinero para sus socios, est¨¢ inspirado en Meyer Lansky. Hay un momento en el que le habla con rendida admiraci¨®n a Michael Corleone del difunto Arnold Rothstein. Y curiosamente, lo que m¨¢s exalta de su personalidad es la fortuna que logr¨® creando la liga de b¨¦isbol.
El atildado, glacial y sabio Rothstein es uno de los personajes fijos en la espl¨¦ndida serie Boardwalk Empire. Es un pionero en descubrir el inmenso negocio que proporcionar¨¢ el alcohol durante la Prohibici¨®n, asume la metodolog¨ªa capitalista para que funcione mod¨¦licamente el crimen organizado, pero ante todo, se siente orgulloso de su condici¨®n de jugador, de apostador, de ama?ador, de manejar inmejorablemente los hilos subterr¨¢neos del deporte para conseguir ganancias espectaculares.
Y sin atreverme a cuestiona esas verdades tan l¨ªricas y conmovedoras de que el f¨²tbol sirve ante todo para unir a los pueblos, que en pa¨ªses como Brasil adquiere la trascendencia de una religi¨®n com¨²n, y no s¨¦ cu¨¢ntas cosas m¨¢s, no puedo dejar de pensar en Arnold Rothstein cuando veo c¨®mo un se?or japon¨¦s que arbitra el partido inaugural entre Brasil y Croacia se inventa el penalti que jam¨¢s existi¨®, solo constatable para sus privilegiados ojos y los del prosaico entrenador de Brasil, cuando percibe que los croatas pueden amenazar desde el comienzo uno de los m¨¢s suculentos negocios del planeta.
Por supuesto, encuentro m¨¢s fascinante la imagen del tenebroso Rothstein que la de los muy vulgares dirigentes de la FIFA, pero sospecho que sus m¨¦todos para cuadrar las cuentas primitivas en sus grandiosos tinglados econ¨®micos disfrazados de acontecimientos deportivos son id¨¦nticos.
Es probable que el desvergonzado Nishimura ni siquiera haya recibido ¨®rdenes de Blatter sobre su misi¨®n en ese partido. Un buen sicario no necesita explicaciones. Sabe lo que tiene que hacer cuando amenaza el peligro. Y no son muy caros. Hay demasiada competencia.
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